Veinte y uno

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Otro día en el juzgado, no mi pasatiempo favorito, pero heme aquí. La diferencia entre ayer y hoy es que no podía concentrarme en nada de lo que se estaba hablando, todo el tiempo distrayéndome con pensamientos aleatorios de la noche anterior que, sin duda, no me había dejado dormir ni un segundo.

Do-san no se iba de mi cabeza y todo culpa de aquella confesión que contradictoriamente no quería escuchar; ¿ahora que haría con mi hermana?, ¿qué le diría a Dal-mi? No sabía si era peor contarle todo u ocultarle que Do-San nunca fue su chico de las cartas.

Por otro lado, le gusto. Por todos los dioses, había dicho que le gustaba, mis sentimientos siempre fueron correspondidos y me estuve comportando como una idiota con él. Aún así, luego de su confesión la noche anterior, traté de evadir el tema y hacer la de oídos sordos, cosa que salió un poco mal al dejar una tensión en el aire, un silencio incómodo y un largo tiempo estancados en la misma fila de carros.

Todo es tan complicado ahora y en lo único que pensaba era suponer que hacía Do-San en aquel momento. Un Do-San que pensará lo rechacé por mi estupida manera de evadir el tema. Evadir, estaba tan acostumbrada a ello y aún así, nunca sale bien.

— Damos pasó a 40 minutos de descanso—

Di un suspiro largo al escuchar tales palabras, no había comido ni dormido en cuestión de 48 horas y se estaba manifestando en mis energías y estado de ánimo para el proceso. Aún así, 40 minutos es muy poco para el desgaste judicial, y para mi persona. Si así son dos días, no creo poder lograr finalizar la semana entera de manera saludable.

— Estaremos en la cafetería ¿vienes? — habla mi compañero ya en la puerta para salir de la sala.

— Estoy bien, adelante ustedes— claramente me había negado porque iba a buscar un lugar donde dormir un poco.

Agarre mi bolso y salí al pasillo, mirando lado a lado el lugar perfecto a donde dirigirme y poder descansar un poco, pero no veía un lugar discreto. Obviamente en un espacio como estos no lo iba a encontrar y solo estaba perdiendo mi tiempo, aún así decidí continuar con mi caminata.

—¡Yoo-na!— un grito se escucha detrás de mi, una voz masculina imposible de no reconocer.

No sabía si sentirme feliz de que estuviese ahí, o incómoda sabiendo como todo había sucedido la noche anterior. Mi mejor opción fue sonreír mientras giraba en mis talones, quedando en frente de Do-San.

— Es bueno verte, Cenicienta— él ríe ante mi comentario, haciendo que el aire se aligerara aún más.

¿Soy yo o su sonrisa siempre ha sido así de linda?

— Te traje algo — saca una bolsa de papel que tenía en el bolso que traía, a lo que supongo, traía comida por el olor tan típico de los fideos negros. — sé que te gustan, y que además es un hecho que no has comido nada, por lo que decidí traértelo. También traje uno para mi y así poder hacerte compañía— parecía un niño pequeño mientras hablaba, todo tímido y esperando una respuesta inquieto.

— En efecto, me has salvado de la comida de la cafetería— sonrío ampliamente, mientras me hago a un lado de él para buscar un asiento— ¿por qué viniste en tu día libre? Deberías descansar, has estado trabajando sin parar últimamente y este no es un sitio de descanso para nada— hablo con un tono de voz teñido de una leve preocupación hacia su persona.

— Solo quería saber que estabas bien— sus labios se curvaron en una ligera sonrisa— con mis propios ojos, antes de que empieces a decir que las llamadas y que blah blah.

¿Por qué hace las cosas tan difíciles?

— por ahora las cosas van bien, diría que muy a nuestro favor. Pero admito que tengo miedo de que pueda pasar, como pueda afectar mi tarjeta profesional, mis relaciones con clientes. Lo único que espero es que nadie se entere de esto— mientras hablaba su rostro comenzaba a tornarse serio, su semblante se había tensionado ante mis palabras.

Eso lo había delatado, ya seguramente se había filtrado el caso.

— ¿Los medios no tendrán otra forma de ganar dinero que a costas de otros? Solo hace falta esperar al fallo y que mi reputación vuelva a la normalidad.

— todos saben que eres la mejor en tu profesión, no importa que— trataba de subirme el ánimo, y aunque me pareciera tierno, mis pensamientos solo me mortificaban.

— ¿nos sentamos en esa mesa?— hablo cambiando de tema, a lo que él asiente.

— por cierto, Soo-A vendrá luego, quiere entrar a la audiencia y darte apoyo moral— sonrío al escuchar el nombre de Soo-A. Había sido tan afortunada de conocerla.

Luego de sentarnos, comenzamos a comer. Parecía como si no hubiese comido en todo un mes, llenándome de comida rápidamente. Tenía tanta hambre y ni me daba por enterada.

—Sobre lo de ayer— trato de decir luego de dar una pequeña pausa para hablar — yo no sé...— antes de continuar fui interrumpida por él mayor.

— no tienes que decir nada sobre lo de ayer si no estás preparada. Sé que te puse en una situación muy difícil, más con tu hermana. Sé que no fue lo indicado y menos con los tiempos que acontecen. Solo olvidemos que lo dije, ahora solo importa tu bienestar— se atragantaba en sus palabras, aunque sin duda fue un alivio escuchar que entendía mi punto de vista sin siquiera decir algo.

— eres tan tierno, es como un subidón de serotonina— una sonrisa se escapo de mis labios mientras  lo miraba fijamente, sintiéndome bien por ese pequeño momento con tranquilidad.

— Los 40 minutos acabaron. Vuelvan a la sala—

START UP||| Nam DosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora