⚠Capítulo 17

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I'll sit and watch your car burn

With the fire that you started in me

But you never came back to ask it out

Watch my heart burn

With the fire that you started in me

But I'll never let you back to put it out

-Billie Eilish

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—Voy a ir un rato con Ashton, ¿de acuerdo?—Le digo a Daniel después de lavarme los dientes.

—De acuerdo.—Dice sin mucha expresión sin levantar la vista de su dibujo.

Me acerco por detrás para ver qué está dibujando. Es un dibujo a lápiz, de momento solo se distinguen algunos círculos y líneas a los que no consigo darles forma.

—Aquellos dibujos...—Empiezo.—Los que vi esa vez... ¿Así es como te sientes?

—Supongo que el lápiz se me da mejor que las palabras.—Dice encogiéndose de hombros.

—Es increíble lo que puedes hacer... Haces arte—Pienso en voz alta.

Medio sonríe a modo de respuesta. Me aparto y me dispongo a salir de la habitación.

—Cualquier cosa, escríbeme.—Le digo antes de salir.

Asiente con la cabeza.

Me doy la vuelta para salir pero...

—Egan espera.—Oigo que me dice.

—¿Qué ocurre?

—No es nada, perdón.

Me dispongo a irme definitivamente, pero antes de salir del cuarto siento unos brazos que me hacen voltearme. Segundos después los labios de Daniel están sobre los míos. Siento como el rubor se instala en mi rostro por culpa de lo repentino y maravilloso que resulta el momento.

Se separa en apenas un corto instante.

—A-adiós...—Balbuceo con nerviosismo antes de salir.

Bye...—Oigo que dice mientras cierro la puerta.

Se me ha instalado una sonrisa de estúpido en el rostro, Daniel realmente me gusta.

Me dirijo a la habitación de Ashton, sin embargo, llega un punto en el que el pasillo me da demasiadas vueltas a mi alrededor. Me detengo y siento la necesidad de apoyarme en la pared del pasillo. Tardo unos largos minutos en recomponerme y poder seguir caminando. Camino lentamente, aún estoy algo mareado, sin alejarme mucho de la pared.

—Que te den.—Oigo que dice Ashton riendo al teléfono cuando entro.—Espera, tengo que dejarte.—Dice mientras me hace un gesto con la mano.—Si... Luego te escribo.—Ríe.—Idiota... Va, adiós.

—¿Quién era?—Le pregunto cuando cuelga mientras me siento de piernas cruzadas sobre su cama.

—Valeria.—Contesta mientras deja el móvil sobre su escritorio y se sienta frente mi.

—¿Valeria?—Frunzo el ceño, creía que conocía el nombre de todos sus amigos.

—La de la tienda de piercings, la recuerdas, ¿no?

—Sí...—Hago pensativo.

—¿Qué pasa?—Ríe.

—Nada, ¿por?

Si las estrellas fueran eternas #1Where stories live. Discover now