Capítulo 34 - La Verdad Sobre Mi.

15.9K 822 26
                                    

¿Cómo iba a mejorar mi situación si no me dejaba tocar de nadie? ¿Cómo iba obtener dinero fácil si no lograba usar mi cuerpo? O, mejor dicho, ¿cómo carajos llegué a caer tan bajo como para venderme frente a un montón de tipos?

Después de que me violaron, las secuelas que había dejado conmigo esa experiencia me había destruido por completo. Nadie me podía tocar, hombre o mujer. Mi cuerpo reaccionaba inmediatamente. Alejándome, o simplemente no haciendo contacto visual.

En pocas ocasiones temblaba y me faltaba la respiración, me daban ataques de pánico. Era consciente que no todos podían hacerme daño, pero mi cuerpo todavía no lo comprendía bien. Era un trauma que estaba conmigo día y noche. Y que sólo surgía cuando alguien estaba cerca.

Nos acercamos a un árbol que estaba cerca de un arroyo y tomamos asiento en el césped. Mientras él, esperaba pacientemente mi respuesta.

—No lo sé. Por un momento no pensé en eso. Creo que fue cuestión de suerte. El haberte encontrado ahí, el que me estuvieras mirando... —sonreí — Si tú no me hubieras escogido aquella noche, estoy segura que ya estaría muerta. Porque ningún tipo hubiera resistido el no poder tocarme... Como tú lo has hecho.

—Podría decirse que sí. Algunos de mis socios son poco pacientes y no soportan el celibato.

Medité un momento sus palabras y luego de un rato me armé de valor. Y decidí hablar, por primera vez, de lo que me había pasado.

—Sabes... —bajé la mirada para tratar de buscar las palabras correctas. — Después de que mis padres murieron, quedé completamente sola, con una casa grande y algo de dinero, pero con un vacío tan inmenso que nada podía llenar. Mis padres eran lo único importante en mi vida, los que alegraban mis días, y me motivaban a seguir. Pero, después de su muerte, perdí el rumbo de mi vida. Me dejaron a cargo de un familiar, un monstruo, mi... tío.

—No es necesario que me lo cuentes...

—Necesito decírselo a alguien. — sonreí con tristeza. — ya es hora de dejar salir este dolor.

Él, tomó mi mano y en ningún momento la soltó.

—Mi tío se hizo cargo de mí y de todo el dinero patrimonial de mis padres. En ese tiempo él tenía una novia que lo había dejado por otro. —sonreí — como no, si era muy malo con esa señora. A veces le pegaba y la gritaba. Cuando ella lo dejó, decidió ahogar sus penas en el alcohol. Y a mí, me tocó cuidar de él en muchas ocasiones. Hacer el mercado, sacar la basura, limpiar la casa... Todo mientras estudiaba, y el despilfarraba mi dinero. —contuve las ganas de llorar —. Cuando él llegaba a la casa, tarde en la noche, después de una de sus tantas borracheras, entraba a mi habitación para abusar de mi... — me detuve un momento, ya que la mano que estaba a mi lado se aferraba con tanta fuerza que me dolía. Lo acaricié para que se relajará, y cuando lo hizo proseguí. — La primera vez dijo que no volvería a pasar que había sido un error por la bebida. Pero se hizo más constante, estuviera sobrio o borracho siempre abusaba de mí y me golpeaba. Incluso, me amenazaba con matarme si decía algo. Y un día, me cansé, ya no me importaba nada, y cuando fue a mi habitación me resistí, pero me golpeó hasta dejarme casi muerta. Al muy cobarde le dio tanto miedo que salió corriendo y me dejó así. Fue entonces cuando una vecina escuchó mis gritos de auxilio y me ayudó.

—¿Qué le sucedió a él?

—Cuando mi tío intentó escapar, unos ladrones lo encontraron e intentaron robarlo. Y como estaba poniendo resistencia, lo mataron pensando que no quería entregar nada. — escondí mi rostro entre mis manos —. No sabes la felicidad que me dio cuando supe que ya no tendría que verlo de nuevo. ¿Soy cruel cierto?

