23 - La rueda del tiempo

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—¡Chicos! Voy al servicio —avisa Zabini.

—Cuidado, a ver lo que te encuentras.

—Qué cabrón eres, Ro-Ro —recrimina su gatita.

—¡O seaaaa! ¿Geally?

—Sí, los extraterrestres existen, viven entre nosotros. Fingen ser humanos y llevan nuestras pieles.

La franchute compone una cara de miedo y asco mientras la loca ataca la ensalada de zanahoria y tomate.

—O seaaaa, nena, estás un poco cgueisi.

—Ah, ah —niega Luna con convicción—. Si quieres, otro día te enseño las pistas que he podido recopilar. Yo misma tuve contacto en la segunda fase.

—¡¿Qué?! No entiendou.

Harry se termina el agua y rebusca en sus bolsillos. —¡Mierda!

—¿Qué pasa? —pregunta Draco, juntando sus cabezas.

—Pues que tengo que patear hasta la taquilla para tomarme las pastillas.

—¿De qué?

—Tengo hipertensión arterial.

—¡WoW! Vaya ... No lo sabía. Lo de las setas fue muy arriesgado, amor mío.

—Lo sé, es que... no tomé nada, excepto eso y un poco de alcohol.

—Dame las llaves y voy yo —le extiende la palma y le mira.

Harry sonríe enamorado. —Y tráeme agua también —“suplica” con sus ojos verdosos pestañeando seductores.

Draco suspira, a continuación le da un beso y, con las llaves en mano, se va a cumplir un mandato de su popotitos.

—¡Hola, chicos!

Cedric tiene la bandeja vacía de comida en las manos y sonríe con pose casual de modelo. Su mochila colgada en un hombro y la insignia de los tejones bordada en la solapa de su camisa blanca.

—Hola, Cedric...

A Hermione le ha faltado tiempo para aletear sus tupidas pestañas y levantar una ceja perfilada sugerente. Se muerde un poco los labios pintarrajeados y le sonríe, meneando su melena ondulada y achocolatada.

—Parece que ahora os habéis unido. Qué casualidad, qué... oportuno.

—De oportuno nada —interviene Ronald—, jamás pensé que pasaría esto. Pero el amor obra milagros, colega —concluye con una sonrisa envidiable y el semblante más deslumbrante que el suyo, componiendo una pose más segura y el resplandor de su musculado cuerpo cegando sus delicados ojos. Esos dientes no han precisado dentista y son jodidamente naturales y perfectos.

—Así que el amor...

El ex-guaperas deposita la bandeja sobre la mesa, paseando la mirada sombría por cada uno de los presentes. Después descarga la mochila al lado y abre la cremallera. Todos se miran extrañados ante el comportamiento del carameme, este se incorpora de nuevo y les enseña unas tarjetas de invitación.

—Dentro de nada es mi cumpleaños. Voy a celebrar my sweet eightteen en una casa de campo que he alquilado, para que vengan todos. Por supuesto  vosotros también estáis invitados — suelta con una sonrisa Profident y las tarjetas en una mano, al lado de su cara.

—Iremos todos, ¿Verdad, chicos? — anima la coneja, admirando ese toque gótico que le ha salido a Cedric en sus maneras. Tan... de vampiro... Ella presiente que es su mate.

Asienten por no quedar fatal, pero la aceptación y la alegría brillan por su ausencia. Cedric les sonríe más ampliamente y reparte las invitaciones, luego cierra la mochila y se incorpora.

El patito feo: OrigenWhere stories live. Discover now