Capítulo 3: Brillante oscuridad.

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No lo sé

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No lo sé. No tengo una razón lógica del por qué siento tan tranquilidad cuando estoy con la ex reina, quizás haya sido su discurso o la forma en que sus ojos verdosos me transmiten un sentimiento que no se reconocer, pero que al mismo tiempo me gusta y me genera curiosidad. Realmente siento una especie de tranquilidad cuando estoy cerca de su vibrante energía y de su aura que destila sabiduría y bienestar. Es curioso, todo en ella me parece cautivante y atrayente.

Desde la mañana me trajo a su habitación privada que goza de gran tamaño y de exuberantes lujos que relucen en cada milímetro hablando del poderío y de la nobleza de la misteriosa ex reina. En su gran cama adornada por las mejores telas de este mundo se encuentran muchos, hermosos y extravagantes vestidos que están siendo ajustados según mis medidas por un par de modistas. Mientras tanto, la ex reina me habla de modales y de etiqueta, de como una mujer debe comportarse ante diferentes escenarios que se plantean en la alta sociedad; he de decir que todo eso me parece una burla, es estúpido pensar que hasta la cosa más insignificante en el actuar de una mujer debe ser vigilada por la misma para ser moldeada según la ocasión lo amerite, desde mi perspectiva, aquellas prácticas no son más que una verdadera pérdida de tiempo, ahora entiendo porque han perdido tanta condición para la guerra, la paz solo los ha vuelto mediocres y débiles envueltos en una burbuja que juzga con ojos estrictos y que solo acepta una falsa perfección.

— Veo que es demasiada información por hoy — la risueña voz de la ex reina hacen que mi concentración vuelva — No te culpo, para mí también fue estresante aprender todo esto.

Su sonrisa traviesa me deja entrever que entiende lo mucho que me puede llegar a agobiar todo esto, aunque no le halle el más mínimo sentido. No existe un sano equilibrio entre todas las ridiculeces a las que se someten. Todo parece surgir de un supuesto, de meras ilusiones que creen que simples seres como nosotros pueden llegar a alcanzar la divina perfección.

Se engañan con poca astucia. La perfección no va vestida elegante, ni se esmera por controlar lo incontrolable. La perfección suena como el acorde del universo circundante más allá del cielo, allí donde nuestros sentidos no pueden llegar, allí donde solo los dioses pueden sentarse. Aunque alguna vez me dijo una bruja, que para oír la perfección solo hay que recordad que dentro de nosotros fluye la energía más perfecta, y entonces, el sonido vendrá a nosotros, como una estrella fugaz que celosa y altanera que solo se permite darnos apenas unos segundos para adorar su belleza.

— Son demasiadas cosas — murmuro recordando parte de los modales que debo asumir de ahora en adelante y las normas de etiqueta que debo manejar.

— Aprenderás rápido. — su mirada positiva solo hace que frunza mi ceño pues al parecer realmente ella me tiene fe, cosa que me parece un tanto ridícula — Por ahora descansemos. Vayamos a dar un paseo por el jardín mientras terminan de ajustar los vestidos que te di.

Tomándome de la mano me hace levantar de su ostentoso sofá con detalles en oro puro, con suavidad me conduce hasta situarse en la puerta de la habitación, allí pide que la abran para así poder salir y conducirnos por los elegantes y lujosos pasillos del castillo hasta hallar el gran jardín colmado de hermosas flores que rodean una hermosa fuente de agua pura y cristalina. La ex reina sigue caminando por el majestuoso jardín hasta que llegamos a una zona despejada donde residen unas cuantas mesas simples en detalles, pero forjadas en la más fina plata. Nos acercamos sintiendo como el cálido sol acaricia nuestras pieles dejando una sensación calurosa que crea un leve sonrojo en nuestros rostros, al llegar nos sentamos con la delicadeza que una "señorita" debe portar, rápidamente algunas sirvientas se acercan con jarras llenas de jugos refrescantes.

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