XXVII

2.5K 367 70
                                    

Una mano que suavemente cubría sus labios, apretando suavemente sus mejillas mientras su mirada seguía en el mismo lugar, solo habiendo sutiles movimientos en el iris de izquierda a derecha. La otra mano sosteniendo un libro y manteniéndolo perfectamente abierto justo donde quería y parecía necesitar; la mano izquierda se deslizó de forma delicada hasta terminar con los nudillos bajo la barbilla, mostrando una sonrisa burlona mientras levantaba una ceja. Se preguntaba de forma constante que podría haber debajo de ese guante, ¿cicatrices? 

- Si todos los veteranos actuasen así, las pastillas y terapias no harían falta, menos los psiquiátricos.

Esa áspera voz quien en ese momento se burlaba y reía de un personaje solo descrito en líneas de texto, no parecía muy consciente de su alrededor, estaba completamente sumido en la lectura. La mano izquierda pasó página y volvió a su posición anterior. Sus ojos, tan negro y gris, no parecían tener pupila en lo absoluto. Si los ojos eran la ventana al alma... estaba seguro de que él no la tenía.

Sus cabellos de un gris tan claro que fácilmente se hacía pasar como blanco no hacían más que resaltar esos cuernos negros que si bien no eran enormes estaban ahí, eran el tamaño perfecto, casi como si él mismo hubiese podido elegir la medida exacta para que luciesen bien.

Las risas que soltaba momentáneamente dejaban en claro que no disfrutaba ese libro como una historia romántica, si no como una comedia involuntaria.

Su profunda y vacía mirada terminó encima suya, se sentía presionado, como si en todo segundo aquel imp rogase por algo y él no pudiese concederlo. Oh, mierda, al parecer pasó demasiado tiempo mirándolo y pudo darse cuenta; más que sorprendido se encontraba avergonzado, ya conocía su agudeza y aun así tuvo el descaro de mirarlo sin disimular ni un poco. Sintió como su rostro ardía un poco al apreciar cómo no parecía querer decir algo, y sin embargo no apartaba la mirada; solo... estaba ahí, mirándolo con esa expresión divertida, ¿se estaba burlando de él? Probablemente, pero eso no le importaba en ese momento.

- Debería disimular un poco mejor si va a mirar así a la gente.

Y con esa simple oración, logró hacerlo salir de su pequeña burbuja.

- ¿Ah? ¿Qué? ¿Quién te estaba mirando?

- Debí imaginarlo entonces.

- Sí, eso fue.

Lo miró reír con diversión y negar antes de continuar con su lectura.

- ¿Qué hay debajo de ese guante?

Ascaroth pestañeó un par de veces antes de mirar a Stolas. ¿Por eso lo estuvo mirando tanto? 

- Una mano, ¿no es obvio?

- Pero es extraño.

- Dije mano, más no de carne y hueso.

- Oh, entiendo, entiendo.

Mierda, ahora el príncipe estaba curioso acerca de esa mano artificial. ¿Cómo lucía? ¿Cómo la perdió? ¿Cuándo, quién? Tenía muchas preguntas y sin embargo no podía realizarlas, estaba avergonzado y de alguna forma "tímido".

- Ascaroth.

- ¿Sí, alteza?

Ese tono tan servicial pero demandante a la vez... por el amor de todos los demonios. El príncipe soltó una pequeña risa antes de hablar de nueva cuenta.

- Estoy seguro de que le gustas a muchos demonios.

¡Mierda, mierda! ¿Qué había sido eso? Por la expresión desconcertada del imp supo que esa frase no había sido la mejor, y es que no iba a decir nada en un inicio.

- ¿Por qué piensa eso? 

Y con esa simple pregunta, Stolas sintió los nervios apoderarse de su cuerpo entero.

- Bueno, eres atractivo y-

Fue interrumpido por Ascaroth, quien reía sutilmente mientras negaba y colocaba el libro en el escritorio frente a él.

- ¿Acaso le gusto, y ya por eso cree que hay más de uno con su gusto?

- ¿Qué? No, no... ¿No? 

El príncipe sintió su cuerpo temblar al mirarlo levantarse y avanzar justo en su dirección, lo único que los separaba era un escritorio. Sabía que podía levantarse y retroceder, pero no podía hacerlo, no, más bien... no quería hacerlo.

- Dígame, alteza. ¿Estoy equivocado?

- No... sí, ¿sí?

El imp sonrió mostrando sus afilados dientes al mismo tiempo que su mano derecha se apoyaba en el respaldo del sofá donde se encontraba Stolas, mientras que su mano izquierda se apoyaba en el reposabrazos.

- ¿Sí, o no?

El príncipe sintió su respiración agitarse por tener a ese imp tan cerca, el calor en su rostro aumentó provocando que su sonrojo se hiciese evidente.

- No lo sé.

Ascaroth miró fijamente a Stolas mientras su mano izquierda acariciaba su rostro y terminaba por dar un suave tirón a su cabello, acortó la distancia entre ambos permitiendo que sus alientos se mezclasen y a su vez poder percibir a la perfección como el príncipe temblaba un poco.

- ¿Debería detenerme?

El imp no recibió respuesta, Stolas estaba perdido mirándolo y al parecer esa pregunta no lo regresaba a la realidad.

- Si quieres que me detenga debes pedirlo ahora, Stolas.

Su respuesta no fue limitada a solo palabras, su respuesta fue dada con acciones. El príncipe llevó en un rápido movimiento las manos a sus mejillas y lo atrajo incluso más en un brusco beso.

Ascaroth no tardó ni dos segundos en seguir el beso, sin embargo, se encargó de suavizarlo poco a poco, no iba a besarlo de forma tan intensa en ese primer contacto al menos.

Al separarse, se miraron directo a los ojos unos segundos, completamente hipnotizados con la mirada del otro. Y pudieron seguir así un rato más de no ser porque el imp apartó de nuevo la mirada en dirección al escritorio detrás suya.

- ¿Leemos ese libro juntos? Es bastante gracioso.

No importaba si ya lo había leído unas cinco veces y había llorado en tres de ellas, Stolas accedió con un simple y corto sonido afirmativo, aún seguía mirando al imp sin terminar de procesar como es que hace menos de dos segundos lo estaba besando y ahora le ofrecía leer un libro juntos.

¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant