Epílogo II

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El silencio que había en la casa me dejo curiosa, y un tanto triste con sólo pensar en la posibilidad de que mi esposa haya salido y me haya dejado aquí. Por supuesto Amelia a veces tiene que ir al estudio, y de paso a comprar algunas cosas. Pero me gusta tenerla alrededor, soy un millón de veces más dependiente de ella.

- Maldición. Puta mierda. Eso es una gran mierda - oigo a Amelia quejarse y el sonido de algunas cosas caer el suelo.

Sonrío, colocando la mano derecha en mi espalda baja como apoyo mientras camino en dirección al cuarto de nuestro futuro bebé, que está cada vez más cerca de llegar al mundo. Giro el pomo de la puerta y la claridad de la habitación pega en mi rostro, haciendo que cierre los ojos durante breves segundos. Miro a mi mujer, sentada en el suelo debajo de la ventana izquierda de la habitación. Tiene una expresión frustrada en su cara mientras lee algo en el papel en sus manos.

- ¿Qué te está dejando tan enfadada al punto de hacerte maldecir? - pregunto.

Amelia levanta la mirada, su expresión se suaviza casi instantáneamente al verme allí. Una sonrisa aparece en mis labios mientras me acerco a ella, puedo ver el brillo en sus ojos conforme me acerco. Mi esposa retira todo lo que está en su regazo y se pone de rodillas, sus manos agarran mi cintura y me tira cerca a su rostro, donde pronto deposita un largo beso en mi barriga. Coloco mi mano izquierda sobre su cabeza, acariciando sus rizos.

- Lo siento. Simplemente no estoy teniendo éxito con la cuna de nuestro pequeño - confiesa, sonriendo torpemente para mí mientras apoya su mejilla en mi barriga - No creí que fuera tan difícil.

- Te dije que no podrías hacerlo - un puchero aparece en sus labios, haciéndome sonreír por lo linda que es mi esposa cuando hace eso - ¿Qué te parece contratar a alguien para que lo arme de manera correcta?

- No, porque quería hacer esto juntas, como en las películas, ¿sabes?

- En necesario que dejes de ver comedias románticas, amor. En serio.

- No hables como si no te gustaran - se levanta del suelo, sus manos nunca dejando mi barriga. Simplemente amo el hecho de que siempre está acariciándola, besándola y tocándola. Es una de las cosas más lindas, el hecho de que está orgullosa de que llevara nuestro bebé me llena de felicidad - Voy a conseguir armar la cuna, después terminare de pintar las paredes también. Estuve pensando algo.

- ¿Pensando en qué?

- ¿Qué dirías si te dijera que quiero hacer una pintura aquí? - ella se aleja de mí, yendo en dirección a la pared de la derecha, cerca de donde quedaría la cuna de nuestro pequeño y estaba completamente vacía. Amelia ya había terminado de pintar ese lado, de un tono azul claro, mezclado con nubes oscuras y algunos dibujos que ella hizo - ¿Puedo?

- Depende... - camino hacia ella, deteniéndome a su lado para examinar la pared frente a nosotras.

Miro a Amelia y ella sonríe, antes de acercarse a mí y pararse detrás, abrazándome por la cintura y apoyando las manos sobre mi barriga. Su barbilla apoyada en mi hombro, su respiración calmada chocando en mi oreja. Suspiro, relajándome en sus brazos e inclinando mi cabeza un poco hacia atrás.

- ¿Qué pintaras si estoy de acuerdo?

- A ti - responde inmediatamente, sus manos acarician mi barriga por debajo de la blusa - A ti y nuestro hijo, o mejor, a ti esperando a nuestro Louis.

Louis, ella escogió el nombre de nuestro pequeño hijo al descubrir su significado. Significa "guerrero gloriosos" o "famoso luchador".

Estuve de acuerdo rápidamente al verla toda feliz diciéndome que había escogido el nombre de nuestro primer hijo. Aceptaría de cualquier forma por hacerla feliz. Pero ella acertó, Louis es un nombre hermoso.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now