Capítulo 39: Es un adios

207 22 4
                                    


Sigo mi corazonada, camino sin prestar atención a nada más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sigo mi corazonada, camino sin prestar atención a nada más. Mi instinto oscuro me guía, mientras mi magia se alista. Mi corazón palpita con rabia mientras que mi mente solo puede hacerme ver una y otra vez lo estúpida que fui. Me hierve la sangre, pero al mismo tiempo tengo que aceptarlo, la muy maldita supo armar a perfección su papel. No hubo fallos, no hubo indicios. Desde el primer día me enredó, mientras desde las sombras de un puesto bajo, tuvo en la mira a todo el castillo y luego, cuando se sintió amenazada por mi presencia, me neutralizó de forma fácil.

Aquí están las consecuencias de olvidar quien soy, de pensar que puedo ser normal como los demás e ir por la vida creyendo todas las buenas obras. Me siento avergonzada de mi misma porque no estuve ni cerca de atraparla en su momento, por el contrario, lo único que hice fue caer en su trampa dejándole el camino despejado nuevamente. Pero olvidó algo, porque puede que mi mente se despiste, pero siempre recuerda lo importante, puede que tarde, pero lo hace.

Mis pesados pasos resuenan por las escaleras mientras las desciendo, sabiendo al fin hacia donde me conduce mi instinto y sonrió, la muy perra sabe que voy por ella. Me está esperando y muy seguramente para burlarse. ¿Cómo puede ser tan crédula? No lo entiendo. Cuando recién llegué la reina ya se pavoneaba diciendo que yo era salvaje y que incluso tendría hechizado a Argus, pero la verdadera realidad es que este castillo me hechizo haciéndome débil, vulnerable... Me hizo olvidar lo más básico de mi vida. Pero hoy cae ese hechizo. Hoy vuelve la original versión de Anastasia Qubelle, ultima descendiente Trasoqui.

Detrás de mí escucho pisas aceleradas que me siguen al igual que sus murmullos que poco a poco se van alzando al verme a mí. Pronto, más pisadas se unen y cuando al fin estoy por llegar a aquella habitación abandonada una multitud viene apretujada entre empujones a las espaldas de Argus y de la ex reina, pero ni eso me detiene. Entro sin dudar y entonces la veo con su sínica sonrisa que parece totalmente fuera de lugar en aquel rostro tierno y puro que ha utilizado para engañarnos.

Sus ojos que lucen puros e inocentes ocultan su verdadero rostro, pero con burla sigue el juego cuando ve detrás de mí encontrándose con Argus y con la ex reina. Su sonrisa cambia y su porte se vuelve indefenso, incluso rápidas lagrimas acuden a sus ojos poniéndolos rojos y demostrando sínicamente un miedo que sé que no siente. Sus manos se vuelven temblorosas y empieza a dar pasitos pequeños hacia atrás como si quisiera huir de la pequeña habitación abandonada donde venía a hacer el hechizo de suplantación llenando de rosas y sangre aquel apartado rincón que no puedo ser más que un triste testigo silencioso.

— Gran ex reina... Mi re... mi rey. — su voz dulce suena temblorosa y bajita. — No sé qué pasó... Yo no... No sé qué hago acá.

Respiro profundo mientras un temblor me recorre, uno que me exige sangre, uno que me hace apretar los puños con pura ira hacia ella, solo hacia ella. Su cinismo me enferma, su burla me pone al límite y sé que lo disfruta, porque sabe que ante ella me siento atada al reconocer lo mucho que su hermano la quiere, lo mucho que él se preocupa por ella a pesar de toda la mierda que nos ha hecho vivir.

El harén del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora