Capítulo 24 - Al Fin Te Encontré.

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Cuando llegó el día, nos subimos al auto y Víctor condujo a un lugar muy lejano, casi a 10 horas de donde nos encontrábamos. Yo sabía conducir, así que nos turnamos de vez en cuando para que él descansará o yo lo hiciera.

Llegamos al lugar acordado. Todo era vegetación. Los caminos estaban un poco inestables, pero eran transitables. Nadie pasaba por ahí. Solamente animales, que de vez en cuando pasaban muy lejos de nosotros.

—¿Cuánto tiempo más hay que esperar? — le dije a Víctor — Ya pasaron dos horas. Pensé que la persona que escoltaríamos estaría aquí.

—Normalmente tardan de 10 a 12 horas en llegar. — dijo sentándose en el sillón del auto. — Debemos seguir esperando, a veces se les complica el llegar a un lugar determinado por la policía.

Pasó otra hora más. Ya me estaba desesperando. Abrí el auto y me senté en el asiento de atrás.

—¿Gina sabe qué haces este tipo de cosas?

— Sí. Ella sabe todo lo que hago. No le oculto nada.

—¿Y no le preocupa?

—A llorado varias veces cuando me ve hecho mierda. Pero luego se calma. — se encogió de hombros.

—¿Y no se involucra? digo, porque si fueras mi hermano créeme que estaría muy preocupada y no te dejaría ir a ningún lado.

—Ella entiende que este es mi trabajo, y es lo que me gusta. Incluso, una vez trató de hacer una escena para que no fuera a uno de los tantos trabajos que me salen. Pero, yo la regañe y la tranquilicé. "oye nadie va a hacerme daño" fue lo que dije. — sonrió — Planeo cada día hacer las cosas bien para que no me pase nada y así no dejarla sola. Es por eso que no me equivoco en lo que hago.

Mientras más hablaba con él. Más lograba conocer a este hombre tan intrigante. Era alguien muy dulce e inteligente; por su forma de expresarse me daba a entender que se preocupaba más por los demás, que por él mismo. Y trataba de que su trabajo fuera realizado correctamente para así no cometer errores.
Errores que le podían salir muy caro, pagándolo con su vida.

Me miró de reojo y se dio cuenta que lo miraba muy sorprendida.

—¿Ya te estás enamorando de mí? —dijo con esa sonrisa que tanto lo caracterizaba.

Le iba a responder, pero un auto se comenzó a acercar.

—Atenta. — dijo desenfundando su arma. Yo hice lo mismo.

El auto quedó a una distancia algo lejana. El chófer bajó la ventanilla y enseñó un papel color morado.

Víctor se acercó rápidamente y guardó su arma. Cuando ya estuvo cerca, saludó al chófer y a los acompañantes. Procedió a abrir la puerta. Y bajaron 3 personas del auto. Dos de ellas ya los conocía. Guadalupe y su esposo William.

Al verme quedó sorprendida pero luego me sonrió.

—¿Trabajas en esto? — dijo muy sonriente.

—Ehh sí, algo así. — miré a Víctor. —
Me dedico a esto desde hace rato.

Él me había recomendado que si me preguntaban cuánto tiempo llevaba trabajando, dijera que muchos. Ya que no aceptaban novatos para este tipo de trabajos tan peligrosos. Todo debía mantenerse en cierto anonimato.

—¡Oh genial! —dijo Guadalupe —. Pensé que me iba a aburrir si no tenía a una mujer cerca.

—¿Debería sentirme ofendida? — dijo la otra persona que venía con William y Guadalupe.

–¡Oh no, no! ¡Olvida lo que dije! — me miró sonriente — Mira, te presento a mi cuñada, Inés. Inés, ella es... Samantha ¿cierto?

—Sí señora. —miré a Inés — Un gusto.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora