Capítulo 20

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La cara de mi padre es un poema.

Normal.

Acababa de preguntarle si alguna vez había hecho un trío así como si fuera la pregunta más normal del mundo. Debería de tener más tacto la próxima vez porque el pobre parecía que le acababa de estallar la neurona que le quedaba.

—¿Cómo?

—Digo qué si has estado con dos mujeres al mismo tiempo, ya sabes...

—No —es rápido en aclarar—. No sé si lo sabes pero yo fui un hombre soltero hasta lis diecinueve, después me enamoré de una periodista muy curiosa y desde entonces no volvió a interesarme ninguna mujer que no fuera ella. Tuve mis líos antes de ella, si, pero nunca dos al mismo tiempo.

—¿Y estaría mal si yo si?

—No, por supuesto que no, si estáis de acuerdo com eso no veo ningún motivo por el que estaría mal.

Gracias, papá.

Puedo respirar tranquilo si tengo tu aprobación, ahora sólo faltaba que mamá dijera lo mismo porque de lo contrario estaba jodido. Si, ya sé lo que me esperaba, una charla de que con las mujeres no se juega y bla bla bla... ¡Pero no era yo solo el que jugaba! Ellas tenían ventaja en la partida.

—Van a venir las dos a la cena, ¿crees que se van a molestar?

—Cuántos más mejor, ya lo sabes.

—No, papá, esto es en serio. ¿Qué van a pensar de mí?

—Nada, Demian, porque en nuestra familia no se juzga.

Es tan bonito que se refiera a sus amigos como su familia... Al final del día lo eran, claro, pero aún así seguía sonando bonito. Muchos periodistas decían que solo se trataba de una estrategia de marketing, pues si no fueran amigos serían competencia, pero todos sabemos que las estrategias llegan a un punto donde no dan más de sí, pero hermandades así sin inquebrantables y ellos eran el claro ejemplo. Al igual que nosotros, las nuevas generaciones, que de algún modo intentábamos seguir sus pasos.

—Yo decía lo mismo cuando llevé a Leilany —sonrió de lado, como si una oleada de recuerdos lo estuviera invadiendo en ese momento—. Nuestros peores enemigos son los periodistas... Y yo estaba llevando a una. Nadie preguntó, nadie cuestionó, nadie juzgó. La trataron muy bien todos e incluso confiaron en ella sin conocerla de nada, sólo sabiendo que yo la había elegido —pasa su brazo por mis hombros y me guía a la cocina—. Así que tú haz lo mismo, no tengas miedo, déjate guiar por lo que el corazón te impulse.

Sonrío, porque cuando mi padre se pone a decir estas cosas le quedan demasiado emotivas, creo que ni él es consciente del cariño que transmite con esas palabras. Estaba tan acostumbrado a la seriedad dentro de una oficina, que en cuanto salía todo lo demás era natural.

—No estamos en el mismo caso, tú ya la habías elegido por algo, ¿no?

Ahora es él quien sonríe, mirándome de esa manera tan suya, cuando sabe perfectamente a lo que me refiero.

—¿Y tú, Demian? ¿No las has elegido tú a ellas por algo? —se separa para ir hasta la nevera—. No con cualquiera se tienen esas confianzas.

—Hablas como si yo fuera un tipo inteligente que piensa las cosas antes de hacerlas y...

—Lo eres —me interrumpe—. Puedes tener diecisiete años y ser inteligente, ser menor no es sinónimo de tonto.

—Muchos lo interpretan así.

—A ver, hijo, un poco tonto si que eres pero solo para lo que te apetece. En estos temas no me vas a negar tú a mi que eres listo, porque te conozco mejor que nadie, quizá te conozco más de lo que tú te conoces a ti mismo. Ahora deja de perder tu tiempo, yo lo hablaré con tu madre, tú encárgate de llamar al restaurante y dejar aclarado para cuántas personas es la reserva.

Si mi padre es el mejor de dice y punto.

—Gracias —me acerco para besarle la mejilla de forma sonora y después salgo corriendo de la cocina.

Confío en su palabra, papá era muy convincente y más cuando se trababa de mamá. Yo, que soy un chico muy guiado hago lo que me acababa de decir; llamar al restaurante para confirmar que seríamos una persona más.

Por primera vez en mucho tiempo siento que todo está bien. Quitando el detalle de la prensa. Me siento tranquilo, en paz conmigo mismo.

Me dejo caer en el colchón de mi cama y miro al techo como si esto fuera lo más interesante que tengo que hacer, una sonrisa tonta se me dibuja en la boca cuando mi pensamiento vuelve a ellas.

"¿Y tú, Demian? ¿No las has elegido tú a ellas por algo? No con cualquiera se tienen esas confianzas."

Probablemente no solo sentía confianza, pero estaba lejos de admitirlo en voz alta.

Si, estaba pilladísimo por ambas, quizá sólo era una tontería juvenil de esas que se me pasaría pronto.

Desde pequeños vemos en la tele las típicas parejas de dos personas, vamos por la calle y se repite la historia, vemos a los padres de nuestros amigos y es más de lo mismo. ¿Una relación de tres? No, eso si que se señalaba con el dedo índice y se ponían a tirar críticas.

Es como si querer a más de una persona fuera delito, como si el corazón sólo estuviese destinado a una.

Yo empezaba a creer que para querer no había normas ni mucho menos límites.

Era la sociedad quien lo jodía siempre todo.

Besos Cuestionados Where stories live. Discover now