Veinte y cuatro

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El tiempo pasó luego de que me dieron de alta. No pasó mucho, me llegó el correo del fallo y todo quedó resuelto, mi nombre quedó limpio. Por otro lado no he hablado mucho con Dosan, pues todo lo que decimos no pasa del "ten un lindo día". El señor Han no me ha dejado volver a SandBox debido a que supuestamente no estoy en condiciones aún de volver porque está muy "caótico todo" -aunque por esa misma razón es que quiero volver- pero era imposible luchar contra él.

Y hablando del Rey de Roma, estaba recibiendo una llamada de él mientras me hacía el desayuno.

Yoona— su voz era desconfiada, generando que me tensara.

— ¿Qué pasó?—

—Tengo una noticia que no te agradará, pero antes quiero que sepas que hice todo lo posible por evitarlo—

Suéltalo, dime de qué hablas—

—Tu equipo fue eliminado de SandBox por incompetencia, lo siento mucho—.

¿Qué me estaba diciendo?

¡Lo sabía! Tanto tiempo por fuera iba a generar un daño en el equipo. Dejé que mis problemas me opacaran y llene a los 4 chicos con un trabajo de 5 sin siquiera ayudarles un poco. Todo es mi culpa, si no hubiese faltado no nos hubieran eliminado. No debí de tomar nuestro puesto como garantizado, sabía que traería consecuencias el no trabajar por un tiempo pero fui lo suficientemente ilusa para olvidarme de ello. Soy una idiota, debí haberme salido del equipo para que los chicos consiguieran un reemplazo y no ponerlos en estas situación. Me deben de estar odiando.

Dalmi recogió tus cosas y las lleva a casa. No te culpes por esto, mira el lado positivo, puedes volver a trabajar en lo que eras buena— lo interrumpo de inmediato.

—¿acabas de sugerir que no era buena en SandBox?— se escuchó como tragaba saliva desde la otra línea.

—No es eso, si eres muy buena, pero como abogada eres la mejor. Es por eso que SandBox te quiere contratar como la abogada laboral del edificio comercial. Saben que eres la mejor y lo vieron, por eso aun te quieren—

—¿estás bromeando, cierto?, ¿Como puedes decirme este tipo de cosas cuando de decirme que por mi culpa a mi equipo lo descalificaron? Te estás comportando como un insensible— mi voz estaba claramente irritada— ¿Sabes qué? Voy a colgar. Adiós Señor Han y gracias por las noticias.

Colgué con tanta rabia e impotencia que casi quiebro la pantalla del celular. Las ganas que tenía de llorar en ese momento eran inexplicables. Grité para descargar todo lo que en aquel momento sentía, probablemente mis vecinos ya estarán llamando a ver qué sucedía.

Apenas eran las 9 de la mañana y ya me recibían con estas noticias. Por lo menos no estaban ni la abuela ni Dalmi para tener que darles explicaciones, o de lo contrario lloraría a mares y no se me entendería nada de lo que estuviese diciendo.

Me fui a bañar para refrescar la mente y bajar todo nivel de estrés con el frío del agua que corre por la ducha. Consiguiente fui a buscar algo para vestirme, pero mientras me abrochaba mi bra tocaron la puerta.

Seguro la abuela se olvidó de la contraseña otra vez y se le quedaron las llaves ¿quien más sería a esta hora?

Bajó tranquilamente a abrir la puerta, esperando ver a la abuela, pero una silueta mucho más alta que la de la susodicha apareció, asombrando mis únicas neuronas funcionando. Era Dosan quien se encontraba en el marco de la puerta, viéndome con una sonrisa, la cual de inmediato se borró cuando tuvo mi imagen completa.

Oh Dios, estaba solo en mi ropa interior.

— Como que se te está haciendo costumbre verme así, eh— hablo despreocupada.

Ya no me importaba si me veía así o no, por más que en otro momento saldría corriendo a esconderme, estoy tan abrumada en este preciso momento que lo de menos era mi imagen, si me veía en mis calzones que más daba, ya igual me vió.

—Yoona, yo..— tartamudeaba sin encontrar las palabras correctas que decir.

— Al menos dime que te gusta la vista. Hieres mi ego—

Él se sorprendió aún más y seguía sin respuesta alguna, su rostro parecía un tomate, pero eso si, no dejaba de mirarme.

— Ay, ya que cosas digo, voy a actuar como si no hubiera sucedido esto y me voy a ir a vestir. Pasa y ponte cómodo, yo ya vuelvo— un poco de coherencia trata de entrar en mi— Si quieres algo de comer me dices que estoy haciendo el desayuno.

No puede ser, el desayuno.

Corro hacia la cocina y me encuentro atrapada en una nube de humo negro. Yo si decía que olía a quemado.

La abuela me va a matar.

Trato de apagar la corriente pero todo estaba hirviendo y no encontraba los guantes para no quemarme. Busco un balde para llenarlo de agua y tirárselo al desastre que he ocasionado para apagarlo.

— ¿¡Donde dejé el maldito balde!?— grito frustrada por que el humo no me dejaba ver bien.

En el instante que encuentro el balde azul, entra Dosan en la cocina, parado estupefacto a tal escena.

—Dosan sal de aquí, yo me encargo— comencé a llenar de agua el aparato esperando a que no aumente lo que ya habían causado.

—¿qué tratas de hacer? No me digas que vas a querer apagarlo con agua, solo vas a causar que...— no dejo que continúe porque procedo a tirar todo el agua que había recolectado a la estufa, pero esto solo causó que se intensificara más—

—¿¡por qué no dijiste que sería peor!?— me volteo a mirar a Dosan y este solo veía incrédulo a lo que decía.

— Eso estaba haciendo y tú me ignoraste— tose luego de hablar y se acerca a mi, poniéndome atrás suyo— esto es a base de gas, si tiras agua solo vas a hacer que explote.

— Vaya, perdona por no saberlo todo y tratar de evitar que mi casa se queme— no sabía de donde salía el sarcasmo, pero él pareció ignorarlo.

—Yoo-na, este humo es muy tóxico, hay que apagar el gas de inmediato—. Cada vez tosía más.

En estos momentos sería buena idea saber donde está el suministro de gas.

Salgo de la cocina al sótano esperando el milagro de que allí estuviera la llave para apagar el gas. Luego de recorrer el pequeño lugar, encuentro la llave, cerrándola con toda la fuerza que tenía y gritando a Dosan que ya lo había apagado.

Mientras subía me topé con un extintor. Y que mejor momento para usarlo que ahora. Llegué nuevamente a la sala y todo el humo comenzaba a expandirse por la casa. Dosan abría todas las ventanas y hasta la puerta principal para que circulara el aire, sin mucho éxito al ser ventanas tan pequeñitas. Al verme con el extintor corrió hacia mi dirección y lo sostuvo, yendo a paso rápido hacia la cocina donde lo uso de inmediato. Para nuestra suerte el fuego si fue aplacándose hasta quedar en nada, y un desastre negro y blanco se asomaba por todo el lugar.

—Si antes creía que la abuela me iba a matar, ya me considero bajo tierra— digo viendo la cocina, las paredes totalmente negras, cenizas de quien sabe que en el suelo y el polvo blanco del extintor por todos lados.

— Al menos tu ropa interior sigue intacta— ni él mismo se creía lo que acababa de decir.

Aunque tiene razón, sigue perfectamente blanco todo.

START UP||| Nam DosanWhere stories live. Discover now