1

2K 204 23
                                    

Muchos dicen que la rutina aburre... Pero creo que ellos no tienen amor por lo que hacen cada día como Jimin.

Jimin tenía un linda rutina todas las mañanas, y aunque para muchos era muy trabajosa él la hacía divertida.

-¡Vamos niños, llegaremos tarde!–Gritó Jimin colocando su suéter.

-¡Papá mi lonchera!–Avisó una pequeña niña que se colocaba sus zapatos.

-Ya está lista, apurate Chae–Le dijo MinGuk cuando se asomó a la habitación.

Jimin salió del baño y sonrió cuando vio a MinGuk arregladito bien lindo como siempre, dos segundos después una pequeña niña salió corriendo hacia su hermano.

-Chae debes dejar de perder el tiempo...

-Papá Gukie me está regañando otra vez–Se quejó la menor mientras se colgaba su mochila.

-No te esta regañando mi amor–Jimin río suave y también se colgó su mochila. -Ahora vamonos, ya perdimos el autobus... Tenemos que correr...

-¡No otra vez!–Lloriqueó Chae saliendo del departamento.

-Deja de quejarte que es por tu culpa–MinGuk le tomó la mano y la ayudó a bajar las escaleras.

Jimin solo reía suave, sus hijos siempre tenían la misma discusión todas las mañanas.

-A ver demen sus manos–Jimin tomó a sus hijos a cada mano y empezaron a caminar rápido.

-Papá no quiero correr hoy–Dijo Chae mientras trotaba para que su padre no la dejara. -Tuve deportes ayer, me duele mis pies...

Jimin suspiró.. Sabía como aveces era su hija de perezosa en las mañanas, así que como en muchas ocasiones pasó su mochila hacia su pecho y cargó a su hija en su espalda sin importar que pesara. MinGuk sonrió negando levemente y se agarró de la camisa de su papá y empezaron a correr cuando cruzaron la calle.

No pasó mucho y llegaron a la escuela de Chae, Jimin la bajó con cuidado y suspiró por el esfuerzo.

-Papá lo siento–Chae se le acercó al oído y le susurró. -Es que los zapatos me aprietan y me duelen los pies...

Jimin bajó la vista y asintió.

-Prometo comprarte unos con el otro pago–Jimin le acomodó el cabello y le dio un beso en la frente. -Cuidate hija, que te vaya bien...

-Gracias papi–Ella le dio un beso a Jimin y le dio uno a MinGuk cuando este se inclinó hacia ella. -Chao Gukie...

-Chao–MinGuk le agitó la mano y Chae entró segundos antes de que cerraran el portón.

Jimin se levantó y tomó la mano de su hijo.

-Papi no nos despedimos de papá–Dijo MinGuk mirando el suelo.

-Lo sé cariño, me acorde mientras despedía a tu hermana–Jimin le acarició el cabello. -Tu papá entenderá que ya era tarde...

MinGuk asintió y no dijo nada mas en el camino hacia la fundación, Jimin lo miraba de vez en cuando y no le gustaba verlo triste.

Así que al ocurriesele algo sonrió, empezó a mirar hacia los lados buscando uno de los tantos afiches de su antigua pareja hasta que vio uno pegado en el cristal de una puerta.

-Vamos hijo, quiero que te despidas de papá–Jimin llevó corriendo a su hijo hasta el afiche.

MinGuk al ver el rostro de Jungkook en el afiche sonrió, miró a todos lados y había muchas personas para ser tan temprano pero eso no le impidió susurrar.

-Adiós papá, iré a estudiar, hoy tengo examen y prometo pasarlo... Papi Jimin me ayudo a estudiar–Susurró MinGuk al afiche.

Jimin sintió su corazón estrujado pero respiró profundo y sonrió enorme.

-Hijo ahora vamos tarde a la fundación...

-¿Corremos?–Preguntó MinGuk más contento.

-Si, a correr....

Ambos se tomaron de las manos y volvieron al camino donde antes estaban, retomaron la ruta de la fundación y antes de lo pensado ya estaban ahí frente al lugar donde la directora del lugar recibía a todos los niños.

-Suerte en tu examen mi amor–Jimin lo tomó de las mejillas y le dio un beso en la frente. -No te pongas nervioso... Tu estudiaste..

-Si papá, suerte en tu trabajo.. Cuidate mucho...

Jimin rio suave y asintió.

-Como mande mi hombresito, ahora corre a tus clases....

MinGuk le dio un casto beso en cada mejilla y entró corriendo al lugar.

Jimin suspiró al verlo, ya no había rastro de ese niño retraído y temeroso de años atrás... Ahora solo había un niño que hablaba, reía, cantaba, jugaba y corría con sus amigos.

Él se dio media vuelta y se fue hacia su trabajo en un hotel como aseador, estaba feliz con la vida que le daba a sus hijos y estaba el doble al ver que sus hijos también lo estaban disfrutando... Y aunque después de seis años seguía con un hueco de dolor y de tristeza en su corazón aprendió a vivir con eso simplemente por el hecho de que debía darle fuerzas a sus hijos cuando estos preguntaban... ¿por qué su otro padre no estaba?.

El costo del amor 2Where stories live. Discover now