Epílogo I

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Probablemente voy a tener que pagar algunas multas de transito después de esta noche, porque no me detuve en ningún alto, además no me moleste en ver si había estacionado en un lugar apropiado. Pero, obviamente no he venido manejando como una loca frenética. Después de todo, mis tres amores estaban conmigo, nunca haría algo para poner en peligro sus vidas.

Miro a mi alrededor una vez que entro al hospital, el aire gélido choca contra mi cuerpo, haciendo que me estremezca un poco y me abrazo a mi misma en busca de calor. No me había puesto un abrigo. Maldita sea, ¿y si mi esposa y mi hijo tienen frío? Debería haberme preparado mejor para este momento, soy una pésima madre y esposa.

- Por favor, necesito ayuda, mi esposa está entrando en trabajo de parto y me está esperando en el coche, necesito que alguien la vaya a buscar - comienzo a hablar sin parar al llegar a la recepcionista en el mostrador, se tarda unos pocos segundos en asimilar lo que he dicho.

Estoy tan nerviosa que ni siquiera consigo hablar bien, debo parece una psicópata. Miro por encima del hombro en dirección a la puerta, sintiendo ganas de correr y volver junto a Amelia. ¿Estará sintiendo dolor?

- Un enfermero le ayudará, señora. Le pido que mantenga la calma, su esposa la necesitara.

- Gracias - agradezco a la rubia, que ni siquiera tome el trabajo de preguntar su nombre, para luego acompañar con rapidez al asiático que se acerco a mí con una silla de ruedas.

- ¡Mami, mamá está llorando!

Escucho la voz de Louis y abro los ojos, acelero los pasos y voy al coche. Incluso desde la distancia veo a mi mujer curvada hacia adelante, con la cabeza apoyada en el tablero del coche. Mi corazón se dispara dentro de mi pecho, el hecho de saber que ella puede estar sufriendo con el dolor me deja mal. Quisiera poder sentir ese dolor en su lugar.

Abro la puerta del pasajero, el sonido despierta la atención de Amelia y ella me mira. Sus ojos llenos de lágrimas, las mejillas rojas y los labios torcidos, formando un pequeño puchero.

Esa escena seria adorable de admirar, si ella no estuviera a punto de dar a luz.

- ¿Sientes mucho dolor, amor? - ella asiente con la cabeza. El enfermero se acerca y le doy espacio para que pueda recoger a Amelia. Estoy nerviosa, lo admito - Voy a estar a tu lado, no voy a dejarte.

- Por favor, no me dejes.

- No lo haré - garantizo y aseguro sus manos, entrelazando nuestros dedos - Amor... - muerdo mi labio al sentirla apretar mis dedos, aumentando gradualmente la fuerza. Mi cara se contorsiona en una mueca de dolor - ...vas a romper mis dedos.

- Duele - ella susurra, lloriqueando. Miro al enfermero y asiento con la cabeza, dándole permiso para llevarla - ¿No vienes? No quiero estar sola. Por favor, Luna.

Sonrío para ella, descansando las manos en sus rodillas antes de inclinarme hacia adelante y sellar nuestros labios. Amelia agarra mi rostro y profundiza el beso, pareciendo desesperada.

- Voy a estar allí, tengo que cerrar el coche y avisarle a los demás - seco sus lágrimas con mis pulgares, depositando un beso en la punta de su nariz - No empieces sin mí.

- Tonta.

Me alejo de ella, observándola mientras el enfermero la lleva lejos de mí. Mi mirada se dirige a Louis, él está abrazando su propio cuerpo, sus ojos brillan confusos. Suspiro, acercándome a él. Me agacho frente a él, soltando sus brazos para poder sostener sus manos. Él rápidamente agarra mi cuello, me levanto del suelo, cargándolo en mis brazos y haciendo que envuelva sus piernas alrededor de mi cintura.

- Vamos a tomar las cosas de tu madre y luego avisarle a la familia. Tu hermana pronto nos conocerá.

- ¿Ella va a nacer ahora?

Stupid WifeWhere stories live. Discover now