Capítulo 40: Ceguera de corazón.

79 60 26
                                    

CEGUERA DE CORAZÓN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CEGUERA DE CORAZÓN

Sentada sobre él, por un momento sentí como mi cuerpo se hacía cada vez más pesado. No quería levantarme, lo miré, aun riendo y este aflojó su agarre. Así fue como pude tomar el celular.

En pocos segundos pude notar lo incómoda que se había puesto la situación, especialmente por la reacción de Mateo, así que lo que mejor pude hacer fue levantarme lo más rápido posible e ir para mi silla.

<<Por Dios. ¡¿Pero en qué demonios estás pensando, tonta?!>> Me reprocha mi consciencia.

Un silencio adormecedor nos cubrió; quería hablar, quería decirle algo, pero no era capaz de mirarlo. Mis cachetes estaban ardiendo, no me atrevería a que me viera así ni siquiera en mis sueños.

—Bueno, ya tomamos un receso. Sigamos —traté de decir, pero mis nervios se salieron por mi voz entrecortada.

Respiraba y sentía su perfume. Con todo lo que podía, evitaba permanecer más de dos segundos con los ojos cerrados, sino me iba a concentrar de nuevo en su respiración y en su cercanía, y eso no podía ser.

Él seguía a mi lado.

Demostrar mucho era peligroso.

Pasaron las horas y apenas me di cuenta, se había hecho de noche. Aún no habíamos terminado.

—¿Dime, Mateo, qué te falta?

—Este ejercicio. —Lo señaló—. Me sigo equivocando.

—Ya te dije que para despejar la X tienes que dividir. —Le señalé las notas y él me miró con los labios hacia abajo—. ¿En serio? ¿Tengo que explicártelo de nuevo?

—Sí.

—Ufff... —resoplé, tomé la libreta y me incliné sobre él para explicarle—. Se pasa este número para la derecha con la operación contraria. —Mientras, escribía en sus notas. Mi corazón latía fuerte al sentir su respiración en mi cuello.

—Sí.

Me separé lentamente.

—Ahora hazlo tú. —Tomé el lápiz y se lo coloqué en la mano—. Te veo.

—Pero no me mires, que me pones nervioso —espetó.

¿Ay? ¿Lo pongo nervioso?

Hmmm...

—Okey, no te miro. —Giré la cabeza hacia el otro lado y así esperé como 2 minutos.

—Ya lo hice —dijo con una voz de niño pequeño.

Me volteé riéndome y agitando mi cabeza hacia los lados. Tomé sus notas y observé el ejercicio. Mientras, notaba como me miraba con una sonrisa.

—Todo perfecto.

—¡SOY LA BESTIA!

—Menos... —Tomé el lápiz, notando un pequeño error y apagando su ego por un momento, cuando me miró con los ojos como platos—. Este de aquí.

Solo Mi Corazón Lo Sabe (SMCLS #1) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora