Capítulo 10

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Cuando me despierto pensaba encontrarme solo, como de costumbre, como cada vez que tienes algo con una mujer mayor y después se avergüenza de lo que hizo. Por eso te echan fuera o deciden irse por su propia cuenta. Pero con Julienne no había pasado absolutamente nada, solo vino a acariciarme el pelo y a susurrarme cosas bonitas como si me tratase de un niño pequeño. Por eso cuando abrí los ojos estaba a mi lado durmiendo plácidamente.

Sus labios estaban entreabiertos y respiraba por su boca de manera muy lenta. Algún mechón de su cabello rosa caía por su frente tapándole los ojos, me tomé el atrevimiento de apartar este con cuidado de no despertarla y así observar su rostro mientras dormía.

Parecía una niña.

Pero en realidad el único niño allí era yo.

Me doy la vuelta y hago un ademán de levantarme de la cama, pero su mano llega a mi pierna antes de que pueda hacerlo.

—¿A dónde vas...? —su voz me indica que todavía no estaba del todo despierta.

—Es temprano, pelirosa, sigue durmiendo.

Me jode un infierno tomar su mano para apartarla de mi cuerpo. Es la cosa que más me ha costado hacer en mucho tiempo pero era lo correcto, así ella podría seguir descansando y yo... Bueno, yo podría irme como en las películas americanas.

Tras vestirme salgo por la puerta y camino, tratando de que mis pies no hagan ruido en el suelo, hasta la salida. Claro que como siempre mis planes se ven arruinados cuando Ivanna sale de la cocina mirándome con una ceja alzada.

Como si pudiera leerme la mente, sonríe de manera socarrona como de costumbre.

—¿Qué pasa?

—Nada —responde, alzando sus manos mostrando inocencia, pero sin borrar esa sonrisa que indica todo lo contrario—. En tal caso, ¿no soy yo la que debe de preguntar eso?

—No, porque tampoco pasa nada.

—Has pasado la noche con mi novia —señala con obviedad mientras sus ojos se desvían a la puerta—, y ahora pretendes irte antes de que se despierte. ¿Quieres que te lo vuelva a preguntar?

Mierda.

¿Y que se supone que debo yo de responder a eso?

Mira, me gusta tu novia porque es súper atenta conmigo y parece que quiere cuidarme, pero también me gustas tú porque me pones a mil ya no sólo cuando te me insinúas sexualmente si no también cuando te preocupas por Julienne y cuando exiges respuestas como en este momento.

No. No iba a decirle eso por más que fuera la verdad.

—Ayer le mentí a mi madre... Es decir, no le mentí, pero es que no le dije que estaba con vosotras. Diego me encubrió diciendo que estaba con él pero después yo le dije que estaba en el edificio de Zaid, cosa que es cierta —hice una pausa, buscando rápidamente en mi mente la próxima mentira que iba a decir—. Por lo que hemos quedado en la empresa para no levantar sospechas y que no me castiguen.

—¿Te han castigado alguna vez, cotilla?

¿Cotilla?

¿Me acababa de llamar cotilla?

Yo no voy al chisme, el chisme viene a mi.

Estoy un poquito indignado con el nuevo apodo pero tengo que fingir que no para actuar como si nada. No sé en qué momento empezamos el juego de a ver quien domina antes a quien pero yo no me voy a dejar y ella tampoco, menos mal que a veces está Julienne para suavizar la tensión.

—¿Y a ti, Ivanna? ¿A ti te han castigado alguna vez?

¿O quieres que sea yo el primero?

Estuve tentado a agregar la pregunta pero sabía que merecía la pena callarse si no quería una mejor respuesta de su parte. A perder, perder lo menos posible y a ganar, ganarlo todo. Con Ivanna no había término medio.

Ríe entre dientes y después chasquea su lengua contra su paladar.

—Anda, tira. Voy a pasar por allí y ya te puedo dejar, nos ahorramos mucho.

—No tienes que hacerlo.

—¿En que momento he preguntado? Exacto, en ninguno, así que hazme el favor de ir tirando.

Sonrío para mis adentros. Vamos a seguir pretendiendo que nos caemos mal para que no siempre haya tensión sexual. Venga.

Intento no dar mucha guerra y ni hablar ni cuando salimos del edificio ni en el trayecto en su coche. Le envío un mensaje por el grupo a los chicos para informarles de mi pequeño gran problema. Zaid estaba en una reunión por el negocio de la cadena de restaurantes, según Killian. Este estaba solo y aburrido así que prometió echarme una mano en lo que necesitase. Diego ni siquiera leyó los mensajes.

Me alivia llegar y ver al italiano de cabello rizado en la puerta, de lo había tomado muy en serio. Claro, lo que no me alivia tanto es que Ivanna baje al mismo tiempo que yo.

—Muchas gracias por traerme y... por cuidarme.

—Nada es gratis, cotilla, recuérdalo.

—Yo no te lo he pedido —le guiño un ojo con diversión y camino hasta Killian para saludarlo y agradecerle también por lo que estaba haciendo.

Sin embargo, la sonrisa en sus labios se le borra de inmediato.

—Oh, oh... Fiamma D'Altrui a la vista.

—¿Y desde cundo es un problema que esté ahí tu madre?

—Desde que bromeé diciendo que tenías algo con la hija de los Lancarte... ¡Y que ahora esté hablando con ella!

—¿Y por qué dijiste tal cosa?

—¡Yo que sé! Porque había tensión entre ambos, ¿verdad? Hasta yo la noté, así que imagínate.

—Pero no porque estemos saliendo.

—¿Y? Tú también insinuabas cosas de Zaid y de mi incluso antes de que empezásemos a salir.

—Porque no sabíais disimular, joder, no comparemos...

¿El problema?

Cuando Fiamma miró en nuestra dirección y sonrió con esa sonrisa de "voy a hacer de cupido".

Besos Cuestionados Where stories live. Discover now