Capítulo 3: Jugar con fuego

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JUGAR CON FUEGO

Después de lo que vi en el teléfono de Cloe, he estado muy distraída. Lo único que se mantiene en la cabeza es la intriga que hay entre Cloe y Mateo. Algo me inquieta. Suponía que esa forma amable de él era solo conmigo, pero ya veo que no.

Sin embargo, Lale aquí presente, no se rinde tan fácil y ese nuevo descubrimiento me llevó a tomar a Mateo en serio, cosa muy rara en mí. Irremediablemente me he hecho películas en la cabeza con él.

En fin... Son cosas que pasan, y es increíble, porque yo nunca me había sentido así.

Hoy es un nuevo día y voy a por Cloe a su casa. Ayer las chicas nos pusimos de acuerdo para pasarnos a buscar las unas a las otras.

Le voy contando a Anelía cómo fue que Cloe me ubicó en el camino para llegar a su casa mientras estábamos en el almuerzo, por lo que hoy no tenemos riesgo de perdernos.

—¿Y Melany? ¿No habló contigo? —le pregunté a Anelía en el camino.

—Sí, y de hecho la pasé a buscar, pero... –mantuvo la palabra en el aire.

Insistí cuando se quedó en silencio.

—¿Pero...?

Anelía exhaló.

—Pero su mamá dijo que ya había salido para la escuela.

Uní las cejas al escuchar semejante sorpresa.

—A ver. A ver si entiendo —pensé por un momento, mirando hacia la derecha a un punto X—. Melany ayer te dijo que la buscaras y hoy... ¿Se va antes de que llegues?

Mi amiga asintió, aun sin podérselo creer.

—Su madre insistió en que se había ido.

—Wow... Esa actitud de ella está rara.

Al llegar a casa de Cloe, toqué el pequeño botón del timbre en la esquina superior de la puerta, colocando mis pies en punta por la extrema altitud de dicha campanita. Segundos después, la puerta fue abierta, dando lugar a esa chica con los labios pintados y los zapatos a medio poner.

—Oh, Anelía, Lale... Espérenme. —Volvió hacia atrás a buscar algo. Supongo que sea la mochila—. Ahora vengo.

—Está bien. —Anelía miró su reloj e hizo una mueca con sus dientes.

—¿Cuánto tiempo nos queda?

—Diez minutos.

Abrí los ojos, incrédula y algo dentro de mí se activó. Me impacienté. Me iban a regañar. Si Cloe salía ahora, tendría que caminar muy, pero que muy rápido. Y si salía después, a correr.

* * *

—¡Lale, agua!

Escuché a lo lejos el timbre y divisé la muchedumbre de estudiantes entrando a la escuela.

Solo Mi Corazón Lo Sabe (SMCLS #1) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora