Capítulo 29: Estrategia

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De vuelta en el refugio, ya tenían algo parecido a un plan en marcha. La parte mala era que una fecha límite pesaba sobre sus cabezas: la próxima luna nueva, en la que Nurcuam destruiría definitivamente el Bosque de Norüem y sus habitantes. Y, por desgracia, para poder llevar a cabo su plan sería preciso que tuvieran más tiempo.

Nada más llegar al refugio, Swend fue a visitar a Astrid. Necesitaban su ayuda urgentemente, pero por desgracia ella se encontraba malherida.

La norteña estaba tendida en una cama de la enfermería, y tenía un aspecto terrible. Sus heridas estaban vendadas y bien tratadas; lo que preocupó a Swend fue la triste expresión de su rostro, que reflejaba un dolor y una tristeza inmensamente profundos. No parecía que Astrid tuviera ganas de vivir.

- ¿Cómo te encuentras?- preguntó Swend.

La norteña se encogió de hombros e hizo un mohín. No paraba de darle vueltas a su cuchillo, cosa que había puesto terriblemente nerviosa a la enfermera y a los demás ocupantes de la sala.

- Las heridas ya no me duelen- contestó Astrid con tono glacial e indiferente. Su rostro estaba tan pálido como el de un muerto.

- Me alegro- comentó Swend-. Pero hay algo que te aflige. ¿Podrías contármelo, por favor?

- No sé si es lo más adecuado en esta situación. Después de tanta gente que ha perdido la vida... Es una historia triste.

- Estoy acostumbrado a las historias tristes- le dijo Swend, comprensivo-. Te ruego que me expliques qué sucedió en el Claro de la Conexión.

Astrid abrió mucho los ojos y puso cara de incredulidad. Sus mejillas adoptaron un tono escarlata, y sus manos se crisparon sobre las sábanas de lino.

- Como queráis, majestad- refunfuñó. Y le narró todo lo sucedido. Al llegar a la parte del beso, no pudo seguir. No encontraba fuerzas para seguir hablando sobre aquello.

- Fuiste muy valiente, Astrid- reconoció el rey-. Mas no me lo has contado todo, ¿verdad?

- Cierto. He omitido un detalle...- Tomó aire y miró a Swend directamente a los ojos, recuperando algo de su habitual altanería- Besé a Nurcuam para hacerle recordar el tiempo en el que fuimos amigos.

- ¿QUÉ?- exclamó Swend, anonadado.

- Hum, sí- reconoció Astrid, distraída, sin darle importancia-. Cuando era pequeña, yo visitaba regularmente la aldea. Allí conocí a Nurcuam antes de que se convirtiera en...- Astrid hizo algunos gestos, como buscando la palabra con la que definir a Nurcuam- Antes de que se convirtiera en un demonio de ojos negros. Y vi bondad en él, debéis creerme. Hace tiempo era un muchacho normal, con ojos hermosos de color ámbar y con la luz en su corazón. No sé explicar cómo, pero yo veía que albergaba algo puramente reluciente en su interior. No estaba corrompido por el mal.

>> Pero igual que vi la luz, vi la oscuridad. También había una negrura impenetrable en su interior, la esencia del mal residía en su corazón. Aunque en aquél momento la luz dominaba sus actos.

>> Por desgracia, su familia lo trataba fatal. Y supongo que fue aquello lo que lo hizo decidirse...Bueno, eso y cuando quiso que Rheineid le enseñara a manejar sus poderes y ella le dijo que no. ¿Me he olvidado decir que poseía dotes mágicas?

- ¿Qué decidió hacer?- inquirió Swend, ansioso por obtener respuesta.

- Decidió comunicarse con la Oscuridad. Intentó realizar un ritual y un maleficio para invocar a la Dama Negra, pero fue en vano. Y cuando me enteré, yo le llamé cobarde y no volví. Fin de la historia.

Astrid cerró los ojos y se dejó caer contra las almohadas. Su respiración se volvió más pesada.

- Estaba intentando enmendar mi error, majestad...- susurró débilmente- Pude haber elegido el camino difícil hace ocho años. Pude haberme quedado a su lado y haberle ayudado a combatir su mal interior. Pero yo le di la espalda, y no regresé. Me desentendí del asunto de la peor manera posible.

La Llamada del BosqueWhere stories live. Discover now