Capítulo 5: Día complicado

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Ya es de día, la luz de un sol reluciente se cuela por los enormes ventanales de esta magnífica habitación

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Ya es de día, la luz de un sol reluciente se cuela por los enormes ventanales de esta magnífica habitación. La fiebre y la inconciencia azotan con fuerza y ansia al rey quien me abraza fuertemente a su cuerpo mojando mi trasparente camisón con su sudor y estremeciéndome al ritmo de sus escalofríos. Gracias a la cercanía entre su cuerpo y el mío he podido usar con más concentración mi magia sanadora que lucha contra las diferentes reacciones de su cuerpo al perder al parasito impostor, pero aun así, creo que su cuerpo se tomará un par de horas más para recuperarse.

El problema está en que, gracias a la debilidad y al estado de confusión de su cuerpo, su sanación se hace nula por lo que cualquier cosa podría enfermarlo de gravedad, lo mejor es tenerlo aislado de cualquier ser y ahí es donde a mí se complica la vida. Quizás podré manejar la situación ahorita en la mañana, pero al transcurrir el día será sospechoso para los demás que su rey se encuentre aún encerrado con una simple concubina. Esta situación es complicada, mi cabeza está en juego y necesito que la suerte me sonría hoy con mucho entusiasmo porque mi energía parece alterarse al predecir problemas. Además, esa mujer que vino anoche parecía dispuesta a matarme por estar encima de su rey. Casi enloquece. Supongo que no demorara en hacer otra rabieta.

Con delicadeza me separo de sus fuertes brazos y camino hacia la mesa en donde hay un pequeño cuenco con agua, al recorrer la habitación con mis ojos veo un pedazo de tela puesta sobre uno de los sofás y me acerco a ella para rasgarla y sacar dos pequeños pedazos; con el cuenco en una de mis manos y los pedazos rasgados en la otra camino nuevamente a la cama observando cómo esta está casi destruida en la parte inferior. Obviando esto, me siento en la cama a su lado y le comienzo a limpiar su cuerpo tratando de quitar el pegajoso sudor que lo recubre. Con suavidad limpio su rostro, siendo consciente de la palidez que lo decora dejando a la vista unas notorias ojeras y unos labios secos y cuarteados que a pesar de su estado causan una leve atracción en mí. Jodida Luna que dota a sus Alfas con exceso de belleza.

Cambio el pedazo de tela por el otro remojándolo en el agua para proceder a limpiar su pecho descubierto que luce musculoso y bien marcado, mis curiosos ojos logran contar cuantos cuadros decoran su firme abdomen, cosa que me desconcierta, he visto muchos hombres semidesnudos en entrenamiento y jamás tuve la curiosidad siquiera de detallar alguno, siempre pase por alto eso, no entiendo porque ahora ese tipo de cosas son relevantes para mí. Sacudiendo esos pensamientos sigo con mi labor un poco más rápido para no volver a caer en tan confusos pensamientos y sentimientos, pero un ruido hace que me sobresalte, suaves golpes en la puerta me indican que la ausencia del rey ya está siendo notada y que pronto me veré obligada a hacer lo posible por no dejar entrar a nadie.

— Mi señor, no ha desayunado — la voz de uno de los sirvientes me relaja.

Con mucho cuidado y manejando los latidos de mi corazón me acerco a la puerta y susurro levemente para hacer creíble mi mentira.

— Su majestad aún duerme — mi voz sale tranquila y sin alteración

— En ese caso, cuando despierte, dígale que debe comer. — sin más, escucho levemente como se aleja con pasos lentos y tranquilos.

El harén del AlfaOn viuen les histories. Descobreix ara