Capítulo 14: Amenazas

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El medio día se impone con gran brillantez en las tierras templadas del reino de los hombres lobos, un sol reluciente baña con luz calurosa todo a su paso, mientras Anastasia sigue de cerca al curioso beta, quien la guía por pasillos del gran cast...

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El medio día se impone con gran brillantez en las tierras templadas del reino de los hombres lobos, un sol reluciente baña con luz calurosa todo a su paso, mientras Anastasia sigue de cerca al curioso beta, quien la guía por pasillos del gran castillo que ella no había visto antes, pues estos, al contrario de los que suele recorrer diariamente, parecen más cuidados, relucen con decoraciones más lujosas y coloridas que resaltan los lujosos ventanales y las enormes cortinas que, muy seguramente, han sido hechas a mano y con las telas de las hadas. Anastasia camina firme, con neutralidad, mientras detrás suyo siente los pasos de Bolgoña, quien esperaba de mala gana junto al beta a que Anastasia estuviera lista para ir al comedor cerca de la cocina donde se alimentan los sirvientes del palacio, ya que el sol les impedía comer en el jardín que queda cerca al área del Harén y, directamente, el beta no pude entrar dentro de las instalaciones del harén ya que el único que puede hacer eso por su cuenta es única y exclusivamente el gran Rey Alfa, la reina y la ex reina.

El beta baja unas cortas escaleras y luego se gira para un lado dejando pasar primero a Anastasia y luego a Bolgoña, quien es la encargada de velar que el debido protocolo se cumpla y no haya ningún tipo de traición a su majestad. Su función es precisa, según las reglas de harén. Ningún hombre fuera de rey puede pasear en privado con ninguna de las concubinas o favoritas, a menos, de que alguien los acompañe. Anastasia solo puede pensar en todo lo que encierra el protocolo. Las inseguridades se ocultan en tantas reglas que pretenden custodiar hasta la más mínima acción. Los seres de Frunbor no son capaces de confiar entre ellos mismo, las inseguridades los agobian, las mentiras les susurran. En un afán por controlarlo todo, se rigen estrictamente por todo tipo de reglas, pero aun así, en medio de tantas etiquetas, moldes y restricciones, las trampas se esconden con altivez. Claramente para Anastasia es un poco absurdo todo esto, ella es una bruja. La confianza es vital en su comunidad, de lo contrario, no habría forma de sentirse un poco seguro en medio de la guerra. Quizás, pensó cuando Bolgoña pasó por su lado con ojos cargados de resentimiento, los inadaptados y salvajes sean ellos y no nosotros.

Cuando los tres ya se encuentran en el gran comedor que cuenta con mínimo treinta y cinco puestos, donde alegres sirvientes en su mayoría lobos, hablan y juguetean en su hora de almuerzo, pero al ver a los tres seres que han entrado se quedan en silencio evaluando más precisamente a la salvaje mujer que se para ante ellos con un semblante serio, pero sin poder evitar esa mirada seria que lleva consigo desafío y confianza, esa que escasea últimamente en el castillo. Por otro lado, el beta amigable que todos conocen es el primero en tomar asiento seguido de Anastasia y Bolgoña, mujer conocida por todos los sirvientes por su actitud engrandecida y altanera.

Muchos en el castillo sintieron algún grado de placer cundo supieron de su castigo. Muchos de los allí presentes cuchillearon sobre lo ocurrido con sonrisas burlonas que trataron de disfrutar al máximo, antes de que ella fuera absuelta y volviera desquitarse con ellos. Bolgoña, dentro del castillo, representa esa carta magna de la reina. Es ella quien libra las batallas de su señora, y también, la que limpia sus pasos sin importar que. Hay varias teorías de su fiel lealtad a la reina, pero ninguna ha sido comprobada. Muchos hablan de sus pasados fuera del castillo. Otros hablan de su amistad dentro del harén cunado eran concubinas. Otros cuentan que la sirvienta guarda en su corazón un amor secreto no correspondido, pero si cultivado por la reina, quien es una mujer que sabe manejar cualquier tipo de carta a su favor. Nadie lo sabe en realidad, pero quizás sea todo eso y más, porque no hay que dudarlo ni por un momento, Bolgoña daría su vida por la reina sin pensarlo demasiado. Por eso es tan temida. La reina no va a dejar que su más fiel y contundente ficha dentro del castillo sea maltratada, por el contrario, le da una serie de poderes que no le corresponden para alabarla, para demostrarle su aprecio y así, no haya duda alguna dentro de su mente que la lleve a darle la espalda.

El harén del AlfaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora