Capítulo 14: Extraña familia.

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—¡Melany! —vociferé afuera de su casa mientras tocaba el timbre una y otra vez

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—¡Melany! —vociferé afuera de su casa mientras tocaba el timbre una y otra vez. Nada más salir de la escuela, no pensé en ninguna razón para quedarme en mi casa haciendo nada, pues lo que había sucedido en la escuela no iba a dejar que me mantuviera quieta—. ¡Melany!

Toqué la puerta de la casa, y me crucé de brazos, caminando de un lado a otro.

¿Y si me abre la madre?

¿Qué le digo si piensa que soy una entrometida?

Brinqué cuando la puerta fue abierta ante mí. Para mi suerte, fue su padre; que al verme frunció el seño ligeramente.

—Melany no está recibiendo visitas ahora —pronunció con el semblante serio.

—Por favor, quiero hablar con ella.

—Perdón, es que Melany está enferma.

Ya sé la enfermedad de Melany, por favor.

Y eso no es enfermedad.

—¿Puede decirle que estuve aquí?

Su padre asintió.

Es hora de irme sin haber logrado mi objetivo. Decidí voltearme para salir por la puerta por la que entré.

—¡Lale! —me detuve abruptamente al escuchar la voz de Melany y me volteé encarando a su padre, quien no tuvo más remedio que suspirar y abrirme la puerta.

¡Tomen, perros!

La alegría de haberles ganado esta vez casi me hace saltar y correr para abrazar a Melany. Voltearme y sacarles el dedo.

La familia de Melany es muy, pero muy extraña. Toda su vida se rige bajo normas de qué hacer y qué no hacer. Por eso Melany no va a fiestas. Por eso ella es tan callada. Por eso la controlan tanto, sobretodo su madre.

Esta última se cree que tiene la imperiosa necesidad de decidir por su hija cuantas veces ella quiera, de arrebatarle su opinión propia y sinceramente, no sé si lo hace sin querer o no, pero de que le está privando a su hija la libertad de ser una adolescente normal, se la está privando.

Abracé a Melany y luego la miré a los ojos.

—¿Qué pasó? ¿Y por qué te van a sacar de la escuela?

Melany me tomó de la muñeca y me llevó para el cuarto. Por algún motivo pensé que su madre iba a ir tras de ella a cualquier lugar que fuese, pero decidí dejarlo en sus manos.

En fin. ¿Qué podía hacer yo?

—La historia es muy difícil de contar...

—Empieza por donde te sientas más cómoda.

—Mi mamá se enteró de mi embarazo, eso seguro ya lo sabes. Por eso es que hoy insistió en ir a la escuela. Cuando se enteró se volvió paranoica. Me empezó a gritar a los cuatro vientos que si qué yo estaba pensando, que por qué tuve que escaparme de la casa si yo nunca he hecho eso, que lo hice por las personas con las que me junto en "esa escuela". Que tenía que hacerle caso, por algo ella me tenía prohibido salir por la noche... Y en la discusión participó mi abuelo, mi papá, se le unió mi abuela y yo solo sabía quedarme callada, Lale. ¿Qué iba a decir?

Me miró a los ojos y mi corazón soltó un dejo de empatía. Me dolía por mi amiga, tener que vivir constantemente en un encierro, que no la dejaran salir, interactuar con amigos, incluso opinar y ser ella misma sin que su madre interfiriera.

La ira se apoderó de mí y cerré los puños. Me relamí los labios.

—Lo siento mucho por ti, mi amiga. Debe ser muy difícil por lo que estás pasando. Pero aunque más quiera criticar a tu madre no puedo hacerlo porque no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer sobre ella. Además, estoy en tu casa. En cualquier momento ella podría escuchar tras la puerta alguna mala expresión sobre su persona y me podría ir muy mal y lo sabes, Melany —le confesé con el corazón en las manos.

—Ahora no sé qué carajos voy a hacer —balbuceó.

—No sé cómo podré ayudarte. Es una situación muy seria —suspiré y la miré a los ojos.

—Cuando ella se enteró, me llevó al médico para saber si podía abortar. ¿Es lo normal, no? En una adolescente. Fue un embarazo no deseado. Pero...

—¿Pero?

—Pero el médico dijo que ya era muy tarde y que además, los abortos en los adolescentes son muy arriesgados.

Permanecí atenta a cada una de sus palabras. Sus labios no esbozaban ni una sola sonrisa.

—Pues ahora solo me queda tener a este bebé. ¿No?

—¿Y el padre del niño? —indagué.

—Hasta ahorita no se ha querido hacer cargo de él.

—Vas a ver. Hasta ahorita, pero mañana va a querer hacerse cargo —le aseguré muy confiada de mí misma.

Esto no podía fallar.

—¿Qué vas a hacer?

—¿Yo, que voy a hacer? Nada. Deja que se lo diga a Anelía.

Melany rió.

—Esa Anelía tiene cada ocurrencia.

—Sí, como la cachetada que le dio a Cloe en pleno patio de la escuela —confesé y Melany abrió sus ojos y boca, sorprendida.

—¿Le dio una cachetada? —Llevó sus manos a su boca—. ¡Oh my got! Yo tenía que haber visto eso.

—Pero estabas en la dirección con tu mamá.

Melany rió con ganas.

—Me acabas de hacer el día. Al menos he tenido un motivo para reírme en tanta locura.

Fuimos interrumpidas por la puerta recién abierta de la habitación, dando paso a su madre con un delantal de cocina manchado de grasa.

—¿Melany, qué te dije de recibir visitas? —le amonestó su madre.

—Perdón mamá. Es solo Lale que pasó a saludar —comunicó Melany y su madre me saludó con un movimiento de cabeza a lo que yo le respondí.

Es obvio que no me quiere aquí.

—Qué bueno Lale. Pero ella ya no puede estar más. Ahora la vamos a llevar al hospital porque tiene una gripe —mintió su madre en mi cara.

Gripe ni gripe.

¿La gente se piensa que yo soy boba o qué?

—No, de todas maneras ya yo me iba. —Me levanté de la cama en donde estaba sentada, decidida a salir por esa puerta y no volver a mirar el rostro de la madre de Melany.

Doña Mentirosa.

—Te acompaño a la puerta —propuso Melany y asentí.

Me acompañó a la puerta dándome lugar a la salida.

Después de eso, pasaron las semanas como las agujas del reloj. Hubieron exámenes extra pero Anelía se dejó de presentar, su enfermedad había vuelto a empeorar y a mí y a Rosalía nos preocupó grandemente. Ya no iba más a la escuela. No podía.

Las visitas a su casa se hacían cada vez más continuas. Por otro lado, Cloe no se ha metido más conmigo después del incidente. Y Mateo ha estado tranquilo...

Hasta ahorita.

Solo Mi Corazón Lo Sabe (SMCLS #1) ✔Where stories live. Discover now