Capítulo 11 - Estrategia.

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Decidí que, si lo iba a conquistar, lo haría bien. Debía averiguar todo lo posible, para conquistar a un hombre.

—¿Qué les gusta a los hombres? — le pregunté a Rodrigo al cabo de un momento.

—Muchas idioteces. — se encogió de hombros. — ¿Por?

— Es que, quiero saber qué les atrae. O bueno, quiero saber ¿qué les gusta a los hombres de las mujeres?

— Su cosita. — dijo y lo miré mal. — Está bien, está bien. Fuera de joda, yo diría que, nos gusta su cuerpo, su forma de hablar, de caminar, su confianza, y Uff ¡su cabello!, en especial cuando es largo y está bien cuidado. Aunque, — se detuvo a pensar— hay algunos que les gusta corto. Bueno, no importa. También nos gusta que sean naturales y que no les de vergüenza nada.

—¿Solo eso? — pregunté tratando de asimilar todo.

—No, no es solo eso. Mencionaría muchas más, pero recuerda que me estás preguntando a mí, y mis gustos son diferentes a la de los demás. Sin embargo, creo que hay algo que todos los hombres amamos.

— ¿Y qué es? — dije con entusiasmo.

—Que nos traten bien. —lo miré algo confundida y el procedió a explicarme. — Cuando a los hombres no nos prestan atención, o nos tratan mal. Tendemos a aburrirnos. Digamos que, es algo así como... Tratar bien y estaremos perdidamente enamorados. Muchas veces llegamos agotados a la casa, y las esposas en algunos casos solo quieren pelear y reclamar. Que los zapatos no van allí, que tu no me entiendes, que el baño se tapó, que nunca haces nada. Eso lo odiamos. No digo que esté mal que nos pidan ayuda, solo digo que, a veces nos sentimos igual que ustedes, cansados y agotados. Y lo que nada más queremos es algo de paz.

—Entiendo.

—¡Oh! Hay algo más. —dijo muy feliz. — Hacer el delicioso todos los días, o estaremos de mal humor. Listo, creo que eso es todo. —rodé mis ojos y le di un puñetazo. — ¡Oye ese brazo ya me está doliendo! ¡deja de pegarme!

—¡Es que siempre sales con tus pendejadas!

—¡Pero es la verdad! —negué con la cabeza, cosa que a él no le gustó. — ¿Para qué me preguntas entonces? — dijo y se cruzó de brazos.

Mi mente se iluminó enseguida, y quise poner en marcha mi plan de "aprender a conquistar a un hombre". Y utilizaría a Rodrigo para conseguirlo.

—Lo siento mucho doctor. —dije dulcemente acariciando su hombro de una manera seductora para colocarlo nervioso. — No medí mi fuerza. Perdóname, si quieres, utiliza mi cuerpo como venganza, no me molesta... — quedó pasmado y yo sonreí.

—O-oye eso... —pasó saliva y luego suspiró. — Eres buena...

—¡Gracias! —dije con la sonrisa más grande que alguna vez pude haber dado.

De mi lado derecho, lograba sentir la intensa mirada que el Guille nos dirigía. Pero me negaba a voltear, no quería demostrarle lo mucho que lo miraba. Debía parecer una mujer misteriosa e interesante para poder impresionarlo.

—Necesito que me escuchen un momento. —dijo el Guille levantándose de su asiento. — He planeado varias actividades para ustedes señores. Para que pasen un fin de semana fenomenal.

Todos comenzaron a aplaudir y silbar de la dicha.

—¡Por eso me gusta visitarte! —dijo Martínez — ¡siempre encuentras algo divertido qué hacer!

No me había dado cuenta que Martínez estaba en la mesa. Por lo que cuando habló, un escalofrió recorrió toda mi columna, haciéndome sentir sumamente nerviosa. Sin embargo, ese pánico fue opacado por la presencia del Guille y de Rodrigo.
Por alguna razón, me inspiraban confianza. A pesar de lo poco que había tratado con ellos.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt