XXI

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Ascaroth golpeó un poco la puerta de Stolas, había pasado un día y debía alimentarse.

- Alteza, necesita comer.

- No tengo hambre.

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- ¿Príncipe? No ha comido en todo el fin de semana.

- Lo siento, pero no estoy hambriento.

Otra vez la misma respuesta.

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Ascaroth miró a Stella entrar a la recámara mientras parecía rebosar de ira.

- ¡¿Qué mierda crees que haces?!  ¡Detente! Es jodidamente molesto escuchar tus lamentos todo el tiempo.

El imp miró como Octavia se detenía abruptamente junto a él al escuchar los gritos de su madre, se notaba que la había seguido.

- Señorita, hay un nuevo libro que quiero mostrarle.

- ¿De verdad?

- Claro, vamos.

Guio a la joven a su habitación de forma que aquella discusión ya no era audible para ambos.

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- No sé qué hacer.

- ¿Con qué?

- Stolas.

- ¿No sabes cómo librarte? Usa la de siempre, cambia de identidad y de anillo si hace falta.

- No me refiero a eso, idiota.

- ¿No?

El Overlord realizó una simple seña y con ello un sirviente rellenó los vasos de ambos con ron puro, justo como les gustaba.

- ¿Entonces? 

- Está deprimido.

- Sinceramente, soy el peor tipo con quien puedes hablar sobre esas cosas, además, ¿te importa? te conozco desde hace veinte años, y siempre que ves a alguien triste solo hay desprecio, tiendes a minimizar todos los problemas, incluso los tuyos.

- No es que su problema me parezca lo peor, simplemente no me gusta verlo así.

- Solo ignóralo.

- Agnan.

Con solo escuchar el tono con el que fue dicho su nombre, el Overlord sintió un escalofrío.

- Ya, ya. No sé, habla con él, mímalo.

- ¿Cómo carajo voy a mimar a un príncipe?

- Uhm... ¡Ya sé!

Solo dos cosas pasaron por la cabeza de Ascaroth al ver esa brillante expresión, era una muy buena idea o una muy mala. Bebió su vaso de ron de un trago antes de suspirar por el fuerte sabor pasando por su garganta, a ese paso se haría alcohólico.

- Dime.

- ¿Cómo lo trataba su amante? Solo debes tener eso en cuenta y tratarlo cien veces mejor.

- Tiene sentido.

- Es más, ni te esfuerces. Eres amable casi por naturaleza, enamorado no te quiero imaginar, serás excelente.

- No estoy enamorado.

- Pero te importa lo que siente, y eso es todo lo que hace falta. Ahora bebamos hasta el maldito amanecer ¡Salud!

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- ¿Alteza?

Ascaroth dio un par de toques a la puerta de la recámara de Stolas, mientras que Octavia a su lado sostenía una bandeja con un pastel (algo feo) para su padre. La menor tenía algunas vendas en las manos en señal de que algo la había herido.

El príncipe pasó toda una semana en su recámara, y el imp no lo molestaba a menos que fuese para comer, aunque nunca lo hacía.

- No tengo hambre, Ascaroth. Pero gracias.

Otra vez la misma maldita respuesta, Ascaroth estaba cansado. Sí, entendía que necesitaba su espacio y presionarlo no era la mejor opción, pero carajo. No se estaba muriendo.

Aún estaba un poco alcoholizado, por lo que simplemente contener sus acciones era un poco más difícil de lo habitual.

Abrió la puerta de forma repentina y se aproximó al príncipe, lo tomó por el cuello de su ropa mientras se incorporaba encima suya sin llegar a sentarse al verlo ahí recostado en la cama en medio de un desastre.

- Escúchame bien, príncipe. No me interesa como se conocieron o cuanto tiempo duró esta "relación"; no estarás así todo el puto tiempo, tú hermosa hija se acaba de quemar las manos aprendiendo a cocinar un pastel para animarte, ¿y decides solo ignorarla? No lo harás.

- Ascaroth... esto, no lo entiendes.

- ¡Con una mierda! No lo entiendo, porque ese maldito enano no está muerto, solo te rechazó. Abre los malditos ojos, vales más que eso; Además, ninguna relación vale más que la que llevas con la niña, así que vas a levantarte de esa maldita cama, vas a tomar una ducha y vas a comer pastel hecho por la señorita. ¡Y no quiero excusas! Que tiempo para llorar tienes.

Stolas miró al imp mientras sentía sus ojos aguarse, definitivamente ese lado de Ascaroth contrastaba con el suave y dulce que cada día iba a ofrecerle cosas nuevas. Miró de reojo hacia la entrada notando como Octavia apenas y se asomaba mirando la escena, pero pudo distinguir perfectamente la bandeja en sus manos.

- ¿Y bien, alteza?

- Dame veinte minutos.

- Más le vale. 

El imp se levantó y salió de la habitación cerrando detrás de sí, miró a la menor quien lo miraba con ojos brillantes y una pequeña sonrisa, conteniendo cualquier carcajada.

- ¿Qué?

- Gracias.

- Nada que agradecer, es mi trabajo.

- Es la primera vez que veo a mi padre ser regañado.

- ¿Un regaño? Señorita, no fue un regaño.

- ¿No? Sonó bastante severo para mí.

Ascaroth tomó la bandeja de forma que los brazos de la menor podrían descansar.

- Si la señorita lo dice, entonces si fue un regaño.

¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant