~Tenía los ojos café, su típica sonrisa y un carácter de mierda. Pero cuando estabamos juntos, esos ojos brillaban por mí, esa sonrisa me pertenecía, su carácter se iba a la mierda y para mí era lo más tierno que podía existir.~
• Lenguaje explicito...
Lo hermoso que es tener al lado a una persona que nos ame y nos cuide.
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Jaemin se sentó en la cama transpirado y con mucho miedo, después de soñar los días anteriores que lo perseguían y cuando lo atrapaban lo asesinaban de las formas más horribles que podía pensar. Estaba muy asustado.
Y su miedo aumentaba al saber que lo estaban vigilando todo el tiempo, no podía estar tranquilo al sentir la mirada de alguien que no fuera su novio sobre el.
Miró al pelinegro a su lado quién dormía plácidamente entre las sábanas, en eso se dio cuenta de la luz blanca que entraba desde la ventana que hacía ver mucho más el rostro del mayor.
No había cerrado las cortinas en la noche, su pecho empezó a subir y a bajar rápidamente, por eso era que se sentía más observado que todos los días.
Se levantó de la cama y caminó lentamente hacia el clóset, que era donde no se veía desde la ventana, se quedó ahí unos segundos y luego corrió a cerrar las cortinas rápidamente, cuando lo hizo suspiró y pasó sus manos por su rostro. Si seguía así estaba seguro que se iba a volver loco, no quería seguir viviendo con miedo.
Se dirigió hacia la puerta del cuarto, la abrió y salió caminando por el pasillo, necesitaba un vaso con agua, prendió todas las luces hasta que llegó a la cocina. Caminó hacia el refrigerador y sacó una botella con agua, tomó un vaso y mientras bebía el agua sintió unas manos en su cintura y gritó tan fuerte que temió levantar a los vecinos.
—Perdón por asustarte, mi amor ¿Qué haces despierto a esta hora?— el menor ahogó un grito y se dio la vuelta para abrazar a su novio.
El mayor le correspondió el abrazo y acarició su cabello.
—¿Que pasó? ¿No puedes dormir?
Jaemin negó.
—Ven, vamos a la habitación— el menor asintió y se dejó llevar a pasos lentos hacia arriba.
Una vez estuvieron dentro de la habitación se acostaron en la cama y se abrazaron.
Jeno acarició la espalda de su novio y lentamente y sintió como este temblaba— ¿Por qué estás temblando? ¿Tienes frío?
El pelirosa asintió sin decir nada.
El más alto lo cubrió con las sábanas desde los hombros hasta los pies y luego lo abrazó— ¿Así está mejor?
—Si, mi amor, gracias.
Jeno le dio un beso en la frente— Descansa, bebé.
—Tú igual.
Se acomodaron mejor en la cama y se acariciaron hasta dormirse.
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