Capítulo 38. Recuerdos.

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Siento los músculos de sus hombros relajarse poco a poco mientras hago un masaje. Las hormonas del embarazo parecen estar comenzando a afectar a Amelia, siempre que ella parece demasiado irritada, la acaricio para que se sienta más tranquila.

He encontrado varias cosas para mejorar su humor y afortunadamente ha funcionado. No fue necesario mucho esfuerzo, la mayoría de veces se contenta con un buen cariño o un buen masaje. Hoy opte por prepararle un relajante baño de espuma acompañado por un buen masaje. Y parece estar funcionando.

- ¿También tenía un humor inestable cuando estaba embarazada? - pregunto curiosa.

Escucho algunos huesos tronar mientras presiono con los pulgares, su suave piel bajo mis manos. Amelia suspira, inclinando la cabeza un poco hacia atrás hasta tenerla en mi hombro.

- Bastante - susurra. Los ojos cerrados, el cabello ligeramente húmedo y el rostro un poco ruborizado. Todo en ella parecía aún más hermoso que antes. O tal vez era yo más enamorada de ella - Había días que dormía con los ojos abiertos para evitar el riesgo de llevarme un puñetazo.

Ella ríe un poco, abre los ojos y veo un brillo nostálgico en sus ojos. Deslizo las manos hacia adelante, acaricio su clavícula y continuó descendiendo las manos hasta que llegan a los pechos de mi mujer. Amelia separa un poco los labios, jadeando con el toque de mis manos en sus pezones sensibles. Sonrío por sus reacciones positivas a mis toques.

- ¿Qué hacías para tranquilizarme? - pregunto en voz baja al oído, siento el cuerpo de Amelia ponerse un poco rígido.

Estoy segura que ella está toda temblorosa, eso me anima aún más.

- Un montón de comida, cariño y... - ella traga en seco cuando agarro sus pezones entre los dedos, torciéndolos - Y sexo... mucho sexo.

- ¿Mucho sexo?

- Sí, mucho. Todo el tiempo, en cualquier lugar - su tono casi desesperado me hace reír levemente. Amelia está excitada.

- Creo que puedo utilizar algunas de esas técnicas contigo también.

- Principalmente la parte del sexo, por favor - una sonrisa traviesa surge en mis labios.

¡Esa hija de puta! Ella me está induciendo a hacer lo que quiere.

Pero, ¿quién dice que no puedo jugar también?

- El sexo no va a faltar para ti, amor - aseguro su pecho izquierdo con la mano y desciendo la otra en dirección a su vientre. Paso ligeramente las uñas en su piel y el vientre de Amelia se contrae ligeramente - ¿Te estás sintiendo mejor?

- Mucho mejor... - Amelia curva un poco la espalda, veo a través de mis pestañas como ella separa sus piernas. El movimiento hace algunas pequeñas ondas en el agua, chocan contra el borde de la bañera y regresan al centro. Sonrío, finalmente tocando su clítoris. Mi esposa se desliza hacia abajo un poco, mordiéndose el labio inferior para no gemir - Y ahora está mejorando.

Deslizo suavemente mi dedo medio de arriba abajo, tocándolo con extremo cuidado, estoy siendo lo más cuidadosa posible porque no quiero lastimar a mi esposa. Quiero hacerla sentir bien.

Coloco un poco de jabón líquido en mi mano y vuelvo a masturbarla, Amelia agarra el borde de la bañera con una mano y con la otra sostiene mi muñeca, ayudándome con los movimientos en su coño. Parece cómoda, los suspiros y susurros de placer me dan seguridad de que le está gustando.

Capturo el lóbulo de su oreja entre mis dientes y succiono, raspando la piel sensible. Un gemido bastante alto escapa de su boca, haciéndome sonreír.

- Voy a cuidar de ti - susurro besando su mejilla.

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Miércoles, 27 de mayo de 2023

Stupid WifeWhere stories live. Discover now