Capítulo 19: Kaxha

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Todos nos ven

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Todos nos ven. Sus ojos pegados a nosotros buscan detallar todo y seguir cualquier mínimo movimiento de nuestra parte. Los ojos fríos y estrictos de las hadas se achinan en nuestra dirección buscando alguna imperfección, pero al no encontrarla vuelven sus miradas a su rey quien luce tranquilo, bueno, lo máximo que sus rasgos finos y elegantes le permiten. Por su parte los pocos cantores que hay en la mesa, entre ellos Clemen, se mantienen con miradas cansadas y hasta cierto punto molestas, particularmente cuando se centran en mí, cosa que me tiene sin ningún tipo de cuidado. Han de saber muy bien que no pueden juzgarme, no ahora, no cuando yo no tuve elección.

— Tomen asiento, por favor — dice el rey de las hadas.

Murmurando algunas palabras de agradecimientos procedemos a sentarnos en las sillas que quedaban disponibles, quedando el rey alfa a la derecha del rey de las hadas y al frente de Clamen, que muy seguramente esta en representación de la reina de los cantores. Yo me dispongo a sentarme dejando una silla vacía al lado del alfa para que el beta se siente, pero este aun con aquella sonrisita burlona me hace una seña para que me siente al lado del alfa, cosa que cumplo bajo la mirada recelosa de todos los cantores. Sé que no les gusta, porque ellos si saben lo que está en juego, pero esta es mi posición ahora. Por último, Shein se siente a mí otro lado y los dos lobos de la jauría que nos acompañan toman sitios después de él, quedando así frente a frente de un par de hadas serias que estaban sentadas después de los tres cantores que hay en la mesa. Sí no estoy mal, son parte de la realeza de las hadas, no sabría decir exactamente quienes son, pero solo hay que ver sus rasgos parecidos al rey para saberlo.

Sin querer enfrentarme a las miradas de los cantores me dedico a observarlo todo, desde el impecable trozo de cristal rectangular que sirve como soporte de la mesa, hasta los grandes candelabros encima de nosotros que iluminan a la perfección el lujoso salón decorado con flores exquisitas que brindan un olor a tarde primaveral. Los platos vacíos frente a nosotros y los cubiertos perfectamente ordenados que los acompañan son de un oro fino, claro y brillante que habla de la absurda ambición de las hadas, quienes no tienen ningún reparo en ser codiciosas y buscar quedarse con toda cosa que brille y llame la atención. Ese es su instinto.

Una suave campana suena tres veces llamando mi atención, haciéndome fijar en las delicadas, largas y extremadamente blancas manos de rey de las hadas quien toca la campana con sutileza y elegancia. Cuando la tercera campanada deja deslizar su sonido, estirados sirvientes aparecen con charolas que dejan frente a nosotros y destapan dejando ver una exquisita ensalada hecha a base de hierbas frescas, algunas nueces, un par de trozos de frutos rojos y trocitos de lo que parece carne de alguna ave. Claro está que este último ingrediente solo lo tienen los platos de los cantores y los nuestros, las hadas por ley son vegetarianas, así que este tipo de comida es muy normal por acá. Su legado se mezcla con la fauna, por eso, desde tiempos en los que yo ni existía, las hadas se han reusado a consumir carnea animal, pues son a ellos a quienes adoran.

— Buen provecho. — Vuelve a hablar el rey de las hadas con una seriedad que no le aporta ni una pizca de ánimo a esta cena.

Todos empezamos a comer en completo silencio porque así lo dicta la etiqueta que tanto siguen las hadas, pues hablar durante alguna comida es una total falta de educación y de respeto. Con cierta ansiedad y tensión comemos nuestra ensalada que fue preparada con aceites y algún tipo de salsa que la hace deliciosa al paladar, dejando una sensación de frescura que provoca que nuestras bocas saliven un poco más de lo normal. En medio de la cena decido enfrentar las molestas miradas y uno a uno le dedico mi mirada más seria, esa que ellos conocen muy bien, por ello bajan la suya, claro, todos menos Clemen, que por algún motivo está mucho más revoltosa que de costumbre, cosa que me hace alzar una ceja en su dirección. Clemen es una mujer fuerte y poderosa, pero sobre todo revoltosa y más cuando se trata de su reina. Ahora que la recuerdo, es raro que su ella no esté aquí, seguramente no le dio mi mensaje pasando por encima mi orden no directa, y es que conociéndola como la conozco, se tomó la atribución de pasar por encima de mi pedido. Ahí está pintada. Ella se da cuenta de mis pensamientos y desvía la mirada a su plato confirmándome que ha estado tomando decisiones que no le competen, obligándome a desempolvarlo un olvidadizo canal telepático poco reforzado, pero que de algo ha de servir.

El harén del AlfaWhere stories live. Discover now