Capítulo 2 - Estoy Loca Y En Problemas

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Después de estar más de dos horas con Sara, decidimos volver cada una a su casa. Yo vivía en el lado norte de la ciudad y ella en el sur.

Visitarnos usualmente resultaba algo agotador y fastidioso. Después de todo, su casa no quedaba tan cerca. Y como a ambas nos daba mucha flojera ir a la casa de la otra. Nunca íbamos.

—Nos vemos mañana en la escuela. —dijo Sara antes de subir al autobús. — Y por favor, no te vuelvas a quedar dormida. Me hiciste meter en un gran problema cuando el profesor preguntó por ti.

—Obviamente te ibas a meter en problemas. Solamente a ti se te ocurre la brillante idea de decir que me había ido con un hombre casado y que su esposa me estaba buscando para matarme.

—Habría funcionado si hubieras dicho que sí.

Rodé mis ojos divertida.

—Hagamos algo. Si llega la hora de entrar y no he llegado, entra tú. Sabes que mi otro trabajo es en la noche y salgo muy tarde. A veces estoy tan cansada que no escucho el despertador.

—Si lo sé. — soltó un gran suspiro y me miró— No sé cómo tienes tiempo para estudiar y trabajar al mismo tiempo.

—Cuando vives solo, —sonreí con tristeza. — te conviertes hasta en Superman.

Luego de unos 5 minutos, llegó el autobús y ella se despidió.

Caminé hacia mi trabajo, ya que quedaba muy cerca de donde estaba. Y como tenía mucho tiempo de sobra, entré a una cafetería a esperar que el tiempo pasara.

Soy una persona poco paciente. Y me aburro con mucha facilidad. Así que no tardé mucho en hurgar mi mochila, para ver las cosas que obviamente sabía que tenía. Pero, que por alguna razón quería revisar a ver si encontraba algo con qué distraerme.

Lápices, borradores (que obviamente no robé cuando me los prestaron), un sacapuntas oxidado, necesitaría uno nuevo.

¿Quién sería mi víctima?

Seguí revisando y encontré el bolsillo oculto que tenía mi mochila. Metí mi mano y encontré un pedazo de papel periódico doblado y arrugado.

Mi mente brilló de inmediato ¿todavía lo tenía?

Lo desdoblé y me di cuenta que tenía razón. Era una foto del Guille, a la edad de 18 años, cuando el mundo apenas lo estaba conociendo.

Leí el titular:

"Nuevo Narcotraficante en la mira...

Cada vez es más común la habilidad que tienen los narcos a la hora de traspasar su mercancía a diferentes partes del mundo. Esta modalidad es nueva, droga oculta en dientes de personas que pasan desapercibido. La policía..."

¿Cómo carajos hacían eso?

¿Se imaginan? ¡¿Cómo hacen para llevar droga en los dientes?!

Volví a mirar la fotografía del Guille y si señoras y señores. Ese tipo parecía hijo de William Levis. Todo un papasito. Y eso que estaba joven en la foto.

¿Sería más guapo ahora? ¿Ya estaría casado?

Alcé mi vista de la foto y miré el reloj de la cafetería.

Ya era hora de irme.

Pero antes...

—Escucha, — dije mirando la foto nuevamente. — pronto te conoceré y serás mío. No, no, no me importa. Te vas a casar conmigo y te dejaré en la quiebra.

Creo que debía parecer una loca hablando con una hoja de papel.

Miré a ambos lados y nadie me miraba. La acerqué a mi rostro y le di un beso. Rápidamente la alejé y volví a mirar hacia los lados.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu