Capítulo 2: ¡Me gusta Mateo!

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¡ME GUSTA MATEO!

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¡ME GUSTA MATEO!

Lo nuevo aterra: dicen, yo también lo digo, soy la primera que teme ante lo desconocido, pero si hace referencia a ese muchacho tan atractivo que acabo de ver hace unos segundos, me lanzaría a tomar el reto de llegar a conocerlo.

Ser valiente es como debo ser, al final, nadie logra lo que quiere si se queda sentado en una silla viendo la vida pasar. Las personas se levantan a tomar sus retos con todas sus fuerzas e ir a por ellos. Yo no me puedo quedar atrás.

—Lale, me siento mal... —Anelía me sacó de mis pensamientos, el chico desapareció de mi mente y mis ojos se enfocaron en el terreno que antes había visto desde fuera.

Mi amiga me agarró del brazo, jadeante. Tenía la cara roja y empapada de sudor, llevé mi mano a su frente y estaba hirviendo.

—Creo que me voy a desmayar...

—¡¿Qué?! Calma, Anelía, aguanta un poco. —Me volteé en busca de ayuda, alguien que conociera, si me encontraba a su madre cerca sería lo mejor.

Miraba sobre todas las cabezas sosteniendo a mi amiga y agitando mi mano para que la brisa llegase a su cara.

—¿Qué le pasa a ella? —inquirió una delgada chica que estaba en nuestra hilera. Al acercarse, pude comprobar que era Melany.

—Se siente mal —le dije, preocupada—. Estoy buscando a su mamá con la vista pero no la veo.

El Sol seguía siendo descubierto por las nubes, como si quisiera empeorarlo todo.

—¡Allí está! —Le señalé a Melany quién era la madre de Anelía, y fue directo a buscarla.

Una profesora llegó en el momento justo a nuestro grupo, vestida de blanco y con una cinta del mismo color en el cabello.

—Buenos días, ya llegué. ¿Estos son mis niños? —Preguntó amable— ¿Cómo están, mis niños? Yo voy a ser su profesora.

—¡PROFESORA! —llamé y ella nos detectó.

Al instante, se percató de lo que sucedía y se dirigió hacia nosotras, tan rápido como pudo, entre los tumultuosos estudiantes.

—¿Qué le sucede? —preguntó muy preocupada.

—Me siento mal, tengo fatiga... —dijo Anelía aún aguantada por mí, tomando aire e intentando sostenerse.

—Ven conmigo, seguro es el Sol. —La profesora la tomó de la muñeca—. El Sol provoca fatiga. ¿Alguien que tenga un poco de agua? —preguntó en voz alta.

Justo en ese momento, su mamá se apareció junto con Melany, preocupada hasta que sus ojos se encontraron con los de su hija.

La mujer tomó a Anelía por los hombros y la llevó a la sombra. Melany siguió tras ella con una botella de agua. Yo estaba a punto de revisar si había traído la mía nada más tuve las manos desocupadas, pero Melany me ganó y salió corriendo hacia allá.

Solo Mi Corazón Lo Sabe (SMCLS #1) ✔Where stories live. Discover now