Capítulo 40 (Final)

197 18 5
                                    


Pasé el día en su casa, informándome, queriendo saber más. Tomé su ordenador y leí todo lo que había recopilado de información sobre su enfermedad. Llevaba meses sabiendo de esto y no había abierto la boca en ningún momento. Eso me llevó a pensar algo, ¿si no hubiera entrado en su teléfono ella me lo habría dicho?

Probablemente no.

Lo más seguro es que alargaría más esto hasta que ya no le quedara más remedio que decírmelo, eso era lo que más me jodía de toda esta situación.

Al caer la noche le dije que me quedaría a dormir, así que mientras ella se daba un baño yo me decanté por escribirle a Julienne, preguntándole si estaría en casa esa misma noche. Su respuesta no tardó en llegar.

"Si, no tengo mucho más que hacer, estaré en el piso. Ya sabes dónde queda. ¿Vas a venir?"

¿Iba a ir?

Si, claro que iba a ir, no debería de hacerlo pero no me podía aguantar las ganas. De lo contrario me arrepentiría más tarde.

"Tengo que hablar contigo de algo importante."

No dije más, aún sabiendo que ella me siguió escribiendo después de ese mensaje, preferí ponerlo en silencio y bloquear el teléfono. Después lo dejé sobre la mesita de noche y miré la hora, eran casi las once de la noche, en una hora sería mi cumpleaños y, por primera vez en mucho tiempo, no me sentía para nada entusiasmado.

Saber que Ivanna estaba enferma me había caído como un balde de agua congelada en pleno invierno. Ella me decía que debería de acostumbrarme, ¿pero como iba a acostumbrarme a eso? No había manera, me negaba a aceptarlo.

—¿Todavía estás despierto? —me preguntó cuando salió del baño, ya con su camisón puesto.

—Es temprano.

—Los niños buenos se duermen temprano —se mofó, acostándose a mi lado.

—Entonces tienes suerte de que no soy uno de esos —murmuré divertido, envolviendo su cuerpo con mis brazos para acercarla a mi cuerpo y darle mi calor corporal—. ¿Tú tienes sueño?

—No dormí demasiado la noche pasada por estar pendiente de ti, tenía miedo de que en tu estado te cayeras de la cama o ya puesto que te ahogaras con tu propio vómito. Por suerte no pasó nada de eso.

Sonreí al escucharla, por mi culpa estaba cansada, pero lo había hecho por cuidarme. Yo ahora tenía una misión similar, ¿no? También debía de cuidarla, pero no sólo hoy, también mañana, pasado, y si me dejaba lo haría el resto de mi vida. Todavía era temprano para hablar de un "siempre", y mas cuando se trata de Ivanna que no le gusta atarse por mucho tiempo, pero cuando el amor es amor, no hay ataduras que cuenten, el vínculo va más allá.

—No quería decírtelo antes de tu cumpleaños —susurra—. Siento que es una manera de estropearlo todo.

—No estropea nada —aseguré—. Deberías de habérmelo dicho mucho antes y no sólo a mi...

—Demian —dijo a modo de advertencia.

—Ella merece saberlo, ¿cómo crees que se sentirá cuando se entere?

Se quedó en silencio, a veces era el mejor aliado en situaciones de tensión, sabía de sobra el miedo de decírselo a ella. Tal vez por eso me tocaba hacerlo a mi. Estaba mal. Si. Era consciente. Pero también era consciente de que más tarde se arrepentiría de esta decisión.

Le acaricié el pelo hasta que se quedó dormida, al parecer era cierto que estaba cansada porque no tardó demasiado en caer. No me fui al instante, me quedaría muy feo ser esa clase de chico. Sabía que eran pasadas las once y media cuando la dejé con cuidado en la cama, haciendo el mínimo ruido para que no se despertara. Me puse los zapatos, puesto que estaba descalzo, y guardé mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón antes de irme.

Besos Cuestionados Onde as histórias ganham vida. Descobre agora