~Tenía los ojos café, su típica sonrisa y un carácter de mierda. Pero cuando estabamos juntos, esos ojos brillaban por mí, esa sonrisa me pertenecía, su carácter se iba a la mierda y para mí era lo más tierno que podía existir.~
• Lenguaje explicito...
Y me miraste de la manera que yo siempre quise que me miraran.
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Jaemin despertó, abrió sus ojos lentamente y los rayos del sol dieron en sus ojos haciendo que cerrara los ojos y luego intentará ver por uno solo, mientras se acostumbraba a la luz.
Cuando ya puedo abrir sus dos ojos miró a la ventana y puso ver el cielo lleno de nubes, parecía ser un bonito día.
Se estiró un poco y al pudo sentir que a su lado el colchón estaba frío, se dio la vuelta esperando encontrarse con el pelinegro pero en su lugar vio una almohada. Le hubiese gustado despertar abrazado a él, aunque estuviesen peleados ahora.
Hizo un puchero al recordar cómo estaban las cosas con su novio, se levantó de la cama lentamente y fue al baño.
Se dio una ducha de unos minutos y luego volvió al cuarto. Buscó su ropa y se cambió.
No tenía ganas de salir del cuarto así que fue a la cama y se sentó con su espalda en la cabecera.
Tomó su teléfono y revisó su redes sociales.
Pasaron unos minutos antes de que escuchara como la puerta se abría.
Miró hacia ella y vio a Jeno con una bandeja en las manos, volvió a fijar su mirada en su teléfono.
A los segundos el pelinegro se sentó a su lado y dejó la bandeja en la cama.
—Buenos días, mi amor— dijo el mayor con un tono suave.
Jaemin no le respondió, ni siquiera lo miró, aunque moría por hacerlo.
—Te traje desayuno... También quería pedirte disculpas por lo de ayer, me arrepiento de eso, fui un idiota, espero puedas perdonarme -dijo el pelinegro tomando la mano de su novio.
Jaemin alejó la mano lentamente, no quería hablar ahora de eso, sabía que se pondría a llorar en cualquier momento.
En eso se escuchó como la puerta era abierta nuevamente, haciendo que los dos miraron allí.
—Sal de aquí— dijo el moreno mirando a Jeno.
Jeno suspiró, se acercó a Jaemin y le dio un beso en la frente— Hablamos después, mientras tanto toma tu desayuno, te amo— dijo antes de irse.
Haechan cerró la puerta y se sentó al lado del menor— Buenos días bebé— dijo sonriendo.
—Buenos días, Hyuckie.
—¿Cómo estás?
—Estoy bien ¿Y tú?
—¿Seguro? Pensé que estarías mal por lo que pasó ayer con el imbécil ese.
Jaemin asintió con una pequeña sonrisa.
—¿Vas a comer eso?— preguntó el moreno señalando la bandeja donde estaba el desayuno.
