Capítulo 34. Nada supera.

6.2K 288 229
                                    

Sus manos vagan por las curvas de mi cuerpo. La forma en cómo me toca en los lugares correctos, de una manera sensual. Siento el aire caliente que sale de su boca chocar contra mi cuello, agitándome.

Ella me tira contra su cuerpo, sus caderas moviéndose de un lado a otro, con el mismo ritmo que la mía. Sus pechos están presionados contra mi espalda, la piel expuesta gracias a la blusa. Amelia me gira, sus manos en mi cintura y sus ojos fijos en los míos.

Un paso atrás y dos para adelante. Su mirada brilla de deseo, me siento desnuda bajo esa mirada. Amelia sonríe de lado, sus dedos presionados contra mi piel. Ella vuelve a tirar de mí contra ella. Mi pierna entre las de ella y la de ella entre las mías. Una de sus manos está extendida en mi espalda, ella presiona la región a medida que avanzamos hacia frente y atrás, de un lado a otro.

Todo está en perfecta sincronía, como si estuviéramos acostumbradas a hacer esto durante años.

Ella sabe hacer esto como ninguna.

Amelia sube las manos por mis brazos, acariciando hasta llegar a mis manos. Entrelaza nuestros dedos, un paso adelante y dos atrás. Las caderas no paran de moverse, movimientos ondulados. Se muerde el labio inferior, concentrada. El labial rojo sangre en sus labios, la hace más atractiva de lo que ya es normalmente.

¡Maldita sea! Tengo una esposa sexy.

Caliente como el infierno.

Peligrosa como un demonio.

Esta es la única definición considerable para Amelia.

La música está cerca de terminar. Amelia vuelve a tirar de mí contra ella, desciende una de sus manos hasta mi muslo y tira hacia arriba, dejándola en su cadera. Le sonrío, mi respiración es irregular. Ella sonríe y se inclina para sellar nuestros labios. El sonido de los aplausos nos hace volver a la realidad y nos separamos.

Me gustaría poder sentarla en esa silla y follarla sin parar. Se ve tan jodidamente sexy ahora con el rostro un poco rojo, los rizos desordenados por mis manos y la capa de sudor que hace su piel brillante.

- Gracias, chicas - agradezco, me alejo un poco de Amelia para no correr el riesgo de agarrarla pero sus ojos están quemando sobre mí - ¿Fueron capaces de seguir el paso? Podemos reducir la velocidad si quieren.

Internamente pido que no hayan podido mantener el ritmo, pero para mi decepción la mayoría dice que sí. No es un mal para nadie tener que repetir todo otra vez con Amelia.

- Lo podemos hacer de nuevo si quieren - Amelia dice y la miro sorprendida.

Es una cabrona. Pero pensándolo mejor, necesito aprovecharme de ella un poco por lo menos.

- Ven cariño. Vamos hacerlo todo de nuevo - me sonríe coqueta.

Ella me agarra por detrás, presionando su pubis contra mi culo. Cierro los ojos brevemente y contengo la respiración. Amelia es una tentación y lo sabe. Lo que es peor, se aprovecha de eso.

- Estás disfrutando provocarme, ¿verdad? - le pregunto sin dejar de sonreir.

En un solo movimiento me gira, sus manos aún en mi cintura. Amelia está sonriendo, de una manera que conozco muy bien. Ella me está tentando, quiere saber hasta dónde llega mi control. A mi esposa le gusta hacer ese tipo de juegos conmigo, y de forma coherente.

- Te estoy amando, cariño - provoca; su voz más ronca de lo normal.

Sé que lo hizo a propósito, pues sabe muy bien lo que ese tono me causa. Coloco una sonrisa irónica en mi rostro, desafiándola a mirarme. Amelia tiene una pose confiada, sexy.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now