Veinte y tres

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— Está despertando — se escuchaba una voz un poco distorsionada.

Todo mi cuerpo duele, como si tuviera calambres recorriendo cada parte de mi, desde los pies y terminando en un dolor en mi cabeza que jamás había sentido, una sensación pulsando la zona trasera, casi llegando a mi nuca. Aún no me acoplaba del todo a lo que me rodeaba.

Una potente luz blanca se hizo presente en cuanto mis ojos se abrieron, pero de la misma forma que los abría, los volvía a cerrar, gracias a la molesta luz que no permitía mantenerlos abiertos sin quejarme, cerrándolos nuevamente.

— Yoo-na — sentí la voz de Dalmi a mi izquierda.

Poco a poco, pasado un pequeño tramo de tiempo, me había acostumbrado a la luz, abriendo los ojos sin molestias, viendo que estaba en una habitación blanca, correspondiente a la de un hospital. En ese momento lo recordé todo, un momento de lucidez que supo la razón por la que me encontraba ahí. Entró un alivio en mi, sabiendo que si estaba aquí, estaba bien y alguien pudo llegar a tiempo antes de algún "accidente".

En mi campo de visión se encontraba Soo-A, con su rostro hinchado y rojizo, Dal-mi, quien se veía tranquila al verme, Do-san, quien estaba a mi derecha con una expresión de preocupación, y el señor Han, quien se encontraba de brazos cruzados al lado de la puerta, pero que aún así dejaba ver un tinte de preocupación y alivio al mismo tiempo.

— ¿Cómo se siente del 1 al 10, señorita?— habló quien suponía, era un doctor.

— Ahora mismo, un 7—

Y es que, a pesar del dolor de cabeza y en si el malestar general de mi cuerpo, no es tan horrible a como pudo llegar a ser y creo que mi cerebro toma esa señal para pensar en todos los posibles escenarios en los que pudo salir peor y entender que éste había sido el que mejor fue.

— Muy bien, si es así, podemos darle de alta ya mismo. Ha tenido mucha suerte, señorita — escribía algo en una pequeña libreta y salía de la habitación.

— miremos el lado bueno de todo esto; gracias a el psicopata ese, el juez dió el fallo a favor de ustedes y ese loco lo están imputando ahora mismo, entre otras cosas, por tratar de dañar tu nombre y tu cuerpecito— Dal-mi hacia un puchero, terminando de hablar. Me sorprendía el apoyo que me quería dar en el momento.

Esperen. No me había detenido a escuchar sus palabras de la forma que debía ¿acaso dijo que el juez dio fallo, y a nuestro favor? Claro, no dudo que fueron suficientes pruebas lo que ese chico hizo contra mi para saber sus distorsionados motivos, pero ¿de cuanto me perdí que pudo haber pasado el fallo y la imputación?

—Estuviste 4 días en un coma continuo, el quinto día tuviste un momento en el que despertaste pero en segundos caíste nuevamente inconsciente, así que en total estuviste 6 días como una bella durmiente. El golpe casi te deja sin tu cabezota — dijo a lo lejos el señor Han, haciendo que todos voltearan a verlo con el ceño fruncido.

¡¿6 días!? Pero si lo sentí como un abrir y cerrar de ojos.

Obviamente, estupida. Un momento tenías los ojos abiertos conscientes y al otro no, esa es la idea del coma.

Gracias, conciencia. Que amable. Ahora despierto y mi conciencia me maltrata, ya me debí haber vuelto loca.

—Yoo-na. Estuve tan preocupada. No me vuelvas a hacer esto o yo misma te asesino— Soo-A parecía que fuera a llorar en ese mismo instante.

— ¿Cómo me encontraron? — fue lo único que pude formular.

— Do-San te rastreo el teléfono. Para la suerte de todos, no estabas lejos y, el idiota psicopata ese no le quería encender el auto, entonces fue suficiente el tiempo para que Do-San llegara con la policía— Termina Soo-A de decir, mirándome con sus ojos vidriosos.

Vaya, que suerte. En otro caso posiblemente me despertaría en quien sabe qué lago, o en algún edificio abandonado, o tal vez ni hubiera despertado. Sé que estoy siendo dramática pensando en escenarios que nunca sucedieron, pero un escalofrío me recorre cada vez que pienso en la suerte que tuve antes de que precisamente se llegara a algo más, algo peor.

— Entonces ¿no tengo que volver a juicio?— todos negaron simultáneamente.

—Al menos en ningún tiempo cercano— termina Do-san, agregando con una sonrisa contagiosa, que por primera vez mientras había despertado allí me hizo sonreír de manera sincera.

Estaba tan aliviada, era tan agobiantes esos juicios y todo por una venganza. Al menos podría irme y hacer todo nuevamente con normalidad, volver a Sandbox y continuar con el trabajo que había dejado atrás, descansar sin la preocupación de tener que ver a un juez, llegar a casa cansada por trabajo y nada más, salir con Dosan. Otra vez tener mi rutina.

Esperen ¿qué dije al final?

Recuerdo el mal momento en que una confesión de Dosan se había colado, generándome sentimientos encontrados. Ese día estaba tan cansada de todo que preferí ignorar el hecho de que sucedió, su confesión había sido real, y no la había imaginado en un momento de ilusión. Aunque, ahora que lo pienso, eso también quiere decir que la parte de Dalmi era real, y que ahora me encontraba encerrada con una mentira tan grande que no sabía cómo se desenvolvería todo. Pero vamos, sabía que no era parte de eso, si alguien debería estar preocupado es el señor Han junto a Dosan. Pero me mortificaba guardar un secreto de tal magnitud, más si dependía de los sentimientos de mi hermana. Es que ¿cómo podría guardarle algo así? Eso me haría una mala hermana ¿no? En definitiva me metí en un problema.

Ahora que lo pienso, hay un problema más. Por más que quiera reconocer lo que siento por Dosan, debo de tener en cuenta que, precisamente, mi hermana Dalmi cree que ese ha sido su primer amor, el amor de las cartas. No podría simplemente salir con Dosan, no puedo evitar la situación. Mientras el secreto exista, yo no tengo oportunidades. No sé qué quería llegar Dosan cuando quiso confesarme sus sentimientos, porque lo único que logró fue un choque mental en mi. Si nunca me hubiera dicho nada, mi única preocupación sería alejarme de él para olvidarme del cosquilleo en mi estómago cada vez que lo veía o me hablaba, pero ahora ¿cómo podía ignorarlo? Es como si ahora solo quisiera intentar poder estar con él y disfrutar de el tiempo que pasábamos juntos, sin tener que pensar en Dalmi, pero solo estaría delirando.

¡¿Por que era tan complicado?!

— Yoo-na ¿te sientes bien? Te ves un poco pálida — Soo-A se acerca más a mi, hablando con ese tono protector que relució este día.

— Si, estoy perfectamente bien— había tenido la mandíbula tan tensa cuando hablé que hasta se pudo escuchar el rechine de los dientes haciendo presión los unos con los otros.

START UP||| Nam DosanDove le storie prendono vita. Scoprilo ora