Capítulo 4. Mi hijo.

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Mientras Marina no llegaba, subí a tomar una ducha. Confieso que me siento extraña tomando un baño en esta casa, durmiendo en aquella enorme cama, era extraño caminar por aquí en este silencio que es peor.

¿Todos los días son así? ¿Estoy sola todo el día? Y lo peor, ¿Amelia me mantiene? No lo creo, siempre pensé en crecer y volverme independiente.

Entro al armario y elijo una ropa sencilla, short, blusa de manga corta y calcetas de plátanos que estaban cerca de la cama. Sólo pueden ser míos, porque las otras tienen diseños de un dibujo que nunca he visto en mi vida.

Salgo del cuarto y bajo, entro a la sala y me tiro en el sofá. Me siento como una desconocida en esta casa, como un invitado. Es muy extraño ese sentimiento, porque esta casa es básicamente mía. Yo vivo aquí y... no tengo idea de cuantos años, pero vivo aquí. Es mi casa.

Mi casa.

Pero, ¿por qué para mi esta casa parece sólo una casa desconocida?

La pérdida de memoria es una mierda, sí, sólo quería recordar ciertos momentos, pero todo era un borrón en mi mente. Tamborileo los dedos sobre mis piernas y miro alrededor, todo muy bien decorado. El salón tiene una decoración moderna, una TV de gran tamaño, enormes sofás, en serio, estos sofás parecen camas. Todo muy bonito, tengo que tomarme un día para conocer mi casa.

Es curioso que piense en ello. Voy a conocer la casa en la que he vivido años.

El timbre suena, sólo puede ser Marina. Me levanto de un salto sonriendo y corro a la puerta para abrir.

- ¡Puta mierda! - exclamo boquiabierta al ver la sonrisa de aquella mujer de pie en la puerta mirándome - ¡Marina! - el tiempo la ha cambiado un montón, pero esa boca, es irreconocible como sus ojos y sonrisa. Su cuerpo también ha cambiado, si antes ella tenía un cuerpo maravilloso, ahora tiene el cuerpo perfecto.

- Así que es cierto... - dijo, pero parece hablar de sí misma. Su sonrisa disminuyó un poco y sus ojos ganan un brillo triste, frunzo el ceño y en cuestión de segundos siento que mi cuerpo es tirado hacia adelante y rodeado por sus brazos - Te echo de menos - Marina habla contra mi pelo, el aire caliente que salía de su boca me hace cosquillasen el cuero cabelludo.

Me encojo contra ella, suspirando alegre por tenerla allí, es agradable estar con mi mejor amiga en el medio de toda esta locura. Marina acaricia mi pelo y besa la parte superior de mi cabeza, sonrío.

- Tu abrazo sigue siendo acogedor como siempre - mi voz salió un poco amortiguada porque tenía la boca presionada contra el valle de los pechos de Marina.

Parece aún más alta ahora, sus pechos han crecido. Alguien tiene que hacer una fiesta en estos pechos.

- Por supuesto que sigue igual - por último, se aleja de mí, sonrío y me acaricia la cara. Yo cierro los ojos para disfrutar del calor - Pero dime... - entra sin pedir permiso y todavía me empuja así que le dejo. Mi mandíbula cayó, sigue siendo la misma abusadora de siempre - ¿Cómo ocurrió esta locura? Ian entró a la casa desesperado contando todo, que habías perdido la memoria, que querías golpear a Amelia. Casi me muero de risa.

Ella continúa siendo habladora, Marina puede hablar más que María. Hablando de eso necesito a mi hermana también.

- No sé cómo sucedió todo esto - doy una pausa para suspirar, mi cabeza cabizbaja - Me desperté ayer por la mañana pensando que todavía estaba en la escuela secundaria, pero en realidad ya estoy casada, con un hijo y una esposa que, en mi mente todavía odio profundamente.

- Luisi... - su barbilla cae en picado, la incredulidad en su rostro es bastante clara. Tengo que acostumbrarme, porque sé que todos reaccionaron de la misma manera cuando me oyen decir eso - No digas eso.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now