Capítulo 34: Revelaciones

216 30 14
                                    


Han pasados tres malditos días y aun siento esta opresión en mi pecho que no me deja casi respirar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Han pasados tres malditos días y aun siento esta opresión en mi pecho que no me deja casi respirar. Hace tres días que no he podido dormir. Hace tres días que mi calma se ha ido al infierno y lo único que siento es un dolor y una rabia que tienen a la bestia en mi interior agitada y alerta, lista para salir y desfogar toda la tempestad que llevo dentro. Estos días me he sentido traicionado, herido... humillado. Yo, el gran rey de los lobos, fui traicionado por una bruja y un demonio. Yo, quien debería proteger a mi reino contra todo y contra todos, deje que ella se me metiera hasta lo más profundo de mi corazón mientras me utilizaba para cumplir sus objetivos, esos que aun descubro, pero que pienso descubrir. Claro, cuando me pueda dominar e ir a verla sin sentirme desfallecer, como cuando la vi haciéndose daño solo para no hacérselo a él.

Sentí tanto dolor. Verla a ella ahí con él tan cerca, tan íntimos. En ese momento me importo más el ver cómo se lastimaba por defenderlo, como suplicaba dejando su orgullo de bruja solo por él, que todo lo demás. Desde entonces me he ahogado en mi trabajo, en mi reino y no le he dado la cara a nadie porque temo, realmente no quiero ver a mi madre y que me diga "te lo advertí" No quiero ver a mis súbditos y ver el recelo por dejarla a sus anchas en mi castillo mientras quien sabe que tramaba a nuestras espaldas. Temo ver el rencor de mi harén al haberlas dejado de lado por ella, aunque ellas siguieran cumpliendo sus labores para con este reino.

He intentado olvidar todo, pero aquel día sigue martirizándome pues fue tan de repente que todo se desmorono, que mi mente aturdida y mi corazón lastimero aun no llegan a un acuerdo si esto es en verdad la realidad o solo es una falsa pesadilla. Es que sin mi consentimiento sigo recordando como paso todo, como no la encontré para ir a despedir a los vampiros y como el demonio tampoco hizo su aparición aun cuando el carruaje del rey vampiro ya estaba en marcha. Recuerdo a Renata acercarse hasta mi nerviosa anunciándome que ella sabía dónde estaban los dos, asegurándome que dentro del castillo ellos se encontraban en un pequeño y solitario cuarto en la planta baja. Recuerdo amenazarla con volverla a encerrar, pero entre lágrimas me juro que no mentía y en sus ojos vi la verdad, entonces la duda me asalto y fuimos a aquel lugar donde... En fin, verla ahí con él, ver los rosas negras junto con huesos y sangre fue como recibir un certero golpe a mi corazón. Recuerdo querer convertirme y atacarlos hasta que sintiera desvanecer el dolor que me asalto en aquel momento.

Pero he de admitirlo. Verla tan destruida también me dolió, pero ya no podía hacerme el ciego. Mi deber es para con mi reino. Así que me aguante el dolor y aproveche la marca que me hizo para enseñarles que no es tan fácil pasar por encima de mí. Aunque ahora que lo pienso no sé con qué fin me la dio ella, pero ya no importa. Debo agradecer que me la haya dado pues pude sacar al demonio de mis tierras y puedo mantenerla a ella contralada en los calabozos, es más, puedo ordenarle que me diga sus verdaderos planes aquí en mi reino. Pero aun necesito tiempo para ello, aun no estoy preparado para saber su verdad, para sentirme aún más utilizado y estúpido.

El harén del AlfaWhere stories live. Discover now