Capítulo 4: La marca del demonio.

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La noche cae con gran resplandor dejando un cielo estrellado alumbrado con suma belleza por una orgullosa luna que busca opacar a las estrellas, quienes altivas intentan recordarnos con sarna, que no somos más que simples seres en un mundo de giga...

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La noche cae con gran resplandor dejando un cielo estrellado alumbrado con suma belleza por una orgullosa luna que busca opacar a las estrellas, quienes altivas intentan recordarnos con sarna, que no somos más que simples seres en un mundo de gigantes incógnitas. Observo con deleite el espectáculo que nos ofrece esta noche, con satisfacción recibo las suaves brizas del viento que refrescan esta noche dándonos un poco de tregua con aquel calor que sofoca nuestros cuerpos en esta época del año donde cuesta llevar tantas ropas.

Desde mi balcón, veo la gran muralla vigilada por mis guerreros, mismos que ríen y hablan sabiendo que realmente en estos momento no hay ningún peligro a quien temer, por el contario, la paz es tan duradera que ya nadie se esfuerza por ser buen guerrero, ya nadie se acuesta con temor a ser despertado brutalmente en la madrugada por seres oscuros que colmados de crueldad arrasan con todo sin pensar. Detrás de mí escucho los suaves pasos de las sirvientas que con devoción prende las velas de mi habitación, mientras la aromatizan a mi gusto para hacerla merecedora de mi presencia. Con ansiedad recuerdo que aquella bruja ya debe venir en mi encuentro y no puedo pasar por alto el leve sobresalto que sufre mi corazón al recordar su mirada verdosa que con neutralidad y desafío me ve como si yo no fuese un peligro, como si dentro de mí no existiera una bestia irracional que en cualquier momento puede salir de la forma más bestial a destruir todo lo que este a su paso.

Me genera mucha intriga. Mi abuela desde chico me habló de los aquelarres, de su grandeza y poder, de su altivez y de su destreza, de su carácter y personalidad. Cuando uno de los emisarios de los aquelarres vino a ofrecerme una concubina creí que era una broma, pero al ver la seriedad y la decisión en sus ojos supe que no me estaba mintiendo, realmente bajo mi poder estaría un ser exótico y sin igual. Podría mentir y decir que no me emocione ante esa idea, pero sería la mentira más hipócrita del mundo. Cuando supe que ya se encontraba en el palacio planifiqué la una reunión con todas mis concubinas solo por verla, por poder tener enfrente de mí y bajo mi orden a una hembra altiva y no como las sumisas que suelen rodearme.

Lo primero en lo que me fije aquella vez fue en su hermosura, una que jamás había visto. Su piel acanelada decorada con distintos símbolos que sobresalen en los límites de su ropa, le dan un aire misterioso, además, sus ojos que, aunque a simple vista parecen neutros, suelen alzarse con desafío y arrogancia me ataren de una forma que no sé explicar. Cualquiera diría que un ser con un carácter tan fuerte y desafiante se comportaría de forma brusca e incontrolable, pero, hasta donde sé, se muestra con neutralidad cumpliendo con todo lo que se le ordena, pero no dejando que nadie pase por encima suyo.

Pero, de la misma forma que me genera curiosidad me provoca en cierta medida desconfianza. Su negación para contarme los motivos de su castigo me hace pensar que algo está pasando y yo no estoy al tanto, es por eso que mande a pedir sus registros, pero los aquelarres se niegan a darme alguna información alegando que son cosas internas de ellos y que ella no representa ningún riesgo para mi reino. Sé que no debería desconfiar de ellos, pues existe un tratado que rige muy bien nuestra conexión, pero aun así las dudas están presentes.

El harén del AlfaWhere stories live. Discover now