Treinta

344 48 7
                                    

Sabía que tenía un ataque de pánico, era obvio. Recuerdo cuando en algún punto de mi carrera tuve que aprender a manejar este tipo de emociones fuertes para mantener una comunicación acertiva con mis clientes. Siempre era la que observaba los ataques de pánico, como se olvidaban de respirar como si fuese algo que la memoria pudiera dejar de aprender. Como lloraban sin darse cuenta por la fuerza con la que salían las emociones. Como temblaban hasta perder el equilibrio y su cuerpo fuera externo a ellos. Tantas situaciones así que había atravesado como un tercero meramente espectador, para ser ahora yo quien atravesaba uno. Que ironía las cosas de la vida.

—¿Me... puedes pasar un poco de agua?... por favor— traté de hablar (a la nada realmente) teniendo la pequeña esperanza de usar mis propios conocimientos sobre cómo calmar a alguien que pasaba por un ataque de pánico y aplicarlos a mi misma.

El agua no tardó en llegar, un vaso de agua se hizo pasó en mi campo de visión y yo sin dudarlo empecé a tomarla, sorbo por sorbo, hasta dejar el vaso vacío. Mi respiración parecía controlarse. El truco del agua parece nunca fallar, pues consiste en que para poder beber el líquido tienes que tratar de manejar tu respiración, así sea de forma inconsciente.

Miré mi entorno, el que me había acompañado los últimos días, ese entorno que ahora me era familiar, un lugar que asociaba con la tranquilidad y la seguridad. Estaba bien. Nada iba a pasar. No ahora.

Dosan se arrodilló ante mi, me escaneaba el rostro buscando alguna pista que le hiciera entender como me encontraba.

Esos ojos, grandes y llenos de expresión, tan vivos y expresivos. Su mirada temerosa y llena de preocupación, no podía resistirlo, se me partía el corazón verlo así, y sabía que era mi culpa.

Quise decir algo, pero Dosan se me adelantó.

— No pidas perdón — me sorprendí por su repentina respuesta, como si supiera lo que pensaba—.

— Yo... —

— Yoona, no quiero que pidas perdón, no por esto. Ya has tenido suficiente, ahora no es de lamentar, es de comenzar a quererte a ti misma — eso me tomó desprevenida— tu propia familia te ha dejado con el autoestima tan baja que ni te das cuenta el mal que te haces a ti misma inconscientemente, dejando tus propias prioridades por satisfacer a alguien más. No te das cuenta lo exitosa que eres, la mujer hermosa que has sido y lo valiosa que eres. Con tanto carisma y llena de emociones. Tu misma te apagas, te encierras. Todo por un entorno tóxico que no mereces, que has estado huyendo de a poco pero que aún así no logras escapar. Deberías de tomar este momento para analizar todo lo que te ha llevado hasta este punto y tomar la decisión que sea mejor para ti, que te beneficie de una vez por todas — tomé una respiración honda—.

— Yo...—. Quería hablar, pues estaba sorprendida de la seguridad en las palabras de Dosan.

—No he terminado—. Me interrumpe rápidamente— No soy nadie para opinar sobre las decisiones de tu vida, pero si puedo decir que eres increíble. Desde que te conocí me generaste una chispa de entusiasmo, de genialidad, me hiciste sentir tanto que llegué a pensar que mi corazón podía explotar de lo fuerte que latía. A veces me preguntaba si escuchabas como mi corazón bombeaba sangre cuando estaba contigo y me avergonzaba estar frente a ti, me hacías sentir tanto que llega a ser irrisorio— su mirada se suavizó — Soy consciente de que accedí a un trato que no debí haber accedido, por poco pude perder la oportunidad de estar contigo—. Quería hacerme bolita a lo que me decía.

No merecía lo que me decía.

—Yoona, deberías ver en ti lo que los demás ven, una chica increíble, inteligente, con humor, carisma, entre muchos más atributos. No apagues ese brillo tan propio de ti, déjalo crecer— yo ya estaba envuelta en lágrimas—.

Sin pensarlo dos veces me tiré a sus brazos y comencé a llorar a mares. Era tan lindo y tan doloroso lo que me decía que la mezcla de emociones dentro de mi parecía atormentarme. Pero de algo estaba segura, él veía algo que yo no veía en mi, creía en mi. Y era cierto, tal vez hay cosas que en mi pasado no hice bien, qué tal vez no fui la mejor hermana, hija, nieta, amiga, pero eso no me hace menos, tampoco me hace la villana de alguna historia mal contada. Solo me llenaba de experiencias para mejorar. Ser mejor, sin duda. Eso quería.

—Gracias...— seguía llorando en sus brazos.

Tiernamente Dosan acariciaba mi cabello, sentía su calor tan acogedor que sentía que en cualquier momento caería dormida.

— Dosan. Se que no es el momento, pero desde que te vi por primera vez, algo en mi cambió, y por mucho tiempo quise negar un sentimiento que crecía fuertemente dentro de mi. Pero ahora no lo negaré más, no lo ocultaré, y me vale lo que piensen los demás. Pero me gustas, me gustas tanto que es doloroso, me gustas tanto que quiero gritarlo. Por favor, permíteme demostrarlo. Permíteme empezar de nuevo, desde cero, sin familia de por medio, ni trabajo, ni problemas. Comencemos nuevamente—. Dije con lágrimas en los ojos.

— Un gusto, Dosan — su nombre se escuchó como un susurró en mi oído que me hice estremecer, soltando una pequeña risa.

—Un gusto, Yoona— una sonrisa apareció en sus labios.

No me contuve.

Lo besé.

Era un beso tierno en un principio, parecía tan gentil, como si cualquier movimiento brusco pudiera quebrarnos. Sus brazos me sujetaban con firmeza, mientras yo pasaba un brazo por su cuello y mi mano se enredaba en su suave cabello. Parecía realmente como si aquel beso fuera el primero, como si fuese un gesto de querer, de entender qué hay un principio en esta historia que tal vez no fue bien contado, pero que ahora tenía lugar a relatarse mejor. Tal vez nuestro primer beso no fue el más soñado, pero en definitiva este me daría los más lindos sueños, me dejaría con el primer lindo recuerdo que tuve desde hace mucho tiempo.

No quería que acabara.

—Bueno... no es por interrumpir, pero les quiero recordar que siguen en mi departamento. Con eso siendo dicho, me alejaré a mi habitación, espero no quieran subir de nivel, ya saben— la voz del señor Han se hacía más distante — Me alegra que puedan darse una oportunidad — dicho esto, se escucha una puerta cerrarse, y una ligera risita se escapa de mis labios.

—Se me había olvidado por completo el señor Han—

—Ni me lo digas— nos reímos un poco antes de volver a unir nuestros labios.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 27 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

START UP||| Nam DosanWhere stories live. Discover now