Capítulo 31

106 16 2
                                    


Para cuando llega la noche estoy mas que nervioso y mi madre no me ayudaba ni siquiera un poquito a calmarme, todo lo contrario, algo muy típico en ella.

—Y recuerda, nada de emborracharte y mucho menos tomar drogas, ¿entendido?

—Mamá...

—Ni mamá ni papá, yo entiendo que quieras experimentar pero la diversión también tiene sus límites.

—No voy a ponerme en riesgo —prometo, me inclino para dejar un beso sonoro en su mejilla y la miro sonriendo—. Te amo, ma.

—Y yo a ti —susurró, sonriéndome—. Cuídate.

—Lo haré, no tienes de que preocuparte —le hago saber.

Salgo del coche, diciéndole a ella que no tiene porque bajar conmigo, que a partir de ahí podía emprender mi camino solito. Saco mi pequeña maleta y la arrastro por el suelo, escuchando el satisfactorio sonido de sus ruedas sobre el asfalto. Me despido de mi madre agitando mi mano en el aire y entro antes de poder arrepentirme.

Ivanna ya estaba allí, sentada con una pierna sobre la otra y mirando con soberbia la página de una revista que, probablemente, acababa de comprar para matar el aburrimiento.

—Hola —la saludo al llegar a su lado.

—Oh, hola —cierra la revista para poder darme su completa atención—. ¿Tu madre no ha querido bajar?

—Le pedí que no lo hiciera —admití, haciéndola reír.

Hice el ademán de sentarme, pero justo en ese momento llamaron el vuelo a España, así que me quedé de pie esperando a que ella también se levantase.

El proceso es lento, pasan al menos quince minutos hasta que podemos subirnos al avión. Entre entregar las maletas y hacer cola. Pero cuando mi culo toca por fin el asiento sé que puedo respirar tranquilo.

—¿Te gusta viajar? —me pregunta en cuanto se pone el cinturón de seguridad.

—Bueno... —me encogí de hombros—. La verdad es que no es mi cosa favorita en el mundo. Cuando era pequeño lo odiaba, por eso mis padres se privaron de muchos viajes, única y exclusivamente porque su único hijo hacía berrinche si tenía que pasar mucho tiempo con el culo pegado al asiento. Ahora me da bastante igual; me gusta conocer mundo, pero tampoco demasiado, en el fondo soy muy de echar raíces.

—¿Estados Unidos te gusta?

—En Estados Unidos lo tengo todo —concluí.

—En España también tienes familia, tu madre es española.

—Si, lo sé —chasqueo mi lengua—. Pero con mis abuelos maternos no tengo una relación demasiado estrecha, nos vemos solo por Navidades, en mi cumpleaños solo me envían un regalo y ya. No llevan muy bien la relación de mis padres, creo —me encojo de hombros—. Ya sabes, tienen un complejo con eso de que son de la clase media y por obligación tienen que odiar a los de la clase privilegiada.

—Eso debe de ser duro —puso su mano sobre la mía, como si estuviera mostrándome su apoyo y compasión.

—Uno se acostumbra y ya —susurré, cerrando los ojos y apoyando mi cabeza en su hombro.

Su mano libre fue directa a mi cabello para acariciármelo, con esto solo consiguió que adurmiera más pronto.

Soñé con ella.

Soñé con Julienne.

Soñé con un futuro donde todos éramos felices.

Besos Cuestionados Where stories live. Discover now