Capítulo 18. ¡Esta loca!

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Estamos una vez más en la casa del árbol y no puedo dejar de sonreír a todas las fotos que cuelgan allí. Son tantas fotos, lugares diferentes, posiciones diferentes, ropas diferentes. Miles y miles de situaciones, fotos de cuando éramos más jóvenes e incluso algunas que parecían haber sido tomadas hace poco.

Dos cosas que las fotos tenían en común: Amelia y yo siempre estábamos abrazadas o sonriendo la una a la otra.

- ¿Te gusta alguna? - oigo la voz de Amelia y la miro por encima del hombro izquierdo, ella entra a la casa sonriendo, le devuelvo la sonrisa. Una vez más miro a la pared de fotos.

- Todas.

- ¿En serio?

Siento sus manos en mi cintura y me muerdo al labio, Amelia pega su cuerpo al mío y pone su barbilla en mi hombro. Yo cierro los ojos para sentir mejor el perfume. No es un aroma desconocido, lo recuerdo vagamente y es tan bueno. Fascinante.

- En serio, aunque mis favoritas son de cuando estábamos en la escuela - confieso, su respiración choca en mi oído - ¿Cuándo fueron tomadas? - señalo tres imágenes en particular, Amelia deja escapar una risita.

En una estamos todos con la misma chaqueta del antiguo equipo de baloncesto de la escuela.

En otra estoy sentada en el regazo de Amelia, los brazos levantados, parecía estar gritando algo.

En la última estoy en su espalda, Marina está en la espalda de Ian, María en la de Ignacio y Natalia en la espalda de Liam, su novio en el momento en el colegio. Estamos en una fiesta, parecemos estar celebrando algo.

- Último año escolar, después de que nos graduamos, el equipo de baloncesto decidió dar una gran fiesta.

- ¿En ese entonces ya estábamos saliendo? - giro la cabeza para ver su rostro, Amelia me sonríe y niega con la cabeza. Frunzo el ceño, parecemos novias en las fotos.

- Estábamos conociéndonos, me tomo meses salir contigo - ella dice, su mirada se vuelve nostálgica - Me demoré para ganarte por completo.

- ¿Fui tan difícil?

- Mucho - humedece sus labios y suelta mi cintura, me giro completamente hacia ella y la observo sentarse en el colchón. Hago lo mismo - Terminaste con toda mi mesada comprándote chocolates.

- Querías engordarme ¿verdad? - juego con ella, cruzando las piernas y sentándome en forma de indio.

Amelia ríe y niega con la cabeza, lanza sus rizos hacia atrás, quedando su cabello bien acomodado. ¿Ya he dicho lo tan jodidamente sexy que es cuando hace eso?

- No, pero digamos que no te gustaban mucho las flores.

- A ver, de gustar mucho así como mucho, no - reímos - Pero si me gustan.

- La verdad sí, pero no te gustan mucho, ¿recuerdas por qué?

- Ah... Las flores no son comestibles, es cierto - sonrío con torpeza y bajo la cabeza. Por un momento nos quedamos en silencio.

¿Quieren saber algo interesante? Amelia me hace sentir cómoda, incluso cuando está en silencio como ahora.

- Ame... Quisiera saber más acerca de nosotras, como... ¿cómo empezó todo?

- ¿Desde el inicio?

- Ya sé sobre nuestro primer beso, también sé que te aplique la ley del hielo después y Marina me amenazo con cortar mi cabello para que te diera una oportunidad de hablar conmigo, ¿verdad? - ella asiente con la cabeza - Entonces... ¿Qué paso después? - Amelia respira profundo, apoya la cabeza contra la pared y cierra los ojos. Como si recordara ese momento.

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