Capítulo 40: Corazón ciego

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Argus

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Argus

El tiempo es una mierda. Se burla de nosotros. El muy maldito se afana cuando saboreamos la felicidad, y parece casi detenerse cuando nos consumimos. Lo odio, como lo hago con todo últimamente desde aquel día en que ella se fue, en que me rechazo, en el que decidió no luchar. Suspiro con fastidio al volver a recordar esos momentos tan dolorosos para mí porque nadie ha logrado comprender todo lo que sufrido desde ese maldito día gracias a esa...bruja.

Su rostro rendido y neutro ha sido la imagen más vivida que se me presenta de ella en mi mente, los demás momentos a su lado se muestran borrosos y dudosos, como si solo fueran fragmentos de un sueño y no retazos de mi historia. Es que aún no lo puedo creer. No puedo entender por qué se rindió tan fácilmente, por qué prefirió volver a donde la traicionaron y sí, se perfectamente que yo también le hice daño, o más bien caí en la trampa de esa demonia y la deje desprotegida en mis celdas, pero estoy seguro que ella entendió por qué lo hice. Ella es una líder como yo, sabía que todo apuntaba a ella y que yo no podía pasar eso por alto.

Pero ya nada de eso importa. Ella se fue sin siquiera darme la cara una vez más. Ya hace más de dos meses que se fue sin voltear a ver a nadie, sin dejar rastro, sin decir un mísero hasta luego. Se fue y aun retumban sus palabras en mi mente y es por eso que he tomado una decisión. Aunque mi abuela no esté de acuerdo, por esta vez haré solo lo que yo quiero sin esperar aceptación de nadie más, al fin de cuentas, es lo que ella quería. Renata será mi reina. Ya he tomado la decisión y lo he hablado tanto con mi madre como con mi abuela. La primera estuvo feliz, pero en los ojos de mi abuela solo vi tristeza y eso me dio rabia, porque parecía que su corazón guardaba un anhelo que Anastasia nos negó descaradamente luego de pasar tantos momentos conmigo, luego de dejarme adorar su cuerpo muy seguramente como nadie más lo había hecho.

Pero bueno. Renata primero debe preparase para ser mi prometida y consecuentemente mi reina y eso toma tiempo. Pasará alrededor de un año para que la ceremonia se lleve a cabo con todas las de la ley siguiendo los debidos protocolos que se deben cumplir, por ahora solo estaremos en tiempos de cortejo, por lo que nuestra actividad sexual se cancela hasta que estemos casados, pero eso es lo de menos, al fin de cuentas tengo todo un harén a mi disposición listo para complacerme de cualquier manera, aunque he de admitirlo, me ha costado como nunca disfrutar de esos encuentros y es que su Anastasia me tortura con imágenes de su cuerpo, de su entrega, de su pasión y eso me frustra, pero me esfuerzo por solo concentrarme en el presente y dejar el pasado silencioso atrás, donde debe estar... donde ella decidió estar.

Me genera malestar el saber que todo lo malo por lo que estoy pasando es culpa de ella. Todo es su maldita culpa. Ella vino aquí sin que yo lo pidiera. Se metió en mis pensamientos sin que yo lo quisiera. Se convirtió en un deseo y luego en un anhelo sin que yo la autorizara para hacer eso. Es que me siento estúpido de solo recordar que me vi a mi mismo comparando nuestra historia con la de mi padre y su amada, o cumpliendo mi sueño de niño de formar una familia real, no arregla ni vacía. Me da rabia que me duela el que ella se haya ido y se haya llevado todo eso con ella diciendo que esto era lo mejor para mí. ¡Una mierda! Si esta es la felicidad que mi vida necesita según ella, pues que venga, que venga y viva esta vida donde todo me fastidia y me molesta, donde aunque me esfuerce no puedo volver a ser el que era antes de ella.

El harén del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora