Capítulo 8. Ella me dejará ir.

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Al salir del hospital me acerque al lado de mi padre en silencio, todavía estoy tratando de digerir y entender todo lo que el Dr. Charlie me dijo. No es fácil saber que nunca podrás recordar la mitad de tu vida. Amelia y mi madre van delante, hablan en voz baja, es decir, mi madre está hablando y Amelia sólo escucha.

Es muy interesante verlas de ese modo, parecen ser intimas como si fueran buenas amigas desde hace años. Me pregunto en qué momento Amelia logro la hazaña de conquistar a mi madre de esa forma, puedo recordar cuan protectora era cuando chicas se acercaban a mí para tener una relación. Y ahora Doña Manolita parece amar a Amelia de manera autentica.

Como si fueran madre e hija.

- Luisi... - papá me llamó antes de separarnos. Lo miro esperando que continue hablando - ...por lo menos hoy, intenta ser más amable con tu esposa.

Siento como se forma una mueca por la forma en que se refirió a ella, pero estoy demasiado aturdida por las noticias de hoy para tener alguna objeción. Le sonrío a mi padre y le doy un abrazo.

- Prometo que me esforzare - le digo al oído y lo escucho suspirar, acariciando la base de su espalda.

Me atrae más hacia él y deposita un beso en la parte superior de mi cabeza.

- Vas a estar bien, princesa - trata de sonar confiado, aunque su expresión facial muestra el miedo que tiene. Sonrió irónicamente y afirmo.

Realmente espero que todo vaya bien, papá... Lo espero.

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Amelia pasó en silencio todo el camino, ahora nos encontramos frente a la casa que compartimos y estoy esperando a que diga algo o, al menos, abra las puertas inmediatamente. Ella toma una respiración profunda, con las manos agarrando el volante. Frunzo los labios, con las manos inquietas, no sé qué decir, mucho menos si debo decir algo o sólo permanecer en silencio.

- ¿Tienes hambre? - su pregunta me tomó por sorpresa, Amelia me mira y sonríe, sus ojos tristes y apagados, está forzando una sonrisa. Ya puedo identificar algunas cosas - Puedo ir a buscar algo si quieres - sugiere.

Paro a pensar, no estoy tan hambrienta, pero creo que sólo necesita una excusa para dar un paseo y aclarar sus cosas. Sé que tenemos comida en casa.

- Sí.

- Pizza - no pregunta, parecía más bien un comunicado.

Me quedo boquiabierta porque ella sabía lo que iba a pedir. Bueno, ella es tu esposa, Luisita, es obvio que sabe.

Yo quería saber un poco más también, conocer sus necesidades y gustos.

Sin decir una palabra, suelto el cinturón y abro la puerta, miro a Amelia y esbozo una sonrisa antes de salir del coche y cerrar la puerta. Veo como sacude su mano dentro y entonces el coche se enciende de nuevo. La veo desaparecer por la esquina y dejó escapar un largo suspiro.

Aquí vamos, a vivir mi vida.

O tratar.

Treinta minutos más tarde y ella aún no regresa, no es que esté controlando el tiempo que está en la calle, pero confieso que estoy preocupada. Amelia nunca ha sido una persona muy inestable, nunca aprendió a lidiar con sus emociones y esto es algo que no parece haber cambiado con los años. Me temo que haga algo mal o le suceda algo.

Ando de un lado a otro en la habitación, veo mi móvil en la mesa de café y voy a tomarlo. Enciendo la pantalla y luego veo un mensaje, un mensaje de ella.

"Luisita lo siento, no puedo volver ahora, Ian me llamó y me pidió que lo viera, pero te llevare tu pizza más tarde."

Me siento molesta por eso, y enojada, enojada de estar aquí esperando por ella y preocupada mientras sale con su hermano. Por lo menos podría haber llamado. Mantén la calma, Luisita.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now