Capítulo 31: ¿Lale, quién te gusta?

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Hoy lunes, me he levantado más motivada que nunca para ir a la escuela, tanto que a las 6 de la mañana ya estaba despierta

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Hoy lunes, me he levantado más motivada que nunca para ir a la escuela, tanto que a las 6 de la mañana ya estaba despierta.
¡Oh, vamos! A quién engaño, motivada o no, feliz o triste, mis minutos de la mañana son sagrados.

La vibración de mi teléfono al lado de mi cama me despertó, con el seño fruncido lo encendí al punto que la cegadora luz me encandiló los ojos. Me senté en la cama y abrí los mensajes, frunciendo el ceño a más no poder al ver el nombre de Mateo sobre la pantalla.

¡Oh Dios!

Me levanté de un salto y me fui corriendo al baño. Los dedos me temblaban. ¿Por qué me manda un mensaje tan temprano en la mañana? ¿Ese no durmió anoche?

Ay Dios, ay Dios. Trataba de abrirlo pero el dedo se me alejaba del teléfono. ¡No era mi culpa, lo hacía solo! A la vez agudizaba mi oido para sentir si alguien se acercaba al baño.

Por tu madre Lale, pareciera que estuvieras cometiendo un crimen.

¡No ayudas!

Abrí el chat y cerré los ojos por el miedo, para calmarme, relajarme.

¡Abre los ojos pendeja y acaba de ver el mensajr que tengo tremenda intriga!

De hecho, los abrí rápido dispuesta a leer el mensaje lo más rápido posible.

Mateo: Estoy fuera de tu casa, ya sé quien te gusta. Sale, hace frío y necesito tu calor.

¡¿QUÉ?!

Me sobresalté y miré hacia mis lados. Volví a mirar la hora: Son las 6 y 5 de la mañana, ni mis padres están despiertos.

Unos toques en la puerta resonaron y me paralicé.

—Lale... —llamó una voz muy conocida. ¡Es cierto!

Oh por Dios, es real.

Salí corriendo hacia la sala para evitar que mis padres se despertaran y formaran un lío, y me dispuse a buscar las llaves para abrir la puerta. Nerviosa, no daba con la que era y peor en la oscuridad. Mágicamente abrí la puerta y vi a un Mateo titiritando de frío frente a mí.

—Mateo —susurré.

—Oh, Lale. Gracias por abrirme —susurró y pasó hacia adentro, envolviéndome en un abrazo. Estaba frío. Todo de él estaba frio, menos su respiración en mi cuello que me erizaba completamente y me hizo verlo todo oscuro cuando la puerta mágicamente se cerró.

—¿Qué te sucede?

—Te necesitaba, te necesito. Necesito, saber si ya tengo la respuesta correcta.

—¿Respuesta correcta a qué, Mateo? No entiendo.

—A la persona que te gusta, no he podido dormir por eso mismo, pensando y pensando, pero creo que ya sé quién es.

Solo Mi Corazón Lo Sabe (SMCLS #1) ✔Where stories live. Discover now