👻 Capítulo O1. 👻

861 97 81
                                    

Quizás, solo quizás, no tuvieron que ir por ese helado.

Cuando tenías apenas poco más de un mes de haber cumplido 11 años, mientras ibas en auto con tu padre escuchando música y cantando, un camión colisionó contra ustedes, provocando que el auto volcará y ambos dos terminaran hospitalizados.

Por suerte, al ambos llevar el cinturón de seguridad no habían recibido grandes daños, y al poco tiempo ya estaban de nuevo en su casa, tu padre con un yeso en el brazo y pierna, mientras que vos solo habías salido con un vendaje en la cabeza producto del impacto.

Tu madre lloraba aliviada, se sentía tan afortunada, con tanta suerte, bendecida por Dios de que las dos personas que más amaba estuvieran bien.

Por suerte ambos estaban ilesos.

Por suerte ninguno tuvo grandes traumas por el accidente.

Por suerte, la empresa del camión que los atropelló les pagó un seguro que les daba dinero suficiente para vivir sin grandes lujos, pero mejor que antes.

Por suerte.

Por suerte....

Pero ahora veías cosas.

*

No fue fácil decírselo a tus padres, pero era algo que no podías dejar de ignorar, no te dejaba dormir, no te dejaba comer, vivías en el completo tormento.

Pero tomaste la decisión un día, cuando abriste tus ojos y viste a una mujer de cabellos largos y negros mirarte por sobre tu cama, con dos huecos vacíos en lugar de ojos, no pudiste no gritar aterrado, no pudiste no llorar con desesperación cuando ella solo siguió caminando, traspasando la cama contigo encima, y no pudiste no decirle a tus padres lo que sucedía.

- Omma... veo gente muerta - y no, no era una parodia de la frase de la película Sexto Sentido.

Te habían hecho estudios en una clínica, te habían llevado a shamanes que resultaron ser fraudulentos, te habían llevado a exorcistas que no eran más que otros chantajistas, te habían llevado a brujos que no eran más que estafadores, te habían llevado a médicos que no sabían decir que era lo que te pasaba, neurólogos que decían que no tenías nada, psiquiatras que querían solucionar todo con medicamentos que no servían para nada más que hacerte sentir adormecido, como si no fueras vos, y lo peor de todo es que tu cuerpo se movía más lento por lo que al ver a los fantasmas no podías ni huir, sino que tenías que tolerar con una mayor angustia su presencia; te habían derivado a psicólogos que creían estabas en una especie de psicosis y quienes recomendaban cambiaras a otro psiquiatra porque seguro era un charlatán que no servía para nada, te habían llevado a tantas partes, que un día ya te encontrabas exhausto.

Ya no te importaba siquiera verlos, habías conseguido tener una fobia aun mayor por las personas vivas que las no vivas.

Creías que, aunque en ese momento no lo podías poner en palabras, esto que sentías sería lo más semejante a perder la fe en la humanidad, así que como ya te encontrabas cansado de que nada cambiará, un día decidiste comenzar a mentir.

- Ya no veo nada - dijiste una mañana, mientras ignorabas a la mujer con el cuello abierto gracias a un corte horizontal muy profundo que estaba en la parada de autobús mirando a ninguna parte, tu madre sentada entre medio tuyo y del fantasma, haciéndote compañía mientras esperabas tu colectivo.

- ¿Enserio? - te pregunto mirándote de golpe, sus ojos que ni cubiertos de maquillaje podían ocultar las ojeras que ella poseía.

- Si Omma, no he visto nada en todo el día - le sonreíste, cerrando tus ojos para ignorar a la niña pequeña que lloraba a los gritos pidiendo por sus padres mientras cruzaba la calle con el brazo dislocado y la cabeza partida.

Quizás, solo Quizás - HyunHoWhere stories live. Discover now