Si las estrellas fueran eternas #1

Capítulo 16

You ask me how I feel, I say nothing

But lately colors seems so bright

And the stars light up the night

-Kat Dahlia

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Egan

He tenido un nudo en el estómago desde que encontré a Daniel en el suelo del baño hace casi cuatro días. Después de que me contará la historia de Sophie he sentido un hueco en el pecho que no desaparece por más que lo intente. Saber la historia ha sido como conseguir la última pieza del puzzle el cual no es tan bonito como creía que iba a ser; sin embargo, siento que aún me queda mucho por saber.

Me echaron de la habitación en cuanto me vieron y me hicieron volver al instituto. Él no ha vuelto todavía, no me contesta los mensajes, probablemente tendrá el móvil apagado. Por suerte vuelve esta tarde, intentaré hablar las cosas con él.

Entre Ashton y yo las cosas están... raras. Él se enfadó un poco cuando supo que no había ido a hablar con Alba, pero no voy a mentir, soy yo quien le ha estado evitando. No sé muy bien por qué, pero los únicos momentos en los que he podido salir de la habitación han sido para ir a clases y volver.

El tutor de Daniel vino aquí ayer, revisaron todas sus cosas, desde su estantería del baño hasta debajo de su cama. No puedo creer que no encontrara ninguna de las cuchillas que tenía escondidas. También le quitaron todas las cajas de tabaco y ahora él tendrá que hablar con Alba al menos una vez a la semana. Además, posiblemente la psicóloga también querrá hablar conmigo para buscar alguna forma de que yo pueda ayudarle.

Estoy destrozado, pero soy consciente de que deberé ser fuerte por Daniel.

Cuando escucho la puerta abrirse no puedo evitar dar un salto de la cama e ir corriendo a abrazar a Daniel. Siento como me devuelve el abrazo algo sorprendido.

—¿Cómo estás?—Le pregunto mientras deshacemos el abrazo y él se dispone a quitarse la chaqueta.

—¿Cómo crees?—Dice recuperando su tono irónico mientras se sienta sobre su cama.

Me acerco y me siento junto a él.

—Lo siento mucho... De verdad.—Dice clavando sus ojos azules en los míos.

—No tienes que disculparte de nada.—Le contesto con una sonrisa que intento que no se vea forzada.

Él se encoge de hombros a modo de respuesta.

—¿Hice...?—Empieza con la voz algo temblorosa.—¿Hice alguna estupidez?

—¿En qué sentido, a que te refieres?

—Ese día o noche... Si hice alguna tontería que sepas que lo siento.

—No, tranquilo, no hiciste nada. Pero, ¿recuerdas lo que pasó?

Es confuso no saber si realmente le gusto a Daniel o solo fue por la alteración psicológica. Muero de ganas de saberlo, pero sé de sobras que no es el momento correcto de preguntarlo, de hecho quizá ese momento nunca llegue.

—La verdad es que todo está borroso... Es... No lo sé... Solo quiero que sepas que si hice algo que te molestó no...

—¡Daniel!—Le interrumpo antes de que pueda seguir lamentándose.—No hiciste nada, está bien.

—¿Por qué Egan? ¿Por qué... te quedas siempre a mi lado?

Me encojo de hombros.

—No me has dado razones para irme.