Capítulo 31: Batalla

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Mientras Astrid completaba su viaje hacia el norte, en el refugio ya se habían preparado para llevar a cabo una operación de rescate.

Cinco días habían tardado en reclutar a todos aquellos dispuestos a luchar por la libertad que se encontraban por las cercanías de la Arboleda Fantasma. Durante aquellos cinco días, en el refugio se entrenaron en el manejo de la espada, en la técnica del tiro con arco, aprendieron a utilizar una lanza. A nadie le hacía especial gracia recibir aquellas lecciones, pero el odio, el deseo de venganza y las ganas de ser libres motivaron a muchos a empuñar un arma.

Fhias y Juy, los magos, se presentaron en el refugio acompañados por unos cuantos aprendices. Eran doce, contándose a ellos mismos: cuatro niños, un adolescente y cinco adultos. Algo de magia sabían, así que los adultos, Fhias y Juy participarían en la batalla. Los demás se quedarían en el refugio, fortaleciendo sus conocimientos.

- Hemos estado haciendo lo que Harchye quiso que hiciéramos- le explicó Fhias a Enma, la mañana en que llegaron-. Hemos enseñado el arte de la magia a todos los que poseen talento para ella. A pesar de que últimamente sea difícil de emplear.

- Sí- corroboró Juy-. Todo lo que sabía hacer se me da mal ahora...- se lamentó, subiéndose las gafas.

- Eso es porque antes tampoco sabías nada, Juy- le dijo Fhias con dulzura y sarcasmo.

Ruz se mostró muy interesada en el Círculo de Hechicería de Norüem. Tras la muerte de Tonk, la visita de los magos consiguió sacarla de su mutismo y despertar de nuevo su interés por la vida.

Pero no sabían que el odio y la sed de venganza alimentaban el corazón de la muchacha. Estaba decidida a hacérselo pagar a Nurcuam...No descansaría hasta vengar la muerte de Tonk.

De la familia, todos los hijos mayores quisieron entrar en acción. Lirisa concedió su permiso a Divad, Hermegilda y Ruz porque ya eran mayores, y sus hijas tenían algo por lo que luchar. Pero Enma era demasiado pequeña a ojos de su madre.

- ¡Jo, mamá!- protestó ella, que cada vez se sentía más rebelde- ¡Quiero ayudar! Para hacer el hechizo de luz de luna propusiste que lo hiciera yo; ahora no me dejas ayudar con mi magia.

- Porque sólo tienes catorce años, hija. Entiéndelo.

- Pero...

- No, Enma. Es mi última palabra. No.

Enma no estaba dispuesta a darse por vencida. Suplicó a su madre y le intentó hacer ver que podía ser de utilidad con su magia; al final Lirisa aceptó a que ayudara con la defensa del campamento base.

- Pero siempre desde la retaguardia. Prohibido saltar al ataque, ¿entendido?

Las condiciones le parecieron bien a la muchacha. Mientras pudiera hacer algo, ya le valía.

El Círculo de Sabios del Desierto había estado trabajando en las defensas mágicas de Nurcuam. Aquel tipo de artes eran trabajo de los sabios y sabias, pues ellos entendían de las trampas de la mente. Conocían a la perfección los misterios del pensamiento, y eran capaces de utilizar sus propias energías con un fin concreto.

Y así, contando únicamente con la fuerza de su voluntad, se dispusieron a hacer ceder las sólidas murallas mágicas de Nurcuam.

⚜⚜⚜

Llegó el día del combate. Era el momento de liberar a los prisioneros, y tratar de reducir las fuerzas de Nurcuam para que, ocho días después, les resultara más sencillo atacar la Fortaleza Negra y recuperar la Esencia.

Amaneció. El cielo estaba gris, y apenas alcanzaban a ver la pálida forma del sol tras la neblina cenicienta. Caían rayos del cielo, con el siguiente retumbar del trueno, y un viento huracanado revolvía los cabellos de los rebeldes que iban a presentar batalla.

La Llamada del BosqueWhere stories live. Discover now