Capítulo 7 - No Eres Tu.

18.8K 944 14
                                    

— Deberías soltarme. —dijo el Guille al cabo de un rato.

Miré nuestros cuerpos y me di cuenta que lo estaba sosteniendo muy fuerte. Rápidamente lo solté y me alejé un poco. Pero en el momento que lo hice me resbalé y caí al agua.

—¡Me empujaste! — dije echándole la culpa para ocultar la vergüenza que sentía de haberme caído.

— Yo no hice nada. — dijo en tono burlón mientras me ayudaba a levantar.

Me levanté del agua y en el momento en que lo hice me di cuenta que mi camiseta blanca se había hecho transparente gracias al agua, lo que dejaba ver perfectamente mi bikini negro.

Una pequeña chispa de astucia brilló en mi mente.

¡Se me acababa de ocurrir una gran idea!

Si el Guille no me dejaba quitar la camiseta; yo la usaría a mi favor. La única manera de lograr mi cometido de tenerlo en la palma de mi mano, era enamorándolo. Y como no sabía cómo hacerlo.

¡Intentaría provocarlo!

—¿Me dejarás sola mientras vas a resolver tus asuntos?

Llevé las manos a mi cabello para tratar de "acomodarlo" y en el momento en que lo hice, la camiseta se alzó, dejando ver un poco mis piernas.

—No.

Sonreí ante mi pequeño movimiento, era poco, pero estaba segura, había funcionado.

Porque como dice un dicho, mientras las mujeres se enamoran por el oído, los hombres se enamoraban por los ojos.

Alcé mi vista y lo miré, quería comprobar si en verdad había funcionado mi pequeño movimiento, pero me llevé una gran decepción.
Su rostro, no demostraba ni una pizca de interés, es más ni siquiera me estaba mirando.

Estaba sentado en el jacuzzi en la misma posición que antes. Y sus ojos estaban, nuevamente cerrados.

Tomé asiento a su lado frustrada.

¿Cómo se conquistaba a un hombre?

No tenía la más mínima idea de cómo se conquistaban. En mis novelas, la protagonista se desnudaba, o por casualidades de la vida se enamoraban a primera vista y todo surgía espontáneamente.

Pero, este no era el caso. Primero, porque no me podía desnudar, y segundo porque creo que ninguno de los dos sentíamos algo como el amor. Yo simplemente estaba allí, con un propósito monetario, y él con ganas de tener compañía.

— ¿Lo dejarás esperando? — dije al cabo de un rato.

— No tengo prisa. Además, primero estaba contigo. Y no sería un caballero si te dejo sola.

Sonreí un poco. Debía admitir que era buena onda.

— ¿Y si el señor Martínez se molesta y enciende esta fiesta a disparos?

— No sería tan imprudente de hacerlo. Y, si lo hiciera estoy seguro de que mis hombres lo matarían. —dijo con seguridad.

Estaba muy seguro de lo que decía. Era obvio que tenía mucha confianza en sus guardaespaldas.

— ¿Te digo algo?

— Dime.

— ¿Sabías que no te pareces en nada a cuando eras joven? — él abrió sus ojos.

— ¿Acaso me conocías antes? —levantó una ceja.

—No, no. Verás, vi una foto tuya de cuando tenías dieciocho años y déjame decirte que no te pareces en nada.

No le iba a decir que durante años tenía una foto de él, y mucho menos que la había besado.

—Debe suponerse, ya soy más grande.

—Pues sí, pero hay personas que no cambian con el tiempo. Sin embargo, tu sí lo hiciste. —él sonrió algo satisfecho.

—Soy más guapo ahora ¿cierto?

—Yo diría que más viejo. —se encogió de hombros.

—Mientras más viejo más sabroso.

— Me gustaría comprobar eso. —dije inclinándome hacia adelante.

Él me miró algo sorprendido, y bajo su vista hacia mis labios. Los miró un momento y volvió a mirarme a los ojos.

—No. —dijo rápidamente.

—¿Por? — mojé mi labio inferior con mi lengua de manera provocadora.

—Porque no salgo con exempleadas.

—Eso es una excusa.

—No tengo por qué decir excusas.

—Entonces dime la verdad, —dije algo triste. — es porque mi cuerpo no te parece atractivo ¿cierto?

—Tu cuerpo no tiene nada que ver, simplemente... No eres mi tipo.

Algo en mi corazón se quebró, y no era exactamente amor. Mi ego, había sido cacheteado.

Ahora más que nunca este hombre representaba para mí, un gran desafío.

—¿Entonces qué hago acá?

—Me haces compañía.

—¿Solo eso? Esperaba algo más. —se levantó, saliendo del jacuzzi.

—Arreglaré el problema de Martínez. Tardaré un poco, si quieres espérame en la barra. —se giró dispuesto a irse, pero antes de que pudiera caminar lo agarré de la mano.

—¿Aunque sea te llamo un poco la atención?

No me miraba, solo se quedó estático mirando hacia otro lado que no fuera yo. Pero sí me respondió, y cuando lo hizo, preferí no haberle preguntado.

—Ni, aunque estuvieras desnuda frente a mí, me llamarías la atención.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Sé cómo soy. Y me conozco muy bien, por eso lo digo.

Solté mi agarre y el volvió a caminar, desapareciendo de mi vista y dejándome una gran incógnita en la mente.

¿Cómo carajos lo conquistaría?

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Where stories live. Discover now