22 - Punto de inflexión

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Theo decide pasar por casa de Neville para llevarle a la uni con su moto de 125 CC. Un paquete apetitoso que se sujeta con fuerza en su espalda porque es la primera vez que sube en un cacharro de esos. La mejor de las sensaciones es llevar a tu chico emocionado y miedoso, aferrándose con las manos en tu abdomen. Llegados allí, se enciende un cigarro aderezado de matu para aplacar los nervios que le persiguen desde la noche anterior, pues no durmió apenas y se dedicó a relatarle a su madre todo, sin censuras. Se lo merece por ser la causante de su felicidad.

A pocos metros viene la bollera nazi —ya no tan nazi, pero sí muy bollera— luciendo una moto con sidecar. Fueron tantas las veces que Pansy se quejó a su viejo por tener ese trasto haciendo bulto en el garaje, que parece que el destino le sonría burlesco desde el cielo despejado, con su necesidad de usarlo a partir de ahora. La franchute frotando sus tetas por detrás y la empollona toda monísima ella en el sidecar, les pega lo que no está escrito. Una nueva tríada con una Pansy más dulce, una franchute más contenida y una empollona con pintas de infarto, bajan del vehículo sintiéndose más reinas que la propia reina. Otro coche aparca, y de él descienden Draco y Harry con actitud aparentemente serena, pero por dentro son un hervidero de lava. Los chillidos de Astoria ocultan el chirrido de la bici de Ronald a causa de sus derrapes y jueguecitos para hacerle sentir que se cae; la tienen crispada e histérica.

A lo lejos, en lo alto de la escalinata que conduce a la puerta principal de la facultad, ven a Luna Lovegood con el semblante adusto. Una estatua de sal y piedra que los otea con una gorra por visera. Zabini se acerca a ella y espera a que el resto llegue a la entrada. Nada de manos unidas, todos sienten la opresión en el pecho, expectantes de cruzar la línea roja; las puertas al interior.

—Hola, amiguis —saluda secamente mientras observa a cada uno con sus miradas huidizas y vergonzosas.

—Siento mucho no haberte avisado…—empieza el zanahorio, con la capi a su lado vestida y maquillada de manera más sencilla, pero siendo ella misma.

—La culpa es mía —interviene el co-popular abusón—. Astoria me dijo que avisara al resto, pero no caí en ti. Lo siento.

Ese lo siento barre los semblantes de todos los presentes, sorprendidos por esas palabras, que a los labios del matón son tesoros inalcanzables.
Luna le mira con el rostro ceñudo y se acerca a él.

—No era tu responsabilidad, sino la de mis amigos. Pero eres tú el que quiere dar la cara y cargar con la culpa, y además me estás pidiendo perdón. Insólito cuanto menos.

Draco le mantiene esa mirada tan gélida como la suya, preparado para lo que sea. Zabini está muy nervioso, no ha caído en el detalle más importante de la historia. Luna Lovegood es, como ya sabemos, la eterna asesina junto a Ronald.

—Neville y yo estamos saliendo — suelta el chulo de forma más chula, fumando profusamente de un cigarrillo a punto de consumirse.

Luna mira a Neville y este le sonríe afable. —¿Saliendo de verdad? ¿Nada de esconderse o hacerle daño?

Theo niega con la cabeza y apaga el cigarro con la bota. —¡No! —Seguidamente pasa el brazo por la espalda de Nevi y lo apretuja a él.

—Yo estoy con Astoria —confiesa Ronald con la cara roja y la sonrisa temblorosa.

Luna arquea las cejas sorprendida y la mira.

—No es lo que piensas —se apresura a decir la capi—. Aunque no fuera el nuevo guaperas, seguiría estando con él.

Luna entrecierra los ojos y escudriña esa cara con maquillaje suave, pestañas con rímel waterproof y gloss.
Ronald le coge de la mano y entrelazan los dedos, necesitados del contacto del otro para darse ánimos.

El patito feo: OrigenNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