Capítulo 8 - No Seré Igual.

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Estuve en la barra un largo tiempo, sola, y sin nadie con quién conversar más que el cantinero. Al parecer todos ya estaban haciendo el frutifantástico con su pareja, porque no se veía casi nadie a los alrededores. Ni siquiera Sara.

—¿Muy aburrida? —dijo una voz detrás de mí.

Miré por encima de mi hombro y vi a un hombre alto.

—Un poco, ¿se nota? —dije simulando una sonrisa.

Se sentó a mí lado con confianza, tenía cabello rubio y ojos verdes. Se veía algo joven, quizás algo más joven que el Guille.

—Sí. ¿Quieres charlar un rato? — dijo sonriendo de lado a lado.

—Me harías un gran favor. —le devolví la sonrisa. — No tengo a nadie más con quién hablar.

—No sé si sentirme alagado u ofendido. —extendió su mano —Rodrigo, un gusto.

—Tú nombre me parece conocido. —dije extendiendo mi mano para tomar la suya.

—Bueno, debe ser por el chisme de hace un momento.

Rápidamente mi mente recordó que el Guille le dijo a su guardaespaldas que llevaran a Julieth con un tal Rodrigo.

—¡Es verdad! —dije sorprendida. — el Guille dijo que llevarán a Julieth contigo ¿qué le pasó? ¿está bien?

—No exactamente.

—¿Está muy mal?

—En realidad sí, pero, —carraspeó —Lamento decirte esto... Murió.

Quedé algo sorprendida ante aquellas palabras y levemente mis ojos se fueron llenando de lágrimas.

—¡Oh! pobre chica, yo, yo... —Rodrigo comenzó a reír y yo me lo quedé mirando con cara de estúpida.

—Lo siento, lo siento. No murió. Simplemente quería ver tu reacción. Estaba haciendo un experimento social, y tenía razón, todas agarran mis manos cuando digo algo triste. —miré nuestras manos y era justo como decía.

Lo miré mal.

—Si vuelves a hacer una broma tan estúpida como esa una vez más, te prometo que te daré una patadota tan fuerte, que no podrás tener hijos.

—Uy que miedo. —dijo simulando que sus piernas temblaban.

—¿Quieres que te lo demuestre? —dije acercándome a él.

—No, no. —sonrió. — Te contaré, la señorita Julieth se encuentra bien. Esta estable por ahora. El disparo impactó cerca del corazón, pero no hizo ningún daño. Aunque esta inconsciente, creo que pronto despertará.

—¿Y dónde está? —dije desanimada.

—Está en el sótano. —lo miré algo impactada y él se dio cuenta de mi reacción. — Allí tenemos todo el equipo y está perfectamente desinfectado, así que no te preocupes, incluso hay camillas y toda clase de aparatos que la mantendrán con vida.

–¿Y por qué mejor no la llevan al hospital?

—Yo soy el hospital. —dijo riéndose.

—¿Ese fue un chiste? —dije seria.

—Si, lo sé. Fue malo. Pero, lo que quiero decir es que conmigo basta y sobra, yo soy un excelente médico y no necesitan llevarla al hospital, además de que eso acarrearía a muchos problemas legales que involucrarían a esta casa y... ¡No, ni pensarlo!

Me quedé pensando un rato en lo que dijo.

—¿Por qué tienen un mini hospital en el sótano?

—Pues la verdad, han pasado muchas cosas en cada fiesta que hacen los Narcos. Por lo que se acordó, que cuando hubiera una fiesta, un pequeño puesto de salud sería lo mejor para tratar cualquier clase de problemas.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Where stories live. Discover now