Capítulo 38 - Gemir.

18.2K 864 59
                                    

Todavía seguía recordando cómo dejé que este maravilloso hombre me distrajera para evadir la respuesta a la pregunta que tanto me carcomía por saber.

Había estado algo impaciente desde el momento en el que él y Rodrigo me habían dejado en la oficina. Mi imaginación había comenzado a volar desde que me abandonaron en aquel lugar. Preguntándome una y otra vez qué había pasado. Por qué había sonado aquel disparo.

Pero aquel sujeto era tan astuto. Él sabía perfectamente bien cómo hacerme olvidar de mis preocupaciones en un segundo. Y me había convencido muy rápido, para que bajáramos y nadáramos un rato en la piscina.

Y ahí estaba yo. Engañada, mirándolo nadar, con sus músculos contrayéndose mientras lo hacía.
Parecía un pez en una pecera, yendo de un lugar a otro sin libertad. Pero, era un pez muy suculento. El cuál quería comerme hasta dejar nada más que las espinas.

Emergió del agua, cada gota resbalaba por su cuerpo lentamente, mientras removía el cabello de su frente. Parecía todo un modelo, una escultura perfectamente tallada. Sin duda alguna, alguien a quien no te cansas de mirar.

Su mirada se encontró con la mía, y enseguida se dibujó una sonrisa en sus labios. Esas, que podrían derretir cualquier iceberg. No sabía si era solo mi imaginación. Pero desde hace días lo estaba viendo más feliz, más animado, más sonriente. Y eso, me llenaba de mucha felicidad. No quería retribuirme ese logro a mi. Puesto que sabía que era por otra cosa.

Él le estaba dando una nueva oportunidad a la vida. Una oportunidad, en la cual le estaba dando lugar a un sentimiento tan precioso como el amor. Y ese amor, le estaba devolviendo ese color a su vida, que una vez había perdido.

Volví a recordar la escena de hace unos minutos. Y sin darme cuenta sonreí. Era muy obvia para demostrar mis sentimientos. A diferencia de él.

—Déjame salir por favor... Quiero saber qué está pasando. — Le dije a Luciana que se encontraba bloqueando la puerta.

Esta negó, cruzándose de brazos.

Me dieron órdenes exactas de no dejarla salir. — Miré hacia la puerta nuevamente y luego a ella. Y al parecer, adivinó lo que estaba planeando. — aunque usted me mueva de aquí, es inútil que intente escapar. El patrón dejó a un guardia detrás de la puerta. ¿No es así Fer?

Sí. — respondió el hombre a través de la puerta.

La astucia de este hombre implacable era impresionante. Sabía perfectamente qué iba a hacer antes de que ocurriera.

Muy bien jugado.

¡Pero es que quiero saber que fue ese disparo! — me dirigí a la ventana y miré alrededor.

No había nadie. Y como siempre, imaginé lo peor.

¡Quizás todos ya estaban muertos!

Mi corazón comenzó a latir aceleradamente, no podía pasar de nuevo, no podían dejarme sola de nuevo.

La puerta se abrió y con esta fue llegando el hombre que me tenía tan preocupada. Salí corriendo hacia él y lo abracé al instante. Estaba temblando, y mis lágrimas amenazaban con salir.

¿Qué te atormenta? — dijo dulcemente mientras correspondía mi abrazo.

Sentía miedo. Miedo de saber que pude no haber visto estos ojos una vez más, miedo de saber que perdería lo único que me hacía feliz. Todo, me hacía colocar nerviosa y pensar lo peor.

¿Te encuentras bien? — procedí a examinar su cuerpo para ver si veía algún rastro de sangre. —Escuché un disparo.

¿Estás preocupada por mí? — sonrió con dulzura —. No te preocupes no fue nada malo.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Where stories live. Discover now