19 - Amanecer Dorado

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Aún es noche cerrada cuando Theodore se despierta y se queda contemplando a Neville dormir como un angelito; sus cuerpos desnudos casi en la misma posición, notando el sudor y los fluidos en las sábanas. Sale con cuidado de no despertarlo, se viste los calzoncillos, se limpia en el baño y por último decide echarse en el macro sofá un rato para zapear, hasta que lo deja en la teletienda y luego en las cartas del tarot. Decide probar la piscina olímpica y cuando ya se aburre, se da una ducha y vuelve a la cama. El alba anuncia su presencia con la tenue claridad reflejada en el horizonte marítimo. Se arrebuja más a gordi en un abrazo estrecho, necesitado, y maldice el tiempo perdido en cada insulto, cada manotazo, cada pellizco… Todo por estar enfadado y frustrado, por creer que no podría tenerlo, por despreciar esos gustos que consideraba vergonzosos. Pero su madre tiene razón, siempre la tiene, nadie se va a encargar de hacerle feliz, tal vez él sí. Y le da toda la razón, porque un solo finde ha bastado para dormir más y mejor, para sentirse satisfecho, pleno y feliz porque, además, hace a gordi feliz. Y con esos pensamientos, se da cuenta de que no está dispuesto a renunciar a él, ni aunque toda la uni le diera la espalda.  Le ofrece un suave beso en el cuello para no despertar al osito que duerme plácidamente y se queda rememorando las pasadas horas; tan nuevas, intensas, únicas y emocionantes.

Un buen rato después, y con un Theo medio adormilado, Nevi se remueve y estira todo su cuerpo para desperezarse, arqueando la espalda como un cachorro y llevando los brazos hacia delante y el culo en pompa. Nota la  ardiente entrepierna de su guaperas personal frotarse contra sus nalgas; está empalmado, las manos de Theo descienden hasta sus caderas y lo atrae más contra él. Sus labios se deslizan por su cuello y le besa laxo. Neville acaricia las manos juguetonas y gira la cara, encontrándose una sonrisa lánguida con esos rasgos pardos y esa mirada tan seductora y rebelde. Su guaperas se inclina y le besa los labios, luego otro beso, y otro; un rosario de besos y caricias. Los buenos días los dan los suspiros, la humedad de sus lenguas y las miradas amorosas. Neville se da la vuelta para encararlo y Theo se arrima más a él, manoseando los culos mientras se comen la boca.

—Te quiero —declara Theodore al despegar los labios.

Neville sonríe con esa mirada acuosa tan propia de él. —Yo también te quiero —corresponde, llevando la mano a sus glúteos cincelados en piedra, luego asciende hasta los rizos morenos y desordenados de su rostro.

Segundos sosteniéndose las miradas en silencio, paseando las vistas por los rasgos de sus rostros.

—¿Te duele? —pregunta el sub-guaperas preocupado.

—No, solo noto un poco de molestia; aunque no sé si ahora podría con otra sesión. —Restriega su pubis en la evidente erección de su chico y arquea las cejas.

—No te preocupes. —Sonríe y le da un beso fugaz—. Aún es pronto, ¿No quieres seguir durmiendo?

—Pues, la verdad es que sí, tengo sueño.

Theo asiente con un mordisquito en su mejilla regordeta. Se acomodan y Neville se vuelve a dormir mientras su guaperas personal vela por sus sueños.

*

Draco despierta de buena mañana. La cama es estrecha y les obliga a estar tan pegados, que sus cuerpos están uno casi encima del otro con sus respiraciones rozando las pieles. Ese repu moreno de gafapasta y más valentía de la que aparenta, duerme mostrando un sueño agitado. Draco observa sus párpados moverse frenéticamente, los espasmos de su cara y su cuerpo; gimotea entre murmullos y la serpiente se yergue, apoyada en el colchón con el codo para observar mejor. Harry murmura palabras incomprensibles y mueve un poco las manos, mientras zarandea flojo su cabeza en una especie de negación. Draco le recoge las manos e intenta despertarlo, moviendo sus brazos y llamándolo.

El patito feo: OrigenWhere stories live. Discover now