El Guille me abrazó y me dio un beso en la frente. Para luego mirarme.

—No eres cruel. Eres humana. Te admiro por lo fuerte y valiente que fuiste. Y si él estuviera vivo en este preciso momento, te juro que yo mismo habría acabado con él.

Me causó tanta ternura su respuesta. Tanta, que me dio una gran vergüenza y lo abracé ocultando mi rostro ruborizado en su pecho.

—G-gracias.

—¿Tienes algún otro comportamiento que deba saber sobre las secuelas de tú violación? Quiero estar prevenido para no hacer nada indebido y causarte miedo en un futuro.

—A veces... cuando los chicos se me acercan o mis amigas me abrazan, siento tanto miedo y no los alejo.

—¿De verdad? —asentí. — ¿Y por qué me abrazas?

Me separé un momento de él, algo sorprendida. Hice un viaje con mis ojos desde su cuerpo al mío, y analicé lo cerca que estábamos. Y sí, lo estaba abrazando, con toda la confianza, sin miedo, sin sentirme mal.

Enseguida comprendí que me sentía cómoda y feliz estando a su lado.

Él me daba paz.

—Quizás es porque... eres la única persona, que me da confianza.

Me volvió a abrazar. Quería conmemorar esto para siempre.

Era feliz.

—Todo va a estar bien. — acarició mi mejilla. — solo se tú misma.

—Guille, tú... —lo miré —. ¿Por qué no me tomaste aquella vez? Tuviste muchas oportunidades. Pero nunca lo hiciste. Siempre me protegías de que no me vieran llorar o me lastimaran. Entonces ¿por qué? Y no me salgas con la mamada de que es porque no soy tú tipo, porque no te creo.

Él sonrió para luego suspirar pesadamente.

—Cuando vi... que Martínez te estaba tomando por la fuerza, y vi tú rostro tan preocupado, con miedo y el que te resistieras, supe que algo te ocurría. Piensa, una chica que va a una fiesta de narcotraficantes ya sabe a qué va, a besarse, a dormir con él... Pero tú... Parecías no querer estar allí, parecías un animalito con mucho miedo, y yo no soporté verte así. Por eso te elegí. Porque... No quería que más nadie te hiciera daño. Ni mucho menos, quería ver tú rostro de miedo otra vez.

Mi corazón se arrugó. ¿Debía creerme todo lo que él me decía? ¿Por qué a veces era tan dulce y otras veces tan frío?

—Cuando estaba en el jacuzzi contigo...

—Supe que te sentías incomoda por solo traer ese traje de baño. No dejabas de temblar, ni de estar nerviosa. Por eso te ordené que te colocarás la camiseta. —Sonreí y él me miró dubitativo. — No pienses que lo hice porque me gustes o algo por el estilo. Lo hice para que estuviéramos más cómodos.

Sonreí. ¿Era posible que existiera un hombre tan caballeroso? ¿Tan especial? Estaba conmovida. El Guille era un hombre irremplazable.

—¿Eso quiere decir que sí te coloco nervioso? — dije coqueta tratando de colocarlo nervioso.

—No. Eso significa...

—¡Vamos admítelo!

—No tengo porque admitir nada.

—¿Es esa una afirmación?

—Y-ya dije que no, es solo...

—¡Que te vuelvo loco! — comencé a sonreír emocionada. — ¡Hasta tartamudeas!

Él suspiró y procedió a mirarme.

— Está bien. Sí. — confesó. — Me vuelves loco, y no te imaginas cuánto. Quisiera tenerte siempre conmigo. Para cuidarte, aunque sé que yo soy el que te hace daño.

Gotas de lluvia comenzaron a caer. Acallando las palabras que este hombre acababa de pronunciar. No nos habíamos dado cuenta que el cielo de repente se había vuelto negro. Sin darme tiempo para responder, dio media vuelta y comenzó a caminar, de regreso a la casa.

El Duro corazón del Narco [EDITANDO]Where stories live. Discover now