Capítulo 37: Fuego contra fuego

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El dolor de la traición es algo que nunca se lo desearía a nadie, y menos cuando viene de una persona cercana a ti

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El dolor de la traición es algo que nunca se lo desearía a nadie, y menos cuando viene de una persona cercana a ti. Es destructivo. Lo único con lo que lo puedo comparar es con un veneno, porque te entra desde fuera y te hiere hasta lo más profundo, intoxicando el alma, los sentimientos, la razón. Muchas veces me sentí merecedora de tal acto, pero siempre dentro de mí he sabido que no me lo merecía, no cuando era la voluntad de su propia madre y la ley más preciada que tenemos ahora mismo en los aquelarres. Ningún brujo puede ser líder. No cuando a mí me curtieron para cumplir las exigencias de todos. No cuando ser reina me lo impusieron como mi propósito más sagrado.

Fue injusto conmigo. Quizás nunca hemos sido los más grandes hermanos. Realmente no recuerdo alguna aventura juntos, algún momento memorable, o incluso, alguna charla profunda. Nunca nos hemos mostrado cariñosos, pero aun así, él siempre ha sabido que yo daría mi vida por protegerlo, por hacer todo lo necesario para que él viva bien. Pero desde que salí del entrenamiento volviendo a los aquelarres, supe que no era precisamente afecto fraternal lo que él sentía por mí. Siempre iba y venía con sus amigos derrochando arrogancia, demostrando poderío y alardeando de sí mismo, de su poder e inteligencia. Sus palabras siempre venían encriptados con indirectas, burlas y demás, pero siempre ignore todo eso, porque era mi hermano, el hijo de la mujer que lucho por mantenerme con vida. ¿Cómo podría si quiera pensar en hacer algo en su contra cuando veía todo el aprecio que ella tenía por él?

Pero ahora es diferente. Todo un mundo está en peligro. Y aunque fuera impuesto o no, mi deber es mantenerlo a salvo. La armonía es mi razón de ser, es mi deber, mi principio, mi lucha. Debí venir a este castillo, ser una concubina y perderme en las sendas peligrosas del deseo, la pasión y el amor para recordarlo, porque quizás, antes solo me sentía un instrumento más a su favor, pero aquí he recordado con dolor que yo soy quien la protege y dirige. Bueno, al menos por el lado de los aquelarres, porque no estoy sola en esto. Kaxha y Dimitry están conmigo a pesar de todo.

Les he fallado, sí. No solo con lo de Dimitry, sino también cuando permití que me sacaran de mis obligaciones dejándolos solos a ellos. Este tiempo que pase recluida siendo torturada por Synfeirex me ayudo a pensar y a reflexionar. No debió ser fácil. Cada uno de los tres tenemos un deber y hace rato descuide el mío, y muy seguramente toda mi responsabilidad cayó sobre sus hombros y lo que más me duele es que ni siquiera tienen el corazón para reclamarme eso. Por ello debo volver, debo dejar de esconderme en el falso bienestar que me dan estas tierras, debo... dejar ir lo que nunca ha sido para mí.

Soy Anastasia Qubelle, princesa heredera de la reina Ithabel Qubelle y ultima descendiente de del linaje Trasoqui. En mi sangre está inscrito el legado más antiguo de nuestra estirpe, mientras mi corazón soporta los anhelos de una madre que hizo lo necesario por mi bien y el de todos. Pero mi alma es guerrera y eso es lo que soy. No soy un adorno, una imagen o una figura. Soy un ser latente e indomable, porque en lo único que se ponen de acuerdo mi linaje y mi deber, es que soy una líder innata para la guerra. Y aunque traté de huirle muchas veces, siempre me ha encontrado tentándome, liberándome, llevándome al máximo y ahora, no solo me encontró para seducirme, esta vez es diferente, esta vez me exige, me reclama. Me dice que es hora y que en mi está la clave.

El harén del AlfaWhere stories live. Discover now