33 - Un Adiós y un pacto (Fin)

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—¡Harry, por favor! —Neville venía corriendo de los servicios hecho un destrozo de lágrimas y mocos hacia sus amigos—. ¡Llévame a casa inmediatamente!

Su amigo se levantó rápido y le cogió de los brazos. —¿Estás bien? ¿Nott te ha hecho algo? —farfulló nervioso buscando por detrás de su amigo, que seguía descomponiéndose entre lágrimas y gimoteos.

—N-nooo, él no me ha hecho nada. Por favor, sácame de aquí.

Harry se atavió la americana con las miradas curiosas de Hermione y Ronald oteando a todas partes para localizar a Nott. Blaise se había levantado raudo sin decir nada a nadie y desapareció por el pasillo que conducía a los servicios.

—Nos vemos, gente. Voy a llevar a Neville a mi casa-

—¡A tu casa, no! —cortó tajante—, a la mía, llévame a la estación de tren.

Harry le dio un billete a Hermy para pagar su cena y asintió serio. El matrimonio se despidió de Neville con un abrazo en grupo que igualmente se sumó Harry por petición del pelirrojo; pues le dolía en el alma discutir con Ronald. Aprovechó la excusa del momento para sentir en sus carnes una vez más, no sabía si la última de todo el grupo como amigos, el sentimiento de hermandad y amor que habían compartido durante tantos años desde la adolescencia.

Disuelto el abrazo grupal. Harry llevó a Neville a su casa para recoger su equipaje y después a la estación de tren. 

—¿Theo? —A Blaise no le hizo falta saber dónde estaba escondido su amigo. Los sollozos ahogados provenían de la primera puerta—. Ábreme, por favor.

Oyó un ligero clic, luego la imagen deplorable de su amigo abriendo la puerta, que terminó desplomándose sobre el váter. Respiraba trabajoso con una mano en el cuello y otra en el pecho, intentando inhalar profundo, pero no podía. Blaise lo arrastró a los lavabos para quitarle el sofoco, mojando toda la cabeza. Su amigo intentaba hablar, le señalaba la tráquea, negando desesperado, emitiendo ruidos estrangulados.

—¡Voy a llevarte a urgencias!

Cuando salieron al salón, Hermione y Ronald discutían acaloradamente, ajenos a la tremenda incomodidad del resto de los presentes. Él llevó a su amigo sostenido del torso a la mesa. El pelirrojo enmudeció y le dedicó a Blaise una mirada cargada de significado.

¡Hubiera querido decirle tantas cosas! Blaise se moría de ganas por decirles a todos que se negaban a la solución por estar empecinados en arrastrar los malos recuerdos, ellos mismos renegaban de la felicidad situada a escasos pasos. Resopló con la mirada gacha y también enmudeció, un ligero temblor en sus labios ansiosos por confesar todo lo vivido, que aplacó mordiendo fuerte con los dientes y llevando a Theo al hospital, antes de que pudiera entrar en estado de shock.

—¡Ya no puedo más con todo esto! —exclamó hastiado el pelirrojo—. ¿Ves ese chico que se lleva a Theo? ¿El que era estudiante de intercambio? —Hermione frunció ligeramente el ceño, centrando su atención en los dos amigos que salían por la puerta del restaurante—. ¡Me acosté con ese, con Blaise! —La expresión de sorpresa de Hermy fue cambiando al dolor más absoluto—. ¡Ya lo he dicho! Me vengué, tirándome a ese chico en unos lavabos, ¡y me gustó!

—¡¿Qué?!

Ronald y Hermione abandonaron la fiesta a los pocos minutos, inmersos en una discusión acalorada entre griteríos de reproches y llantos. Blaise fue testigo de todo cuanto le confesó Theo después de ser atendido por los médicos y haber descansado unas horas. Harry se despidió de Neville entre lágrimas con una promesa muda en los labios «La próxima vez que nos veamos, seremos felices…»  Al día siguiente, cada uno estaba en su casa.

El patito feo: OrigenWhere stories live. Discover now